El Nuevo Herald
28 de diciembre de 1998

Inmigrantes mayas se aferran a su cultura

 GISELA SALOMON
 El Nuevo Herald

 Huyeron de sus tierras porque eran perseguidos o buscaban un mejor
 porvenir. Más allá de las fronteras de su país encontraron un sitio en el
 que conservan su cultura y sus costumbres milenarias, hablan sus lenguas,
 visten sus trajes típicos...

 Más de 15,000 indígenas mayas guatemaltecos preservan en el sur de la
 Florida sus ricas tradiciones, pues no quieren asimilarse, sino integrarse a
 la cultura estadounidense. Y otros 15,000 llegan cada año en octubre, al
 empezar la temporada agrícola, para luego emigrar al norte cuando
 terminar ésta en junio.

 ``Buscamos integrar a la cultura maya, de manera que conserve su
 identidad cultural y sus valores, y al mismo tiempo aprenda a funcionar
 en esta sociedad sin avergonzarse de su identidad'', aseguró Jaime
 Zapata.

 Este es el concepto de identidad que tratan de fomentar desde el Centro
 Maya-Guatemalteco, con sede en Lake Worth, que dirige Zapata,
 colombiano de 52 años.

 No es nada extraño ver en las calles de Lake Worth, en el condado de
 Palm Beach, o de Indian Town, en el de Martin, a hombres y mujeres de
 baja estatura y rasgos indígenas que conversan en kanjobal, mame,
 quiché o alguno de los 22 dialectos que se hablan en Guatemala.

 ``Los mayas nos queremos superar, pero lo importante es no olvidar
 nuestras raíces y nuestra identidad'', explicó Miguel Angel Chiquin-Yat,
 del grupo kecche, que escapó de Guatemala en 1989 por temor a que
 grupos militares lo mataran.

 Tampoco es desusado ver a mujeres jóvenes de largos y lacios cabellos
 oscuros que llevan sus embarazos vestidas con coloridas ropas típicas,
 mientras se comunican con sus pequeños hijos en dialecto, o con otros
 mayas o hispanos en dificultoso español.

 ``Lo fundamental para todos los pueblos del mundo es mantener viva su
 cultura'', destacó Chiquin-Yat, de 46 años, mientras manejaba una
 furgoneta en la que transportaba a embarazadas.

 Al parecer, la cultura estadounidense ha abierto las puertas a los mayas y
 ha fortalecido sus deseos de mantener sus tradiciones, según María
 Teresa López, quien desciende de mayas y españoles.

 ``En Guatemala, los mayas son permanentemente discriminados. No
 tienen oportunidades de estudiar y progresar, y es por ello que muchas
 veces se avergüenzan y ocultan su identidad para que no los humillen'',
 comentó López. ``Pero aquí [en el sur de la Florida] se han motivado
 porque no sienten discriminación, y entonces se animan a sacar su cultura
 y lo que ellos son'', agregó.

 Maura Andrés es una de las que no oculta su origen.

 ``Me visto con ropa típica para que no me confundan. Me gusta que me
 reconozcan como maya'', señaló.

 Andrés es una kanjobal de 18 años que luce vestimentas a la usanza de
 su grupo y lleva una abundante cabellera que le llega a la cintura. Ella es
 quien atiende a los inmigrantes que se acercan al Centro
 Maya-Guatemalteco.

 En la cultura del grupo, la tierra y la naturaleza representan la fuente
 generadora de toda la vida.

 Chiquin-Yat, que es fundador y vicepresidente de la Organización de
 Pueblos Mayas en el Exilio, explicó: ``Somos cosmogónicos. Nos
 enseñan a vivir con la madre naturaleza y con el cosmos desde muy
 temprana edad'', aseguró.

 Este concepto encontró eco en Lucio Pérez Reynozo, kanjobal que se
 graduó de abogado en la Universidad de Miami y administra el Centro
 Maya-Guatemalteco.

 ``La tierra tiene un valor muy especial porque nos da comida y vida.
 Tiene el mismo valor que le damos a una madre, sin ella no estaríamos
 aquí'', expresó Pérez Reynoso.

 Y es esta relación tan estrecha que ellos tienen con la tierra la que los
 motiva a trabajar en la agricultura.

 En Guatemala, la mayoría siembra maíz y frijoles en sus propias tierras.
 En el sur de la Florida, muchos de ellos continúan en las actividades
 agrícolas, sembrando tomates, chilli o calabazas. Otros, se dedican a la
 jardinería o trabajan en viveros. Los menos, laboran en la construcción.

 Jerónimo Camposeco, kanjobal que en los años 80 escapó de
 Guatemala y consiguió asilo político en Estados Unidos, señaló que ``no
 se puede considerar al maya separado de la tierra, es como la madre y
 su hijo''.

 Según Camposeco, antropólogo de 60 años, el libro sagrado maya dice
 que todos los hombres fueron creados del maíz. Basados en este
 concepto, los mayas rinden tributo y respeto a la agricultura.

 Herlinda Francisco Andrés extraña el contacto directo con la tierra. Al
 llegar de su país, en 1993 trabajó recogiendo tomate y chilli, pero desde
 hace tres años ayuda a sus amigas embarazadas como traductora cada
 vez que van a un control médico.

 ``Me sentía bien tranquila con mi gente [cuando trabajaba en el campo],
 pero cuando comencé en la oficina no me sentía muy bien porque
 necesitaba ver la tierra, tocarla'', explicó Herlinda, la joven kanjobal de
 27 años que todos los días luce vestidos multicolores típicos con cuellos
 redondos que representan el sol.

 Los mayas comenzaron a llegar a la Florida en los años 80. En un
 principio arribaban mayormente familias, pero en la actualidad muchos
 hombres jóvenes dejan a sus esposas e hijos en Guatemala y viajan para
 las estaciones de cosechas en busca de bienestar económico.

 Uno de ellos es Pedro, del grupo mame, que en noviembre dejó a sus
 cinco hijos y a su esposa en San Marcos, Guatemala.

 ``Es la primera vez que vengo y lo hice por necesidad'', manifestó con
 cierta vergüenza y timidez el miembro del grupo mame, quien por temor
 a las autoridades de inmigración no reveló su apellido.

 Pedro, de 24 años, trabaja entre siete y ocho horas diarias recogiendo
 tomates en los campos de Lantana. Gana el mínimo, es decir $5.25 la
 hora; pero con lo que consigue en un día y medio supera todo lo que
 gana en Guatemala en un mes, que apenas alcanza los $45.

 El sentido de comunidad continúa ejerciéndose entre los mayas y les
 ayuda a sentirse unidos.

 Así, Andrés Cruz, director de la organización Corn Maya de Indian
 Town, explicó que ``casi no extraña a su país'' al convivir a diario con
 otros mayas.

 ``Cultivo con mi gente y hablo mi idioma'', señaló Cruz. ``Casi no nos
 relacionamos con otros grupos porque entre nosotros solucionamos
 nuestros problemas'', agregó.

 Entre las costumbres y tradiciones que conservan los mayas están,
 además del idioma y el respeto a la naturaleza, la comida y el
 reconocimiento a los ancianos.

 ``Quiero seguir con mis costumbres mayas en mi familia, hablar nuestra
 lengua, comer nuestra comida y respetar a los mayores, que son nuestros
 líderes'', aseguró Gregorio Huehuetenango, de 25 años, que continúa
 hablando kanjobal con su esposa e hijo de 18 meses.

 Si bien la comunidad maya del sur de la Florida es numerosa, no todos
 ellos hablan los mismos dialectos y, en consecuencia, no todos ellos
 pueden comunicarse en sus lenguas nativas.

 Así, un maya que habla kanjobal no entiende a otro que habla en kecche.
 Es por ello que muchas veces el español se convierte en el nexo entre
 uno y otro grupo. Sin embargo, y al igual que al inglés, no todos lo
 hablan, especialmente las mujeres.

 ``Cuando quiero hablar con un maya de otro dialecto es como si quisiera
 hablar con alguien en inglés'', contó Herlinda Francisco Andrés, y explicó
 que muchas veces en Guatemala logran comunicarse a través de señas.

 La conquista de las tierras guatemaltecas por parte de los españoles está
 muy viva en la memoria de los mayas, que se molestan cada vez que los
 llaman hispanos o los confunden con los ``ladinos [mestizos que sólo
 hablan español]''.

 Zapata, el director del Centro Maya-Guatemalteco, explicó: ``Se resisten
 a que los clasifiquen como hispanos, porque lo identifican con la invasión
 española que destruyó su propia cultura''.