ANGELICA VALENZUELA
--De la redacción de El Universal
México -- Todavía no se estrena en el XXVI Festival
Internacional
Cervantino y ya desató asombro, conmoción, desconcierto,
celebración
y hasta el insulto público y personal para los responsables
de tan
escatológica y demoledora escenificación: La Malinche,
de Víctor Hugo
Rascón Banda, que monta con bailarines y actores mexicanos
el
provocador y prolífico director alemán Johann Kresnik,
tras dos años de
preparación.
El último de los tres ensayos generales --que se realizaron
en el Teatro
Jiménez Rueda de la ciudad de México los días
8, 9 y 11-- se vio
alterado no sólo por las fallas técnicas y el accidente
que el día anterior
sufrió en el escenario Norma Angélica, una de las
siete actrices que
interpretan el personaje de la Malinche (lo que la obligó
a actuar en silla
de ruedas) sino por los insultos públicos que las artistas
Blanca Guerra y
Delia Casanova le propinaron a Kresnik y a Mario Espinosa, titular
de la
Coordinación Nacional de Teatro del INBA.
Pero el director alemán --familiarizado con este tipo de
agresiones, dado
el intenso espíritu de crítica social y política
que contienen sus obras
(como la polémica Frida Kahlo, montada en 1995 en México
y
descalificada por los expertos del género dramático)--
no se intimidó y
regresó en su idioma la mentada de madre, mientras ambas
artistas
abandonaban, escandalizadas, la sala.
Guerra y Casanova presenciaron cuando menos tres cuartas partes
del
espectáculo que contiene desnudos y exhibe de una manera
amarga,
descarnada y grotesca a políticos, medios de comunicación,
poetas
(Octavio Paz y Jaime Sabines), símbolos nacionales, capital
extranjero y
oprimidos y advierte sobre la nueva conquista que enfrentamos,
la de los
norteamericanos con su imperio económico, cultural y lingüístico
y da
cuenta del ultraje histórico en permanente avanzada.
Pero justo, ambas artistas, decidieron retirarse en la parte nodal
de la
obra, en la desmitificación de la figura de la Malinche,
propuesta que
contraria a la versión oficial informa de una mujer de
inteligencia
suprema, cuya única intención fue la de unir a
dos pueblos. No es la
``traidora'' sino la intérprete que vencidos y vencedores
describieron
siempre con admiración, según consignan las fuentes
históricas de
Sahagún y Las Cartas de Relación, de Hernán
Cortés.
Sin concesiones a la censura
Es una obra viva, grotesca y de alto riesgo, consideró
Mario Espinosa,
quien informó que la producción realizada con el
Instituto Goethe contó
con una inversión por parte del INBA y del FIC de 1,350,000
pesos
(unos $130,000).
La obra es fuerte, interesante y ruda, dijo, y por lo mismo supongo
que
``no se podrá ser indiferente a ella, pero en teoría
no creo que se dé un
tipo de censura'' por parte del gobierno ``panista'' de Vicente
Fox.
``Vamos seguros a Guanajuato y al FIC de que podremos llevar a
cabo
nuestra obra. Ahorita tenemos el repertorio en dos extremos,
la puesta
preciosista de Molire, y esta de Víctor Hugo, que dan
cuenta de dos
facetas del teatro que tenemos que poner''.
``La Malinche está muy bien hecha y vale la pena el riesgo
y el público
tendrá la oportunidad de verla en los montajes del FIC
(del 20 al 23 de
octubre en el Teatro Juárez) o en la temporada que se
llevará a cabo en
el Teatro Jiménez Rueda a partir del día 29'',
subrayó.
Espinosa consideró que ningún gobierno puede suspender
dicho
espectáculo, el cual se pactó desde hace dos años
con el Instituto
Goethe.
El joven dramaturgo Martín Acosta opinó que La Malinche
es una obra
muy importante. ``Creo que el teatro mexicano a veces camina
lentamente y de pronto es muy bueno que nos movamos. La pieza
moviliza y dice cosas que a mí en lo personal me vienen
bien porque me
siento ultrajado como esa Malinche. Y me identifico mucho con
la
propuesta estética, con el lenguaje'', dijo.