Marta Beatriz Roque C.
Querida Marta Beatriz:
Sabíamos que las turbas que te han estado asediando por semanas para evitar que salieras o para agredirte en la calle, obedecían instrucciones de Fidel Castro. Esto no es más que otra evidencia de la debilidad de su tiranía. Ahora, la noticia de la golpiza que te dieron en tu propia casa es además una triste muestra de la cobardía del dictador. En Cuba no pudo haber entrado a tu apartamento nadie a golpearte si él no hubiera dado la orden. Lo que no hizo el dictador Batista, lo está haciendo este individuo en su etapa final. El atropello físico y sicológico contra cientos de presas políticas se ha perpetrado por este régimen en el silencio y anonimato de las prisiones. La agresión contra Maria Elena Cruz Varela pudo parecer un hecho aislado, pero el atropello público y sistemático contra ti y contra las Damas de Blanco son muestras de desesperación y ausencia de escrúpulos. Estas acciones nos recuerdan la criminal conducta de Trujillo contra las hermanas Mirabal en Republica Dominicana.
Castro sabe que los cubanos no queremos más guerras, ni prisiones políticas, ni fusilamientos, ni actos de repudio. El sabe que para ningún cubano es un secreto que toda esto no ha tenido otra razón que su manía de poder, sus ambiciones personales y la corrupción de un pequeño circulo de cómplices. Se ha usado al país como un pedestal donde los hijos del pueblo han sido sacrificados inútilmente.
Los resultados son nefastos, las enfermedades y la malnutrición que sufre la población no pueden esconderse. Las familias viven hacinadas por la falta de viviendas. Con salarios de esclavos, los trabajadores no pueden vivir decentemente. No hay transporte y la generación eléctrica es un desastre. Mientras la mayoría del pueblo padece en la pobreza, el grupo en el poder disfruta de la opulencia junto a sus socios extranjeros. No hay presente para los cubanos y el sueño de los jóvenes es escaparse del infierno socialista. Este es el saldo trágico de un régimen que no acaba de morir y una nueva Cuba que no acaba de nacer.
En estas difíciles circunstancias quiero hacerte llegar la solidaridad de miles de demócratas cubanos y de amigos de otros pueblos que al leer estas líneas querrán también hacerlas suyas. Nosotros, como tú y toda la oposición dentro y fuera de Cuba, aspiramos a una sociedad sin odios ni violencia. Una patria sin las expresiones de intolerancia que hacen de las relaciones humanas una trama constante de humillaciones y abusos. Cuba será libre, independiente y democrática. Querida amiga y compañera, el tirano le teme a tu integridad y a tu valor. Sabemos que no te rendirás.
Un abrazo,
Huber Matos B.