Toriello, siempre en la trinchera
ORLANDO ORAMAS LEÓN
El dejo guatemalteco, inconfundible, la voz pausada, el ejemplo de
por vida, que no muere con su desaparición física porque
"se ha
hecho bien la obra de la vida".
Evoco en pocas palabras a Guillermo Toriello, a
quien Raúl Roa calificó como el primer Canciller
de la Dignidad de Nuestra América. El
diplomático que, representando a la Guatemala
de Jaboco Arbenz, levantó su voto y la dignidad
latinoamericana, en contra al derecho de veto en
la ONU. Precursor él, desde los propios
orígenes del organismo mundial, de su
necesaria democratización.
Qué guatemalteco más cubano este que ostentaba
condecoraciones tan nuestras como la del XXX Aniversario de las
FAR, porque era miliciano. Qué guatemalteco más cubano este
que se afincó en Cuba, donde murió en fecha tan patria como
el 24
de febrero, hará cinco años.
Conoció la Cuba malherida por la tiranía machadista. Llegó
en
barco en 1930 con la delegación de su país a los Juegos
Centroamericanos y del Caribe. Entonces tuvo su primer gesto
solidario con los de acá. El campeón centroamericano de tenis
se
vendó la mano para no estrecharle la garra al sátrapa.
El triunfo de la Revolución cubana le llenó de esperanzas
cuando
en su patria se intentaba el cambio en las montañas. Luego llegó
la
represión feroz en la que vio caer o partir a amigos y compañeros
de lucha. México le acogió en el exilio, hasta que una amiga,
también nuestra, le señaló la posibilidad de venir
a la Cuba
revolucionaria. De acá solo se fue para prestar su concurso valioso
a la revolución sandinista. Desde Managua regresó como asesor
de la delegación de la patria de Sandino a la VI Cumbre de los No
Alineados.
Su desempeño internacional valdría para una cátedra.
Así se le
escuchó en el Tribunal Antimperialista del XI Festival Mundial de
la
Juventud y los Estudiantes de La Habana. Voz de denuncia que se
levantó en Trípoli para condenar el artero ataque de la aviación
norteamericana. Otros tribunales, el Antimperialista de
Centroamérica, primero, y luego el TANA, de Nuestra América,
fueron trincheras de los movimientos revolucionarios y redentores,
de los desaparecidos y asesinados.
Como dijera el embajador de Guatemala en Cuba, Hugo René
Guzmán Maldonado: "Su obra debe ser lectura obligada para los
embajadores del Tercer Mundo". Su compatriota, Mayra Godoy, de
la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), evocó
sus cartas a los frentes de batalla, allá en las selvas del Petén,
animando a los guerrilleros del cambio.
Hombre multifacético: diplomático, abogado, periodista, deportista,
humorista, solidario y, por encima de todo, leal a la causa de su
pueblo y de otras víctimas de la injusticia y el imperio.
Así lo evocaron amigos y compañeros de batalla, en sentido
homenaje en la Asociación Cubana de Naciones Unidas (ACNU).
Jorge Risquet, que vivió la fiebre revolucionaria de la Guatemala
que tuvo a Toriello como canciller. El colega Pedro Martínez Pirez,
quien le acompañó en su histórico regreso a la tierra
del quetzal,
invitado a los actos por la firma de los acuerdos de paz. Su viuda y
nieto, que aún se resisten a la pérdida.
También le recordó con sentidas palabras la decana de los
guatemaltecos en Cuba. Y su esposo, ambos ligados por el amor a
la revolución. Asimismo, compañeros de labor en la Asociación
por
la Unidad de Nuestra América.
La mayoría, como suele ocurrir, atribuyó la presencia del
periodista
a estrictos motivos de trabajo. Pero en mi andar de tomar notas y
poner a funcionar la grabadora, no podía olvidar sus palabras en
la
que, posiblemente fue su última entrevista. "Soy un francotirador
en
la trinchera de la Revolución y en el que Cuba tiene a un soldado".