El Nuevo Herald
Feb. 07, 2004

Rigoberta Menchú gira hacia la inclusión

  CARLOS ARRAZOLA /EFE
  GUATEMALA

  La vida de la Premio Nobel de la Paz 1992, la líder indígena guatemalteca Rigoberta Menchú, ha dado un giro impensable hasta hace algunos meses, al
  convertirse en empresaria y colaboradora del gobierno.

  De los días en que Menchú escapaba por las montañas del norte de Guatemala para salvar su vida de la cruel represión militar, sólo quedan los recuerdos
  que ella misma se encargó de plasmar en varias obras literarias.

  Sus constantes críticas al Estado y los gobernantes guatemaltecos por la discriminación de los pueblos indígenas y las violaciones a los derechos humanos,
  así como los fuertes señalamientos al poderoso sector empresarial por lo que ella llamó ''la explotación de los ricos hacia los pobres'', también son cosas
  del pasado.

  Ahora forma parte de ese Estado que ella tanto criticó y se ha convertido en aliada de los empresarios que ayudaron a que Oscar Berger llegará al poder.

  Desde esta semana, la Premio Nobel se ha convertido en Embajadora de Buena Voluntad del gobierno del derechista Oscar Berger, y ha aceptado formar
  parte de una comisión de ''ciudadanos notables'' que fiscalizarán el trabajo del tan criticado Parlamento guatemalteco.

  ''El giro que ha dado Rigoberta ha sido de 90 grados'', dijo Rosalina Tuyuc, una dirigente indígena que luchó codo a codo desde la década de 1980 junto a
  Menchú por el respeto de los derechos humanos de los guatemaltecos.

  Tuyuc, quien dirige la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala (Conavigua), se sorprendió al enterarse de que Menchú pasaba a formar parte del
  gobierno de Berger.

  ''Hace un par de semanas me había asegurado que no iba a participar en el gobierno, pero ahora me doy cuenta que sí lo hizo. No sabemos cuáles fueron
  sus razones, pero la verdad es que no creo que, por mucho que haga, logre modificar las condiciones de pobreza, exclusión y racismo de los pueblos
  indígenas'', señaló Tuyuc.

  Menchú, en cambio, cree que al tener una activa participación dentro del gobierno de Berger, logrará hacer que se cumplan los acuerdos de paz suscritos
  en 1996 entre el gobierno y la antigua guerrilla que pusieron fin a una guerra interna de 36 años.

  ''Es tiempo de participar, y creo que debemos aprovechar la oportunidad que tenemos ahora de representar al Estado para lograr apoyo de la comunidad
  internacional para el cumplimiento de los acuerdos de paz'', declaró recientemente a periodistas.

  El prestigio que Menchú ha logrado acumular a nivel internacional, consideró Tuyuc, es precisamente lo que Berger quiere aprovechar a su favor.

  ''Es evidente que lo que el gobierno busca es un personaje como ella (Menchú) que tiene credibilidad a nivel internacional. Pero creo que lejos de que ella
  pueda ganar algo para cambiar las condiciones de vida de los indígenas, el que más ganará (con su participación) será el gobierno'', precisó Tuyuc.

  Y es que la antigua compañera de la Premio Nobel, no se explica cómo Menchú pudo haber aceptado formar parte de un gobierno ''de la elite empresarial'',
  y de un presidente ``racista, que le ha faltado el respeto a los indígenas''.

  Sobre las apreciaciones que antiguos compañeros hacen de los cambios que ha tenido su vida, Menchú prefiere no pronunciarse.

  La Premio Nobel tendrá ahora que dividir su tiempo entre sus nuevas ocupaciones como funcionaria pública, las de Premio Nobel de la Paz y las de
  empresaria farmacéutica que inició el año pasado.

  En sociedad con la mexicana ''Farmacias Similares'', Menchú fundó en octubre pasado la empresa ''Salud para Todos'', con la cual ha iniciado la
  comercialización de medicamentos genéricos a bajo costo.

  Más que lucrar con su nuevo proyecto, explica Menchú, lo que pretendo es ``llevar medicamentos baratos y de calidad a la población pobre de mi país''.