Inmigrantes mayas se aferran a su cultura
GISELA SALOMON
El Nuevo Herald
Huyeron de sus tierras porque eran perseguidos o buscaban un mejor
porvenir. Más allá de las fronteras de su país
encontraron un sitio en el
que conservan su cultura y sus costumbres milenarias, hablan
sus lenguas,
visten sus trajes típicos...
Más de 15,000 indígenas mayas guatemaltecos preservan
en el sur de la
Florida sus ricas tradiciones, pues no quieren asimilarse, sino
integrarse a
la cultura estadounidense. Y otros 15,000 llegan cada año
en octubre, al
empezar la temporada agrícola, para luego emigrar al norte
cuando
terminar ésta en junio.
``Buscamos integrar a la cultura maya, de manera que conserve
su
identidad cultural y sus valores, y al mismo tiempo aprenda a
funcionar
en esta sociedad sin avergonzarse de su identidad'', aseguró
Jaime
Zapata.
Este es el concepto de identidad que tratan de fomentar desde
el Centro
Maya-Guatemalteco, con sede en Lake Worth, que dirige Zapata,
colombiano de 52 años.
No es nada extraño ver en las calles de Lake Worth, en
el condado de
Palm Beach, o de Indian Town, en el de Martin, a hombres y mujeres
de
baja estatura y rasgos indígenas que conversan en kanjobal,
mame,
quiché o alguno de los 22 dialectos que se hablan en Guatemala.
``Los mayas nos queremos superar, pero lo importante es no olvidar
nuestras raíces y nuestra identidad'', explicó
Miguel Angel Chiquin-Yat,
del grupo kecche, que escapó de Guatemala en 1989 por
temor a que
grupos militares lo mataran.
Tampoco es desusado ver a mujeres jóvenes de largos y lacios
cabellos
oscuros que llevan sus embarazos vestidas con coloridas ropas
típicas,
mientras se comunican con sus pequeños hijos en dialecto,
o con otros
mayas o hispanos en dificultoso español.
``Lo fundamental para todos los pueblos del mundo es mantener
viva su
cultura'', destacó Chiquin-Yat, de 46 años, mientras
manejaba una
furgoneta en la que transportaba a embarazadas.
Al parecer, la cultura estadounidense ha abierto las puertas a
los mayas y
ha fortalecido sus deseos de mantener sus tradiciones, según
María
Teresa López, quien desciende de mayas y españoles.
``En Guatemala, los mayas son permanentemente discriminados. No
tienen oportunidades de estudiar y progresar, y es por ello que
muchas
veces se avergüenzan y ocultan su identidad para que no
los humillen'',
comentó López. ``Pero aquí [en el sur de
la Florida] se han motivado
porque no sienten discriminación, y entonces se animan
a sacar su cultura
y lo que ellos son'', agregó.
Maura Andrés es una de las que no oculta su origen.
``Me visto con ropa típica para que no me confundan. Me
gusta que me
reconozcan como maya'', señaló.
Andrés es una kanjobal de 18 años que luce vestimentas
a la usanza de
su grupo y lleva una abundante cabellera que le llega a la cintura.
Ella es
quien atiende a los inmigrantes que se acercan al Centro
Maya-Guatemalteco.
En la cultura del grupo, la tierra y la naturaleza representan
la fuente
generadora de toda la vida.
Chiquin-Yat, que es fundador y vicepresidente de la Organización
de
Pueblos Mayas en el Exilio, explicó: ``Somos cosmogónicos.
Nos
enseñan a vivir con la madre naturaleza y con el cosmos
desde muy
temprana edad'', aseguró.
Este concepto encontró eco en Lucio Pérez Reynozo,
kanjobal que se
graduó de abogado en la Universidad de Miami y administra
el Centro
Maya-Guatemalteco.
``La tierra tiene un valor muy especial porque nos da comida y
vida.
Tiene el mismo valor que le damos a una madre, sin ella no estaríamos
aquí'', expresó Pérez Reynoso.
Y es esta relación tan estrecha que ellos tienen con la
tierra la que los
motiva a trabajar en la agricultura.
En Guatemala, la mayoría siembra maíz y frijoles
en sus propias tierras.
En el sur de la Florida, muchos de ellos continúan en
las actividades
agrícolas, sembrando tomates, chilli o calabazas. Otros,
se dedican a la
jardinería o trabajan en viveros. Los menos, laboran en
la construcción.
Jerónimo Camposeco, kanjobal que en los años 80
escapó de
Guatemala y consiguió asilo político en Estados
Unidos, señaló que ``no
se puede considerar al maya separado de la tierra, es como la
madre y
su hijo''.
Según Camposeco, antropólogo de 60 años,
el libro sagrado maya dice
que todos los hombres fueron creados del maíz. Basados
en este
concepto, los mayas rinden tributo y respeto a la agricultura.
Herlinda Francisco Andrés extraña el contacto directo
con la tierra. Al
llegar de su país, en 1993 trabajó recogiendo tomate
y chilli, pero desde
hace tres años ayuda a sus amigas embarazadas como traductora
cada
vez que van a un control médico.
``Me sentía bien tranquila con mi gente [cuando trabajaba
en el campo],
pero cuando comencé en la oficina no me sentía
muy bien porque
necesitaba ver la tierra, tocarla'', explicó Herlinda,
la joven kanjobal de
27 años que todos los días luce vestidos multicolores
típicos con cuellos
redondos que representan el sol.
Los mayas comenzaron a llegar a la Florida en los años
80. En un
principio arribaban mayormente familias, pero en la actualidad
muchos
hombres jóvenes dejan a sus esposas e hijos en Guatemala
y viajan para
las estaciones de cosechas en busca de bienestar económico.
Uno de ellos es Pedro, del grupo mame, que en noviembre dejó
a sus
cinco hijos y a su esposa en San Marcos, Guatemala.
``Es la primera vez que vengo y lo hice por necesidad'', manifestó
con
cierta vergüenza y timidez el miembro del grupo mame, quien
por temor
a las autoridades de inmigración no reveló su apellido.
Pedro, de 24 años, trabaja entre siete y ocho horas diarias
recogiendo
tomates en los campos de Lantana. Gana el mínimo, es decir
$5.25 la
hora; pero con lo que consigue en un día y medio supera
todo lo que
gana en Guatemala en un mes, que apenas alcanza los $45.
El sentido de comunidad continúa ejerciéndose entre
los mayas y les
ayuda a sentirse unidos.
Así, Andrés Cruz, director de la organización
Corn Maya de Indian
Town, explicó que ``casi no extraña a su país''
al convivir a diario con
otros mayas.
``Cultivo con mi gente y hablo mi idioma'', señaló
Cruz. ``Casi no nos
relacionamos con otros grupos porque entre nosotros solucionamos
nuestros problemas'', agregó.
Entre las costumbres y tradiciones que conservan los mayas están,
además del idioma y el respeto a la naturaleza, la comida
y el
reconocimiento a los ancianos.
``Quiero seguir con mis costumbres mayas en mi familia, hablar
nuestra
lengua, comer nuestra comida y respetar a los mayores, que son
nuestros
líderes'', aseguró Gregorio Huehuetenango, de 25
años, que continúa
hablando kanjobal con su esposa e hijo de 18 meses.
Si bien la comunidad maya del sur de la Florida es numerosa, no
todos
ellos hablan los mismos dialectos y, en consecuencia, no todos
ellos
pueden comunicarse en sus lenguas nativas.
Así, un maya que habla kanjobal no entiende a otro que
habla en kecche.
Es por ello que muchas veces el español se convierte en
el nexo entre
uno y otro grupo. Sin embargo, y al igual que al inglés,
no todos lo
hablan, especialmente las mujeres.
``Cuando quiero hablar con un maya de otro dialecto es como si
quisiera
hablar con alguien en inglés'', contó Herlinda
Francisco Andrés, y explicó
que muchas veces en Guatemala logran comunicarse a través
de señas.
La conquista de las tierras guatemaltecas por parte de los españoles
está
muy viva en la memoria de los mayas, que se molestan cada vez
que los
llaman hispanos o los confunden con los ``ladinos [mestizos que
sólo
hablan español]''.
Zapata, el director del Centro Maya-Guatemalteco, explicó:
``Se resisten
a que los clasifiquen como hispanos, porque lo identifican con
la invasión
española que destruyó su propia cultura''.