La disidencia se recupera a pesar de la represión
RUI FERREIRA
El Nuevo Herald
La disidencia interna cubana sufrió un rudo golpe en las últimas semanas, pero sus posibilidades de recuperación son reales, entre otras razones, porque nunca fue un movimiento oculto.
''Siempre fue un activismo público, donde nada es secreto, todo lo que se dice es abierto y con el convencimiento de que la seguridad entera está presente enterándose de todo'', afirmó ayer Sebastián Arcos Casabón.
De hecho, ''la decisión desde el principio siempre fue oponerse al régimen de forma abierta, no ocultarle lo que estábamos haciendo, porque nada era ilegal. Sólo el gobierno tenía un visión ilegal de la cosas, no la disidencia'', enfatizó.
Ricardo Bofill añadió "todo esto es cíclico. Estos arrebatos represivos han sucedido regularmente desde el principio. Y siempre la disidencia, la oposición, ha logrado levantarse''.
Ambos saben lo que dicen. Hace menos de 10 años se jugaban la libertad o más en las calles habaneras, y los dos sobrevivieron distintas olas represivas, que si bien parecían tragarlos para siempre ellos terminaban por salir a flote.
''Muchas veces tuve que tirarme abajo de la cama a esperar que todo pasara'', dijo Arcos Casabón, hijo de Sebastián Arcos Bergnes, el ya fallecido vicepresidente del Comité Cubano de Derechos Humanos, el cual fundó junto a Bofill en enero de 1976.
En casi todas las décadas, el régimen cubano ha aplastado en menor o mayor medida al movimiento disidente. Comenzó con los viejos comunistas en la década de 1960 y los primeros activistas de derechos humanos a mediados de los años 1970.
Siguió con la gran redada de 1980, ''cuando fuimos todos presos, no quedó nadie en la calle'', recordó Bofill. Y a principios de la década de los 90, poco después de un congreso del partido comunista, hubo otro intento de descabezar a la oposición.
El punto más alto de la represión fue posiblemente
en 1996, cuando acabaron con Concilio Cubano y derribaron dos avionetas
de Hermanos al Rescate en las que
murieron cuatro voluntarios del grupo.
Después de eso surgió el Proyecto Varela, un movimiento que en menos de tres años de esfuerzos logró recabar 11,200 firmas pidiendo un referéndum político, y alcanzó impacto mundial.
Ahora, en menos de tres semanas, el gobierno cubano arrestó a unos 70 opositores, entre activistas y periodistas independientes, y a la gran mayoría la sentenció a duras penas de cárcel.
''La cárcel es una escuela, una fuente de inspiración, donde siempre logramos tomar aliento para seguir. Ahora no tiene por qué ser distinto'', dijo Bofill, un hombre que cumplió tres sentencias y al cual la propaganda castrista sometió al escarnio público, pero que mira atrás sin rencor y con esperanza.
''Soy optimista, ¿sabes? Es que [el gobernante cubano,] Fidel Castro ha perdido ya esta batalla y él lo sabe, lo sabe muy bien'', dijo.
El gran error de Castro, explicó, fue su espíritu de arrogancia. ''Desde su Olimpo ha visto a la oposición como cosa de gente pobre, porque nosotros no vinimos de la escuela de Belén, ni de la Salle, como muchos de los dirigentes que lo rodean ahora. Nosotros somos gente de la calle que estudiamos en las escuelas públicas'', dijo Bofill.
Según Arcos Casabón, aunque la ola de arrestos ''fue un duro golpe'', sucedió como una señal desesperada del régimen por no perder el poder.
''Castro está tratando de no llegar al postotalitarismo. Por eso necesita este terror, eso es indiscutible. El mensaje para la calle es claro: les están diciendo que no serán tolerados jueguitos con el sistema; pero es inútil, el movimiento va a seguir. Lo digo por experiencia propia'', dijo.
Ambos coincidieron en que inicialmente pudiera haber un recogimiento.
Los disidentes que quedaron en la calle podrán sentir un miedo momentáneo,
pero tarde o
temprano, la contestación volverá a resurgir.
''Hay un hecho real, el miedo es paralizante. Es una etapa en
que la expansión del movimiento disidente quedará reducida,
pero mi experiencia dice que siempre se
recupera'', explicó Bofill.
En parte porque esta vez hay un nuevo ingrediente ''que nunca sucedió en Europa Oriental'', recordó Bofill, no sin cierto orgullo.
''Son los periodistas independientes, esa masa anónima que se fue multiplicando sólo por el deseo de no ocultar la verdad. Eso es un máquina imparable aún dentro de la cárcel. ¿Te imaginas los periodistas mandando despachos desde dentro de las prisiones? Fidel Castro no va a poder con eso. Va a tener que ser mucho más duro'', dijo.
Es que los periodistas fuera del control gubernamental son, además, una consecuencia, posiblemente añadida, de una decisión bien pensada del movimiento opositor.
''Algunos lo atribuyeron a una fracción en la oposición, pero el surgimiento de decenas, si no centenares, de organizaciones dentro del país fue siempre una meta, porque los activistas de derechos humanos siempre tuvieron claro que una cosa era el monitoreo y otra una actividad política plenamente autónoma y separada'', explicó Arcos Casabón.
El régimen entendió eso, pero tarde, y ahora ''está dando sus últimos zarpazos'', agregó Bofill.
''Es que Castro es tan arrogante; esa fue su perdición'',
puntualizó.