Carta de Narciso López a José Antonio Echeverría

 
Washington, 10 de enero de 1850


Por su carta se ve claro que Ud. cree que los documentos á que alude le han informado de los fundamentos de la lamentable controversia entre los señores que componen el Consejo y yo, cuando solo le han conducido á juzgar muy imperfectamente el verdadero estado de la cuestión. Verdaderamente me complace el prospecto que presenta la llegada de las prometidas garantías, pero si vi enen, como su carta me hace inferir, acompañadas de la condición de que ninguna expedición haya de salir en "cuatro ó seis meses", no producirán otro cambio en la condición de las cosas, y solo confirmaran la razon principal avanzada por m¡ desde el principio para negarme á sacrificar mis planes á los de los representantes de Ustedes aquí; justificaran mis cálculos y mi conducta; y patentizaran el error de las manifestaciones hechas por mis contrarios, de que la dilación hasta después de la zafra no daría el resultado necesario de mi sumision al poderío reclamado por ellos.

Con respecto a la cuestión de Juntas, Ud. ha comprendido mal el verdadero valor que tiene en ella la condición de ser públicas ó secretas. Yo jamás he deseado ni creído conveniente en el período que atravesamos ninguna de ninguna especie, y solo ansio por un gobierno provisional instalado en cualquier punto de Cuba. La junta secreta fue establecida como un medio de refrenar mi determinación de obrar sin demora. Si yo ofrecí reconocer una pública, fue porque, al paso que deseaba desmentir el cargo de dictadura militar con que se me insultaba, no temía los mismos males de ella que podría producir una secreta. Mis adversarios no hicieron caso alguno de mis objeciones ni de mi negativa á reconocer la junta secreta que confeccionaban, sin duda creyendo ó esperando que yo me encontrase impotente para libertar á Cuba sin ellos é impelido así a sucumbir y someterme á la autoridad con que ellos juzgaban investirse por si mismos. Entonces fué que como una medida simplemente defensiva, y casi impuéstoseme por el sistema que se había seguido contra mí, que me resolví á no perder mas tiempo en vanos esfuerzos para efectuar una reunión, la que solamente consideraba llegaría a ser posible cuando mis oponentes me mirasen avanzando con feliz suceso en la organización de mi espedición. Para aprovecharme de los recursos que sabía abundaban en este país, la publicación que V. censura era muy útil y necesaria. No estaba tampoco espuesta á ninguna objeción legal ó política en este país, donde no podría menos de ser altamente ventajosa. En cuanto, á sus efectos en Cuba, yo estoy satisfecho que aunque quizá no del entero agrado de algunos pocos patriotas de la Habana, bien merecía que se hubieran gastado un millar de duros en hacer lo que el gobierno de la Isla ha hecho, es decir, publicar en sus periódicos para que lo supiese toda ella, que yo estoy aquí constante y activamente trabajando para conseguir su libertad y su bien, proporcionando á la vez, de un modo que nadie podría esperar, una credencial irrecusable á las cartas y proclamas que recientemente he hecho dirigir y circular entre esa guarnición.

Pareceme tambíen que V. no ha comprendido que esta junta no tiene ni ha tenido pretensiones á erigirse en gobierno, autoridad ó cosa que lo valga. Sus patriotas y honrados miembros me ayudan simplemente en los trabajos que demandan los negocios que tengo entre manos, toman parte en ellos con sus consejos y personal acción en los casos que yo los necesite: al mismo tiempo me sirven como un núcleo público pa.la concertación de aquellos recursos americanos á los cuales he tenido que apelar.

Sosiegue, paisanito, el animo alarmado a causa de la división que me pide termine por esa sumisión que he rehusado, no por que la creyese humillante á mi dignidad personal herida por un trato tan injusto como ingrato, sino porque estaba y estoy
profundamente convencido que sería perjudicial á la causa de la libertad de Cuba. El primer motivo, siempre he estado y estaré pronto a sacrificarlo, el último, nunca. Si no he podido conseguir las ventajas de una reunión y unanimidad de
pensamiento bajo la inspiración en que he insistido de una decidida, pronta y patriótica energía, es indudable que la emulación y la presente rivalidad quedan como lo mas conveniente en el estado actual de cosas. A esta última causa, y á la
directa ínfluencia de mi pasada marcha y presente posición, han de atribuirse, no solo las grandes suscripciones de aquí, sino tambien el actual envío de las garantías de allá. Ya ve Ud. que estos son prácticos é importantes resultados, ellos seguirán y
concluirán con el arribo á las playas de Cuba de una fuerza mucho mayor y en un día mucho mas próximo del que pudiera esperarse si torpemente hubiera entregado los destinos del movimiento en manos que con gran lujo de razones yo
considero, no solo inadecuadas para la tarea a que aspiran, sino aun a propósito para hacerla interminable ó inconseguible.

Agradezco sinceramente á Ud. y al Club de esa ciudad la buena opinión que tienen de mí, opinión que me esforzaré en no desmerecer ya que no me sea dable aumentar.

Nada recientemente he sabido del Consejo. Sus comunicaciones á Udes. no dudo les informarán de todas sus operaciones y miras. Movido por las invitaciones de Ud. trato de ir dentro de poco á hacer otro esfuerzo con el fin de ver si es posible una reunión fundada en la unánime adopción de una constitución provisional sobre la base que al paso esté en consonancia con mi propia inflexible resolución de no poner en peligro la causa por débiles y fatales demoras, será honrosa a todos. Si los deseos que Ud. manifiesta de una pronta y completa armonía no se ven realizados, la culpa no será mía.

Hasta luego, paisano amigo, en el suelo de la esclavizada Cuba
                                                                                                                            Narciso López