Sobre el Mississippi, Abril 4/1850.
Querido paisano: he tenido el gusto de recibir y leer con la mayor atención, su carta fecha 7 de marzo, escrita en representación del Club de esa ciudad. Aprovecho esta ocasión de contestarla para decirle algo sobre estas sus cuatro palabras concluyentes: "acepte francamente nuestra cooperación." Este algo será solo asegurarle con religiosa gravedad, que después de la libertad de Cuba no hay otra cosa que con tanto ardor desee, como la cooperación sincera y práctica de todo buen patriota cubano en el glorioso deber de conquistarla. Cuantas pruebas no he dado de este deseo! Cada servicio hecho ó que se haga, cada sacrificio que se sufra por Cuba, no dejará nunca de encontrar en mí una aceptación grata y cordial. El pasado es ya irrevocable: la política de impedir cualquiera espedición durante el tiempo de la zafra actual de que el Consejo Cubano ha sido el instrumento, ya ha logrado su mas completo efecto, y Cuba permanece esclava. Aquel cuerpo tan infatigable, astuto y hasta inmoral para salvar la zafra, no da ahora señales de animarse á adoptar otra política que salve también á Cuba y el honor mismo tan comprometido de él y de sus comitentes. Sin embargo, me lisonjea la esperanza de que esta futura "cooperación" de que Ud. me habla, y que el Club habanero quisiera dictar á sus comisionados en este país, con los medios de accion que poseen y un tan vasto campo abierto para emplearlos, puede en parte compensar los males pasados, que no debemos perder el tiempo en lamentar. Que ese Club haya podido suponer que yo fuese capaz de detener ahora voluntariamente, la prosecución práctica y enérgica de mis actuales planes por solo palabras y esperanzas que no son ciertamente mas lisonjeras que las de épocas pasadas, es cosa que no puedo comprender y que me resisto á creer. No, paisano, por lo que á mi me toca, invocando á Cuba, y con la sagrada bandera de su libertad en la mano, marcharé adelante sin pararme ni desviarme un ápice a derecha ni izquierda, hasta colocarla en punto donde se le considere triunfante y respetable: á este fin bienvenida sea cualquiera clase de "cooperación" patriótica. Si el Club habanero desea, como lo creo, prestarle alguna de importancia y acreedora á la gratitud de Cuba libre, me permitirá le aconsejo que sus miembros no pierdan tiempo en reunir todos los recursos que puedan, y prevenirse de cuantos medios les ocurran practicables y que puedan rendir servicios á la patria en la hora no lejana en que puede ser los necesite urgentemente y con respecto A sus comisionados aqui (de los cuales no tengo la menor noticia) lo que les queda que hacer en las actuales circunstancias, es aprovechar sin perder tiempo las armas que tienen en su poder y que me rehusaron a pesar del derecho incontestable de mi reclamación y hacer juzgar por el valor que tengan las garantías habaneras para ayudar á la organización y salida de espediciones auxiliares que deberían seguir á la primera que ha de tener el honor de desplegar y plantar el estandarte libertador en las playas de Cuba.
De esta manera su "cooperación" podría todavia ser útil y honrada para ellos. Pero si se le quiere dar otro sentido á aquellas palabras, y se apetece que yo siga como antes demorándome para cambiar con ellos otros nuevos planes, lentos y dudosos, ya ha pasado el tiempo, paisano amigo, y dejándome mucha esperiencia para que yo fuese torpemente á hacer el sacrificio de planes que tantos trabajos bajos y sinsabores me ha costado adelantar, y que en mi conciencia considero adecuados para conseguir el obgeto, por una prometida "cooperación" y mucho mas cuaudo en la misma carta en que el Club parece quererme entretener con tal sugestión, impone otra nueva condición para agregarla á las que antes paralizaron toda acción enérgica y eficaz, condición por su naturaleza imposible, y tan absurda, que hace dudar de la buena fé de los que la concibieron. Es decir, la seguridad de que el gobierno americano no se opondrá á la salida de la espedición.
Hagame el favor de enseñar
esta á Catuche y de repetir al Cubano lo que también quiero que Vd. y mis
demás amigos tengan en cuenta, esto es mi deseo de que estén siempre listos
y á pique: la hora se aproxima y yo no quiero que se dejen coger dentro
de las murallas de la Habana cuando con la hora llegue a Cuba la noticia
de la presencia de su apasionado amigo y paisano
Narciso Lopez