Castro acosa a la familia de ex oficial desertor
WILFREDO CANCIO ISLA
El Nuevo Herald
Un oficial cubano que desertó hace dos años en República
Dominicana mientras
integraba el equipo de seguridad personal de Fidel Castro, denunciará
ante los
organismos internacionales las represalias a que está siendo
sometida su
familia en La Habana, negándosele incluso el derecho a emigrar
del país.
``Ha sido un hostigamiento permanente contra mi esposa y mi único
hijo desde
que se produjo mi deserción [en abril de 1999]'', declaró
el ex capitán Lázaro
Betancourt Morín, de 39 años. ``De hecho, toda mi familia
está secuestrada en
Cuba, sin ninguna alternativa para reclamar lo más elemental''.
Betancourt llevará su caso ante la Comisión de Derechos
Humanos de Naciones
Unidas, que sesiona actualmente en Ginebra, y pretende además
elevar sus
denuncias a otros organismos internacionales y al propio Congreso de
EU.
``Es hipócrita que Cuba se proclame defensora de los derechos
humanos y de la
unidad familiar, mientras pisotea abiertamente los deseos de sus ciudadanos'',
expresó el ex oficial, que integraba el único comando
antiterrorista de la
Dirección General de Seguridad Personal (DGSP) del Ministerio
del Interior.
Su esposa, Caridad Alvarez, de 37 años, y su hijo, Elvis Betancourt,
de 11,
tienen hace un mes el visado de EU para reunirse con él en Miami.
Sin embargo,
las autoridades cubanas le niegan a Alvarez un documento imprescindible
para
solicitar la llamada tarjeta blanca (permiso de salida).
``Mi esposa incluso fue expulsada de su centro de trabajo [la firma
cubano-mexicana Cubaplast, en La Habana] y mi hijo está bajo
tratamiento
psiquiátrico por diagnóstico de un cuadro depresivo crítico,
como resultado de
las burlas e insultos que recibe en la escuela'', explicó Betancourt,
que formó
parte de equipos especiales de seguridad durante siete viajes de Castro
al
extranjero.
La situación de hostigamiento y negación de documentos
de viaje se extiende
también a otros miembros de la familia que tienen visado norteamericano
desde
hace siete meses: sus hermanos Reny, de 44 años, y Maydelín
Betancourt, de
42 años; su cuñado Francisco Pérez, de 44, y sus
sobrinos Francisco, de 21, y
Arlín, de 13.
``Las presiones han sido muchas'', relató. ``La cuadra de mi
casa [en la barriada
de El Cerro] se mantuvo bajo vigilancia militar durante el año
posterior a mi
deserción; la vivienda fue sometida a reparaciones por razones
inexplicables, y
mi esposa fue objeto de entrevistas sistemáticas por agentes
de la Seguridad
del Estado, quienes le recomendaban romper la relación matrimonial
e iniciar
una nueva vida allá''.
Betancourt piensa que el reforzamiento de las represalias se explica
por sus
comprometedoras denuncias desde que decidió desertar y pedir
asilo en la
embajada de EU en Santo Domingo, en ocasión de la II Cumbre
de Jefes de
Estado del Caribe de 1999.
``Mi deserción afectó directamente la seguridad personal
de Fidel Castro; hubo
que cambiar todos los dispositivos de protección e, incluso,
el pasado noviembre
se tomó la decisión de desintegrar el comando élite
al que pertenecía, que era el
más experimentado y mejor equipado militarmente de la DGSP'',
explicó.
Betancourt fue testigo principal de la defensa en el caso de los cubanos
acusados en Puerto Rico de organizar un atentado contra Castro durante
la
Cumbre Iberoamericana de Margarita, Venezuela, en 1997. A finales del
pasado
año testimonió ante los tribunales de Costa Rica que
tuvo conocimiento de un
atentado terrorista perpetrado en ese país contra el comandante
nicaragüense
Edén Pastora, en 1984, con la participación de grupos
entrenados y armados en
Cuba.