El Nuevo Herald
July 19, 1998
 
 
Castro sufrió parálisis central y encefalopatía

PABLO ALFONSO El Nuevo Herald

San José, Costa Rica -- Cuando la cirujana cubana Elizabeth Trujillo Izquierdo recibió la orden de permanecer acuartelada en el exclusivo hospital habanero CIMEQ el pasado octubre, pensó que se trataba de otra de las pruebas de alerta, convertidas ya en monótona rutina. No imaginó que estaría dos semanas sin salir de allí porque ese día el paciente ingresado de gravedad en el quinto piso era el gobernante Fidel Castro.

El líder cubano llegaba al hospital con síntomas de encefalopatía hipertensiva, una condición que paraliza funciones del cerebro y que en casos severos conduce a la muerte.

Trujillo reveló a El Nuevo Herald que Castro ya había tenido una ``parálisis central'' que le afectó ``el lado izquierdo del rostro'' aproximadamente en agosto, aunque no puede recordar la fecha exacta. Añadió que cuando el Papa Juan Pablo II viajó a Cuba en enero, Castro ``estaba convaleciente de otra recaída''.

En el imperceptible otoño cubano, la llegada de Castro al hospital iba a servir para marcar no sólo el paso de una temporada, sino también el del clima político que se respira en los vericuetos del régimen, porque el único agente de cambio en el país es la salud del líder de 72 años.

En una entrevista concedida esta semana a El Nuevo Herald en un lugar secreto de Costa Rica, Trujillo dijo que Castro ingresó de urgencia en el Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas (CIMEQ) el 22 de octubre de 1997 y salió el 28. Dos días después, reingresó de nuevo, por otras 48 horas.

``El diagnóstico médico que aparece anotado en su historia clínica por ese ingreso es encefalopatía hipertensiva'', afirmó.

El doctor Enrique Carrazana, jefe de la Sección de Neurología del Baptist Hospital de Miami, y del Centro Neurológico del Sur de la Florida, explicó que la encefalopatía hipertensiva la provoca ese asesino silencioso que es la hipertensión arterial.

Añadió que, cuando ataca al cerebro súbitamente, trae consecuencias tan graves como parálisis o hemiplejia de una zona del cuerpo; problemas en el habla, confusión, convulsiones, falta de coordinación, coma y hasta la muerte.

``La encefalopatía hipertensiva tiene un alto índice de mortalidad'', afirmó Carrazana.

Aunque los comentarios sobre el delicado estado de salud de Castro han circulado en varias ocasiones en los últimos años, ésta es la primera vez que un especialista que afirma que lo atendió recientemente ofrece amplios detalles de los padecimientos que aquejan al gobernante cubano.

Sin embargo, no hay otra fuente dentro o fuera de Cuba que pueda verificar el testimonio de la doctora Trujillo. La salud de Castro es guardada como un secreto de estado en el país. En el pasado, cuando Castro dejó de fumar tabacos, se rumoró que tenía problemas pulmonares, y también ha habido rumores de que sufría mal de Parkinson y trastornos cardíacos, pero nunca antes un médico que lo atendiera había hablado del tema.

Un neurocirujano cubano que practicó en el CIMEQ, confirmó el sábado que supo en los últimos días que Trujillo y su esposo, el doctor Félix Ochoa Cabrera, habían salido de Cuba.

Trujillo explicó que el tratamiento que recibió Castro, fundamentalmente, consistió ``en sedarlo al máximo, casi en un estado de coma, durante los primeros tres días, para evitar la formación de algún coágulo que afectara el cerebro''.

``Es lo que se hace por lo general en estos casos. Yo estaba allí como cirujana y no conocí específicamente la medicación que le suministraron'', indicó. ``El médico general de Castro, Carlos Valdés, era quien se encargaba de eso''.

Añadió Trujillo que el ambiente en esos días entre el grupo de médicos era tenso, pero que nadie hablaba sobre los problemas de salud de Castro.

``Es lo habitual, no se comenta'', subrayó.

Cuando el Papa estuvo en Cuba en enero, Castro se había recuperado de otra crisis, precisó Trujillo.

``Se veía aparentemente bien por el maquillaje y el tratamiento que está recibiendo en la cámara hiperbárica'', subrayó.

La cámara hiperbárica puede ser de diversos tipos. Por lo general es una especie de tubo donde se introduce la persona y se le suministra oxígeno por encima de una o dos atmósferas, según las necesidades del paciente.

``La tiene en su casa, en la oficina, en el avión que viaja, y poco más y se la ponen también en el Mercedes'', afirmó. ``Cuando viaja fuera del país uno de los aviones es prácticamente un hospital, equipado hasta para hacer cirugía''.

Trujillo afirmó que Castro padece de ``problemas cardíacos'' que ella no puede precisar porque no tiene acceso a esa información concreta, aunque los comentarios circulan discretamente entre el personal médico que lo atiende. En cambio, aseguró que los rumores sobre un tumor canceroso en los pulmones carecen de fundamento.

``Eso ya está descartado'', subrayó. ``Para hacerse esas pruebas y otros exámenes estuvo hospitalizado en Ginebra. Aunque yo ya no estaba en Cuba, lo sé de muy buena fuente''.

El Ministerio de Relaciones Exteriores en La Habana no respondió llamadas de El Nuevo Herald para comentar el caso.

Trujillo, de 34 años, vinculada familiarmente a figuras clave que se mueven discretamente tras las bambalinas del poder en Cuba, escapó a Costa Rica en abril y no tenía planes de hacer declaraciones a la prensa. Pero, según dijo, un fallido intento de secuestrarla en San José el 20 de junio, presuntamente organizado por agentes cubanos radicados en Nicaragua, la motivó a contar su historia luego de ocultarse en un refugio seguro.

Su esposo también desertó en abril, durante un viaje oficial a Brasil, y se encuentra presumiblemente en ese país. Es hermano paterno del general de división Arnaldo Ochoa, fusilado en 1989 tras un polémico caso de narcotráfico que involucró a altos jefes militares cubanos.

Según el relato de Trujillo, ella y sus colegas médicos y enfermeras habían concluido su turno a las 4 p.m. del 22 de octubre cuando les comunicaron que no podían salir del lugar: una alerta de seguridad.

``Como de costumbre nadie pregunta nada. Sabemos que no se puede preguntar. Esperamos nada más'', indicó. ``Pero en un momento determinado, alguien comentó en voz baja: `El que está arriba seguro es el tipo. . .', pasando la mano por la barbilla'', un gesto habitual entre cubanos para referirse a Castro sin mencionar su nombre.

La espera no tardó demasiado. Un grupo selecto de médicos y enfermeras fue llevado al quinto piso. El resto se envió a sus casas. Trujillo fue una de las seleccionadas.

``Se formó como un grupo de apoyo, dos por cada especialidad, que sirve para consultar y asistir a los médicos personales de Fidel'', indicó.

Entre ellos Trujillo recordó que fueron seleccionadas también Margarita Alonso Castro, angióloga, y Carmen García Beltrán, de medicina general. El grupo de médicos lo completaron los cardiólogos Noel González y el doctor Hernández Cañero, director del Centro de Investigaciones Cardiovasculares, que son de su equipo personal.

``Castro tiene, además, dos médicos alemanes, de la antigua Alemania Oriental, muy buenos, que forman parte también de su equipo personal'', precisó Trujillo. ``Ellos fueron los que prácticamente tomaron las decisiones''.

Dentro del CIMEQ, que es un hospital localizado en el exclusivo Reparto Siboney y que funciona con un estricto reglamento militar, el quinto piso está dedicado a altas figuras militares y del gobierno. Cuando alguno de ellos está hospitalizado, la entrada al lugar es restringida.

``Pero esta vez fue todo diferente. Se clausuró la entrada al quinto piso de todo el mundo. Sólo quedamos los médicos y enfermeras escogidos y un reducido personal de servicio. El resto eran gente de la Seguridad'', dijo Trujillo.

En el quinto piso hay tres salas, cada una como pequeños apartamentos con todas las comodidades. Castro fue instalado en la sala A, que es la más grande, y sus escoltas ocuparon la B y C, al frente y al lado, respectivamente. El personal médico dispone de un pequeño comedor junto a una terraza, y de dos habitaciones, una para hombres y otra para mujeres, con baños independientes, acondicionadas con literas.

``Yo lo estuve viendo físicamente durante los siete días'', dijo Trujillo. ``No lo medicaba, sino que entraba, en mi turno, para chequearlo. Valdés, o alguno de los alemanes, nos informaban cómo estaban sus signos vitales, cómo respondía al tratamiento, la rutina de una visita a una sala''.

Trujillo dijo que durante los días que Castro estuvo hospitalizado no observó visitas de sus hijos, su mujer o sus hermanos. Ni de ninguna figura del gobierno.

``Allí no entró nadie'', subrayó.

``Fidel es un hiperactivo y hubo que sedarlo completamente. Dejarlo con la mente en blanco, tipo coma, porque si no él sigue mandando, preguntando. Quiere mandar hasta a los médicos. Está acostumbrado a ser así: es el que manda'', afirmó Trujillo.

Después del tercer día, cuando Castro estuvo más tranquilo y prácticamente fuera de peligro, Trujillo habló con él en dos oportunidades.

``Hablamos de cosas personales mías. El me conoce a mí desde niña. Cosas normales. Me preguntó por mi hijo, que cómo estaba. Yo le pregunté también cómo se sentía'', dijo Trujillo. ``Eso fue todo. Pero de medicina, de sus problemas de salud, nada''.

Explicó que el personal que asistió a Castro estuvo sin salir del CIMEQ hasta el 11 de noviembre. Trujillo no sabe por qué ellos permanecieron acuartelados en el CIMEQ aún después de la salida de Castro.

``No tengo explicaciones para eso, pero la fecha no se me olvida porque yo cumplo años el 14 de noviembre y pensé que iba a pasar mi cumpleaños allí'', subrayó.

Según los archivos periodísticos cubanos consultados por El Nuevo Herald, Castro firmó el 31 de octubre la orden de ascenso del general Alvaro V. López Miera como Jefe del Estado Mayor General, en sustitución del general Ulises Rosales, nombrado ministro del Azúcar.

El 2 de noviembre Castro estuvo presente en la inauguración de la XV Feria Internacional de La Habana, y el viernes 7 viajó a la Isla Margarita en Venezuela para participar en la VI Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y Gobierno, y regresó a La Habana el domingo 9 por la noche.

Durante el tiempo que estuvo acuartelada en el CIMEQ para atender a Castro, Trujillo sólo llamó a su casa en algunas ocasiones para decir que ella estaba bien, sin más explicaciones.

Personal de Seguridad del Estado salía del piso para buscar uniformes limpios al personal médico y era también encargado de llevar diariamente la comida. La ración de Castro venía sellada en una bandeja de aluminio.

``Conociendo cómo funciona su seguridad, yo me imagino que ese plato se cambia por el camino 10 veces'', dijo sonriendo Trujillo. ``La primera bandeja que sale de la cocina seguro que no es la que llega a sus manos''.

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