Arqueólogo estadounidense descubre tumba de antigua reina maya
Por ALEXANDRA WITZE / The Dallas Morning News
Un arqueólogo estadounidense descubrió la tumba de una poderosa reina que gobernó una antigua ciudad maya hace 13 siglos.
David Lee, graduado de la Universidad Metodista del Sur en Dallas, desenterró la tumba real a mediados de febrero en el noroeste de Guatemala. Es el descubrimiento más dramático hasta el momento en el sitio de El Perú, o Waka, como se le conoce de tiempos antiguos.
El esqueleto real (sin el cráneo y los fémures) se encontraba en una plataforma de piedra, rodeado por dos docenas de ollas de cerámica y miles de artefactos hechos de jade, concha, perlas y obsidiana. El descubrimiento es uno de sólo un puñado de tumbas de reinas conocidas de los antiguos mayas, afirmó David Freidel de la Universidad Metodista del Sur, el otro líder de la excavación.
Los arqueólogos descubrieron la tumba bajo un antiguo palacio, en uno de los extremos de la plaza principal de Waka. Cuando excavaba una zanja, Lee perforó el techo de la cámara para revelar el lugar de descanso de la reina.
“Es algo muy sorprendente”, afirmó mientras excavaba la tumba a finales del mes pasado.
Varias señales muestran la condición de la mujer como reina, expuso el Dr. Freidel.
Por un lado, tenía un ornamento de jade tallado muy elaborado, llamado joya “huunal” o “unidad”, que pudo ser usado en un tocado real. También tenía un yelmo de guerra hecho con placas de jade y fragmentos de espinas de mantarraya cerca de la pelvis: una alusión a la práctica maya de sangrar los genitales, que se consideraba una señal de su estatura real.
Para conservar esos tributos en la muerte, la mujer debió ser tan poderosa como un rey, afirmó el Dr. Freidel.
Décadas o siglos después de su muerte, una persona o un grupo de personas, volvieron a entrar a su tumba y reverencialmente lo perturbaron. Es posible que retiraran su cráneo y fémures en esa ocasión, en una ceremonia ritual, añadió en Dr. Freidel.
Nadie más la molestó desde ese momento hasta este febrero, cuando Lee, exinvestigador privado de Toronto, encontró por azar su cámara.
Los jefes de la excavación de inmediato llamaron a las autoridades guatemaltecas, las cuales enviaron una guardia militar para proteger la excavación. Por dos semanas, cuatro arqueólogos trabajaron por muchas horas para retirar los huesos de la reina y tantas de sus pertenencias como fue posible.
Los estudios del esqueleto sugieren que la reina pudo tener entre 30 y 45 años de edad cuando murió. Sus huesos habían sido extendidos en una plataforma de algún material no perdurable (tal vez madera) encima de una plataforma ligeramente más pequeña y rectangular de piedra, informó Lee. Al pasar el tiempo, la plataforma superior se desintegró, dejando caer los huesos de los pies al piso de la cámara.
Aún así, los arqueólogos pudieron decir que los brazos de la reina estaban cruzados y tenía encima una vasija de cerámica. En sus manos se encontraban pequeñas cuentas rojas, cosidas con joyas de jade que tenían inscrito un símbolo que sugiere la resurrección, expuso el Dr. Freidel.
La tumba podría remontarse de 650 a 750 d. C., hacia el final del reinado de Waka como ciudad importante en la región. Las inscripciones mayas muestran que fue en el año 743, cuando el rey de Tikal (que se encuentra a 72 kilómetros al este) invadió y derrotó a Waka.
Se han encontrado otras tumbas de reinas, por ejemplo, en los sitios mayas de Copán en Honduras, y Palenque y Yaxuná en México. Pero la tumba de Waka podría añadir información sobre el papel de las mujeres en la realeza maya.
Un aspecto sorprendente de la tumba de Waka es su ubicación, informó Stephen Houston, arqueólogo de la Universidad Brigham Young, en Utah.
Dijo que era típico que los mayas enterraran a sus reyes bajo pirámides, no palacios. La tumba de Waka podría insinuar que al menos algunas reinas tenían un papel distinto en la vida después de la muerte.
“Es más bien un modelo no elitista, en que los muertos se encuentran bajo los pies de los vivos”, afirmó el Dr. Houston.