El Nuevo Herald
6 de noviembre de 2001

Sandinistas le anticiparon a Ortega la derrota

 Su propio hermano le pidió que retirara su postulación por el bien del FSLN

 JULIA RIOS / Agence France Presse
 MANAGUA

 Varios correligionarios sandinistas advirtieron al ex presidente Daniel Ortega que perdería las elecciones del domingo en Nicaragua, aunque no lograron hacerlo desistir de su postulación.

 Pese a que ya había fracasado en dos intentos de reelección, en 1990 y 1996, Ortega (de 55 años) logró imponer su candidatura presidencial por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), lo que desató una polémica con varios de sus compañeros, incluido su hermano Humberto.

 ``Yo estoy seguro que si corro como candidato gano las elecciones, aún cuando se unan las cúpulas de los partidos liberal y conservador, porque el voto no lo tienen los ricos, el voto lo tienen los pobres'', argumentó Ortega.

 Pero los sandinistas opositores a su candidatura, como el diputado Víctor Hugo Tinoco, quien compitió con él en unas elecciones internas, argumentaron que una victoria del FSLN dependía no sólo de las condiciones objetivas de pobreza que vive el país y del desgaste político del Partido Liberal Constitucionalista en el poder, sino también ``del tipo de candidato'' del FSLN.

 La obstinación del ex mandatario por volver a la silla presidencial lo enemistó incluso con su hermano, el ex jefe del Ejército general (r) Humberto Ortega, quien le instó a deponer su postulación para no arriesgar su liderazgo que, según él, es un capital político del FSLN.

 Humberto advirtió que una erosión de ese liderazgo incidiría negativamente en el futuro del partido, sometido a divisiones internas tras la pérdida electoral de 1990,
 cuando Ortega fue derrotado por Violeta de Chamorro.

 El líder sandinista y sus allegados acusaron a Humberto Ortega de ``renegar'' de sus principios revolucionarios y de tener pretensiones presidenciales, lo que fue negado por éste, que se distanció de la agrupación.

 Las advertencias de que Ortega haría revivir el pasado, como la guerra de la década del 80, el servicio militar, los racionamientos de alimentos y servicios como agua y energía, pronto se hicieron realidad en la campaña electoral de la derecha, que los hizo sus principales ejes temáticos.

 Pese al intento por transformar su imagen personal, al cambio en su forma de vestir y en el tono de su discurso, que pasó de la confrontación a los mensajes de paz,
 amor y reconciliación, Ortega no logró convencer del cambio a sectores como la Iglesia católica y la empresa privada, entre otros.

 Ante la polarización del proceso electoral, la disidencia interna del sandinismo optó por guardarse las críticas y le dio a Ortega su respaldo en el interés de ganar la
 elección, pero sin ocultar la molestia que produjo su terquedad.

 Aunque Ortega se mantuvo a la cabeza de las encuestas a principios del 2001, Bolaños fue ganando popularidad hasta que logró empatar y sobrepasar al líder
 sandinista.
 

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