24 de noviembre de 1849
Sor. D. Miguel T. Tolon.
Apreciable amigo: habiendo recibido por mano, de S. D. Pedro Manuel Sánchez Iznaga una copia de las resoluciones adoptadas el 22 del actual por una junta (los nombres de cuyos miembros no me han sido comunicados), tengo que dirigir á Ud., como el secretario cuya firma las atesta como copia verdadera, la contestación que necesitan de mi parte.
Recibo estas resoluciones con respeto, tanto por ellas mismas, como por los dos ó tres individuos que casualmente he sabido tuvieron parte en dicha Junta privada; sin embargo, no puedo aceptarlas como la expresión del sentimiento general de los patriotas cubanos en N. York, pues conozco un gran número de ellos nada inferiores á los demas en todas las cualidades y títulos que hacen merecer la mas cumplida consideración y no solo no han tenido parte alguna en la adopción y discusión de aquellas resoluciones, sino que como yo mismo no han sido invitados a sus reuniones, ni informados de su ecsistencia.
Con respecto al sentido de las resoluciones, contesto refiriéndome á mi carta fecha de antes de ayer dirigida al S. D. Cristobal Mádan, uno de los miembros de esa Junta privada. Haré aquí no obstante una breve indicación de las razones que me impiden convenir en la formación de una Junta Suprema Gubernativa Secreta:
Porque yo tengo hecho arreglos de suma ecselencia para una espedición temprana y poderosa, y el obstáculo que se presenta para la ejecución de mis planes, ha nacido manifiestamente del conflicto con otro plan cuya base fundamental es una larga é indefinida tardanza.
Porque considero estas pretensiones como calculadas ya, que no designadas, solo para encadenar la resolución sugetándola al dominio lejano del club de la Habana, de cuya representación aquí proceden principalmente: club tan sin títulos a este derecho, que ha sido la causa dominante del aborto de la reciente tentativa, como también lo fue del abandono de la primera, según de ello se ha lamentado muchas veces conmigo mismo su representante aquí; á mayor abundamiento estoy enterado de que emplearán su influencia en hostilizar cualquier espedición que pueda salir antes del mes de Junio del año entrante, es decir antes de que se haya concluido la zafra.
Porque es de la mayor importancia no perder un momento en romper las cadenas que afligen á nuestro país, haciendo salir la espedición lo mas pronto posible, y aprovechando á la vez la estación favorable á las tropas americanas, antes de la llegada de refuerzos ó releva de la guarnición de la Isla, y ántes que el entusiasmo público en Cuba fatigado y gastado por tan largas dilaciones, se abata y destruya perdiendo nosotros la confianza que hoy nos dispensan; y porque mis compromisos con los patriotas de Cuba lo reclaman.
Porque esta cuestión de Juntas y de Gobierno ha nacido de pocos días acá y no ántes de haberme yo adelantado á trabajar en vano por armonizar los dos planes y bajo circunstancias que me patentizan que no es mas que un medio indirecto de detenerme y ponerme en el caso de abandonar un plan muy superior en elementos de seguridad y rapidez, al otro por el que me he negado á sacrificarlo.
Porque al presente, la cuestión es de organización y acción militar y no de Gobierno civil, porque la responsabilidad a Cuba y al mundo es principalmente mía y conozco demasiado que la unidad, energía y prontitud son indispensables en estas empresas, y que mientras nadie pueda temer fundadamente aspiraciones ambiciosas de mi parte, la concentración del poder durante la crisis revolucionaria al nacer la independencia de Cuba, es la única garantía posible que puede tener el triunfo de tan sagrada lucha.
Porque las medidas propuestas no prometen ningún bien que compense los peligros y males manifiestos que á ellas se seguirán, no pareciendo posible por otra parte, que pueda pretenderse mejorar un plan que pone los preparativos militares y navales bajo la dirección de gefes americanos de alta grduación, talento, esperiencia y honradez, ampliamente provistos de todos los elementos necesarios para asegurar el mejor écsito.
Porque faltando á una Junta de Gobierno secreta las garantías necesarias de responsabilidad pública, únicas que en las actuales circunstancias podrían justificar el que sometiese á ella mi libertad de acción, es imposible que consienta en sacrificar á dícho cuerpo mis convicciones, mi deber para con Cuba, los medios y la organización ya preparados por mí, y sobre todo mi determinación de que no se retarde mi salida á la cabeza de una espedición libertadora. Si he llegado hasta consentir en sujetarme á la dirección de una Junta pública es porque conozco que nadie tiene títulos á la gloria de semejante posición que no se atreva á aceptar todas sus altas responsabilidades públicas y que de parte de los que no temieren aceptarlas hallaría ciertamente una energía é impaciencia por la. libertad análogas á las mías.
He aquí en sustancia las razones que me asisten para no consentir en reconocer una Junta como la que se me propone, á la vez que yo mismo ofrezco aceptarla con solo la condición y garantía de que sea pública. Si aquellos á quienes representa la firma de Ud. no quisieron avenirse á esta condición, queda abierta para su aceptación la segunda alternativa, según se contiene en la carta a que me he referido. Si esto tampoco satisface sus miras sin dejar de sentir sobremanera la pérdida de su útil, pero no indispensable cooperación, solo me quedará el deber de seguir por el camino recto de la lealtad y el patriotismo la misión libertadora a la cual he consagrado mi vida, con ayuda y apoyo de todos los buenos cubanos que quisieron seguirme, satisfecho de que la historia, el juicio de mi conciencia y toda inteligencia imparcial en Cuba, aprobarán los esfuerzos y sacrificios que me he fatigado en hacer con la mira de conciliarme su cooperación y de restablecer la concordia entre nuestros consejos divididos.
Concluyo por último invitando á los miembros del club ó Junta cuyas resoluciones me han sido comunicadas, a que asistan á una Junta general de los patriotas cubanos residentes en esta ciudad que, me he decidido á convocar para que se discuta amigablemente todo asunto sobre el cual haya entre nosotros divergencia de opiniones, con la fundada esperanza de que presidiendo á sus deliberaciones el genio de la patria, genio hostil á toda suerte de intriga, cábala, interés privado ó sentimiento personal, emanará de ella el feliz resultado de una concordia fraternal, el olvido de todo lo que debe olvidarse, y una cooperación enérgica en lo sucesivo que aseguro de antemano el triunfo de la causa común y la agregación de la estrella de Cuba á las que ya brillan en la gloriosa bandera de la Union Americana.
Narciso López