El Nuevo Herald
17 de abril de 2001

La espía que quiso matar a Castro cuenta su historia

GEMMA CASADEVALL / EFE
BERLIN

La azarosa vida de Marita Lorenz, la espía germana de la CIA que amó a Fidel
Castro, ha cobrado actualidad en Alemania a través de un libro y un documental,
en los que la protagonista cuenta su romance con el líder cubano y un posterior
intento de atentado, ``desarticulado'' por amor.

A los 19 años Lorenz fue la amante de Fidel; a los 22 tuvo una hija con el ex
dictador venezolano Marcos Pérez Jiménez; un año después compartió misión
con el asesino de John F. Kennedy y, tras sobrevivir a varios intentos de
asesinato y nuevos encargos del espionaje, subsiste como puede con el auxilio
social en Nueva York.

Uno sólo de los episodios de la vida de esta mujer, que ahora tiene 61 años,
hubiera bastado para alimentar varias películas de Hollywood.

El compendio de estas tormentosas experiencias forma ``Lieber Fidel: Mein
Leben, meine Liebe, mein Verrat'' --``Querido Fidel: mi vida, mi amor, mi
traición''--, título del libro que acaba de lanzar la editorial Econ Ullstein List y del
documental que proyectó la primera cadena de la televisión, ARD.

Su eje es el ``capítulo cubano'', que arranca en 1959, cuando Marita conoce a
Castro a bordo del barco que les lleva a La Habana, el ``Berlín'', del que su
padre, Heinrich F. Lorenz, era capitán.

Atrás quedan la infancia en Bremen, la deportación a Bergen-Belsen con su
madre, una colaboradora aliada, y su violación, a los siete años, por un soldado
estadounidense.

``Serás la reina de Cuba, mi alemanita'', cuenta Marita que le prometió Fidel, de
quien fue amante durante ocho meses hasta que un embarazo inoportuno y
posterior aborto --según ella, provocado, bien por la CIA, bien por el propio
Castro-- acabaron con el idilio.

La ocasión de la venganza le vino luego de la mano del espionaje
estadounidense, que según ella la incorporó a una trama para liquidar a Castro.

Pero el amor de juventud renació y el ``arma asesina'', un veneno mortal, acabó
en el desagüe de un bidet, cuenta Lorenz décadas después.

El director del film, Willi Huismann, reconoce que al principio escuchó con
incredulidad la historia, en la que se agolpan demasiado azar y demasiadas
arriesgadas misiones para una persona sola, de apariencia frágil, cuyos ojos
brillan como los de una iluminada.

Pero el realizador alemán, en cuyo currículum se acumulan varios prestigiosos
premios de cinematografía, acabó cautivado por Marita, a la que acompañó a
Cuba, cuarenta años después de aquel viaje en el ``Berlín'', con intención de
asistir a un emocionado reencuentro.