Ortega inicia la campaña sin el viejo lenguaje sandinista
Agence France Presse
MANAGUA
El ex presidente Daniel Ortega, despojado del lenguaje y el atuendo marxista que lo caracterizó durante la revolución sandinista (1979-90), abrió la noche del jueves la campaña electoral para reconquistar la Presidencia de Nicaragua en los comicios del próximo 4 de noviembre.
Ortega, de 55 años, apeló a la reconciliación
y prometió que de ganar, ``haremos a un lado los resentimientos,
las confrontaciones, para vernos y tratarnos como
hermanos, ya que en nuestra Nicaragua cabemos todos sin exclusiones''.
Abandonando la retórica y el populismo que le han caracterizado en sus discursos, el líder sandinista se pronunció a favor de tener relaciones de respeto con el gobierno de Estados Unidos, con el que estuvo confrontado cuando gobernó el país en la década de los años 80.
``Nicaragua es una nación independiente y Estados Unidos
debe ser respetuoso. Consideramos que bajo ningún punto de vista
es conveniente que el gobierno
norteamericano trate de incidir en la opinión de los nicaragüenses
en las próximas elecciones'', dijo.
Ortega abrió el jueves su campaña electoral con
una concentración en la plaza Juan Pablo II, frente al Lago de Managua,
a la que asistieron entre 80,000 y 100,000
partidarios, llegados de todos los departamentos del país.
Los manifestantes empezaron a llegar desde horas tempranas llevando
banderas, ropas y rostros pintados con los colores rojo y negro de la enseña
sandinista y
mantuvieron la algarabía pese a una persistente lluvia
y a la espera, de casi 12 horas, hasta que Ortega pronunció su discurso,
al anochecer.
Ortega se declaró a favor de una economía de mercado
y de apertura a la inversión nacional y extranjera, contraria al
centralismo estatal que defendió la revolución
sandinista.
También ofreció ``respetar los compromisos asumidos'' por Nicaragua ante los organismos financieros internacionales, aunque expresó su desacuerdo con las políticas económicas que éstos imponen al país, porque generan --dijo-- miseria, hambre y desempleo.
© 2001 El Nuevo Herald