El Espectador (Bogota)
Febrero 23, 2003

Asi volaron El Nogal

                Dos semanas después del atentado contra El Nogal, los investigadores ya lograron
                establecer que un socio e instructor de squash fue la persona que entró el carro
                bomba al parqueadero del club. Se trata de John Freddy Arellán Zúñiga, un joven
                de 26 años, quien también murió en el atentado.

                Las piezas que conforman el rompecabezas de la investigación que adelantan los
                expertos en antiterrorismo de la Fiscalía General de la Nación, la Policía de Bogotá y la
                Agencia para el Control del Alcohol, Tabaco y Armas de fuego (ATF) de Estados
                Unidos, comienzan a encajar para establecer cómo se perpetró el criminal atentado
                contra el Club El Nogal, ocurrido el pasado viernes 7 de febrero y que cobró la vida de 35
                 personas y dejó heridas a otras 200.

                 Un puñado de investigadores ha logrado en escasas dos semanas armar la columna
                 vertebral de lo que ocurrió ese trágico día en uno de los sectores más exclusivos de la
                 capital.

                 A lo largo de estos 15 días, los hombres que tienen a cargo el caso del Club El Nogal
                 se dieron a la tarea de analizar cada uno de los videos del circuito cerrado de
                 vigilancia del club, a través del cual se controlaba el ingreso de los vehículos a los
                 parqueaderos, con el fin de determinar quién entró el carro bomba.

                 Igualmente, han estudiado cada hoja de la bitácora que contiene el registro de todas
                 las personas que ese día ingresaron a El Nogal, para establecer si las Farc lograron
                 infiltrar algunos de sus hombres en las instalaciones del club.

                 Por su parte, los investigadores de la ATF, de Estados Unidos, que llegaron a Colombia
                 al día siguiente del atentado, se dieron a la tarea de reconstruir el carro bomba que
                 explotó ese día aproximadamente a las 8:15 de la noche, para poder determinar la
                 cantidad y calidad del explosivo que utilizaron los terroristas.

                 Las autoridades también lograron atar cabos sueltos a través de una serie de
                 testimonios que fueron recogidos de más de un centenar de informantes, quienes han
                 entregado pistas claves para establecer cómo se diseñó el plan terrorista de ese
                 viernes 7 de febrero.

                 El hombre clave

                 Con este material en la mano, los investigadores ya tienen una serie de respuestas
                 concretas y contundentes de lo que ocurrió esa trágica noche. Entre otras cosas, la
                 investigación ha permitido establecer cómo se ingresó el carro bomba, qué tipos de
                 explosivos se utilizaron, qué cantidad de carga se acondicionó en el carro, quiénes han
                 sido los terroristas que infiltraron las Farc entre el personal de trabajadores del Club El
                 Nogal y cómo el cerebro de las Farc que montó la operación estuvo ese día en las
                 instalaciones del club.

                 De acuerdo con los informes rendidos por los investigadores, el carro bomba que
                 ingresó al club, un Renault Mégane rojo ámbar, modelo 2002, pertenecía a John
                 Freddy Arellán Zúñiga, uno de los instructores de squash y socio del Club El Nogal y
                 quien murió como consecuencia del atentado.

                 Las investigaciones lograron determinar que el vehículo, que había sido comprado de
                 contado por 38 millones de pesos y con una cédula falsa en septiembre de 2002, en
                 las oficinas de Autonal, ingresó por la entrada del club ubicada a la altura de la carrera
                 quinta.

                 Los investigadores, igualmente, han determinado que una de las personas que
                 perdieron la vida esa noche en el Club El Nogal y que finalmente pudo ser identificada
                 por los médicos forenses, era uno de los familiares de John Freddy Arellán Zúñiga. Se
                 trataba de un tío de nombre Osvaldo y quien, de acuerdo con la investigación, también
                 ingresó ese día a El Nogal en el vehículo del instructor de squash y probablemente se
                 encontraba dentro del carro en el momento de la explosión. Por esa razón fue muy
                 dispendiosa la labor de los médicos forenses para lograr su identificación.

                 Las pesquisas realizadas por los investigadores han cobijado una serie de cuentas
                 bancarias a nombre de John Freddy Arellán Zúñiga, donde se cree que los terroristas
                 realizaron depósitos de dinero, todavía no establecidos, como posible pago por el
                 trabajo que realizó el instructor de squash para ingresar el vehículo a las instalaciones
                 del club. Estas labores de verificación de los investigadores aún no han finalizado,
                 pues las cuentas están cifradas.

                 Dentro del análisis realizado a los videos del circuito cerrado de seguridad y vigilancia
                 del club, los investigadores pudieron establecer que los vigilantes conocían el carro de
                 Arellán Zúñiga, pues además de ser instructor de squash, se había convertido en socio
                 del club, pues no hacía mucho había adquirido una acción por un valor cercano a los
                 40 millones de pesos.

                 Además, los investigadores señalan que se facilitó el ingreso por cuanto extrañamente
                 ese día se había retirado a los perros antiexplosivos que estaban asignados para el
                 control del ingreso de vehículos sobre la carrera quinta.

                 John Fredy Arellán Zúñiga llevaba cerca de seis meses laborando como instructor de
                 squash en el Club El Nogal. Según las investigaciones, su ingreso al club se hizo a
                 través de una compañía que presentó su hoja de vida.

                 Sobre su vida, todavía es poco lo que conocen los investigadores. Se sabe que tenía
                 26 años, que se crió junto a su abuela y tíos después de la separación de sus padres,
                 que ocurrió cuando él era muy pequeño.

                 Según las autoridades, John Arellán había montado un negocio familiar que llamó
                 “Invernar”, que era una fábrica de invernaderos que dirigía personalmente. Y aunque
                 se movilizaba en un carro de 38 millones de pesos y tenía una acción de 40 millones,
                 su vivienda era un modesto apartamento que había alquilado en un populoso barrio en
                 el sur de la ciudad.

                 Dentro de las investigaciones que se adelantan, las autoridades del caso El Nogal
                 manejan la hipótesis de que los terroristas decidieron hacer explotar el carro bomba
                 antes de que Arellán Zúñiga abandonara las instalaciones del club, muy posiblemente
                 con la finalidad de que no quedara testigo alguno que pudiera posteriormente
                 colaborar con las autoridades.

                 Igualmente, está por confirmarse desde que época Arellán trabajaba para las Farc y
                 qué tipo de instrucción en el manejo de explosivos recibió por parte de los hombres
                 del grupo subversivo.

                 Según las investigaciones, Arellán se encontraba el viernes 7 de febrero, a las 8:15 de
                 la noche, en el quinto piso, en el sector del restaurante-bar, donde impactó con mayor
                 fuerza la bomba.

                 El guerrillero en El Nogal

                 Las investigaciones también señalan que John Freddy Arellán Zúñiga no actuó solo ese
                 día en el Club El Nogal. Dentro del análisis de información que se ha adelantado se ha
                 podido establecer que al club ingresó el autor intelectual del atentado.

                 Según las investigaciones, antes del mediodía del viernes 7 de febrero, Javier Paz, uno
                 de los hombres de las Farc más cercanos al Mono Jojoy, estuvo en el interior del club.
                 De acuerdo con las autoridades, Paz llegó hacia las 11 de la mañana y luego tomó uno
                 de los ascensores, que lo llevó al piso 11. En ese sector funcionaba una enorme
                 cafetería, que en las horas de la mañana atendía los desayunos de los socios y
                 clientes. En esa misma zona están la piscina y los vestidores de los menores de edad.

                 Los análisis realizados por los investigadores han podido determinar que Javier Paz
                 permaneció por cerca de dos horas en las instalaciones del club. En la cafetería del
                 área de piscina pidió servicio a uno de los meseros y realizó varias llamadas por
                 teléfono.

                 Una serie de retratos hablados que se elaboraron con la colaboración de empleados
                 del club es la prueba más contundente que tienen las autoridades para señalar que
                 Javier Paz sí estuvo ese día en el Club El Nogal. La verificación de esa información se
                 realizó con una foto que encontraron los organismos de inteligencia y que
                 posteriormente fue constatada con varios de los empleados que colaboraron en la
                 elaboración del retrato hablado.

                 De acuerdo con las autoridades, Javier Paz fue encargado por el secretariado de las
                 Farc de montar el esquema de las células guerrilleras que operan en la capital. Son
                 pequeños grupos que no pasan de cuatro personas. Cada uno funciona como un gueto
                 y no tienen ninguna conexión entre sí, para evitar cualquier eslabón que les permita a
                 las autoridades seguir la pista.

                 Javier Paz, de acuerdo con los investigadores, tiene también a su cargo la penetración
                 de las universidades capitalinas, en busca de estudiantes que luego de pasar las
                 pruebas preliminares son enviados al Guaviare, donde reciben instrucción militar y de
                 manejo de explosivos.

                 Varios de esos grupos son los responsables de buena parte de la ola terrorista que ha
                 azotado a Bogotá en los últimos seis meses. Entre esas acciones están las del Palacio
                 de Nariño y Residencias Tequendama.

                 Para las autoridades no hay la menor duda de que Javier Paz fue el autor intelectual
                 del criminal atentado terrorista contra las instalaciones de El Nogal.

                 Pero también tienen en claro que ese día no actuó solo. Según las investigaciones, a
                 tan solo dos cuadras del lugar de la explosión se encontraba otro hombre de las Farc.
                 Se trata de Javier Tanga, quien el domingo pasado fue capturado por agentes
                 encubiertos de la Sijín Bogotá en inmediaciones de la población de Honda.

                 Tanga es uno de los mayores expertos de las Farc en el montaje de carros bomba y
                 de mecanismos de control remoto para movilizar los vehículos.

                 De acuerdo con las investigaciones, este hombre muy posiblemente fue el encargado
                 de manejar el mecanismo que activó el carro bomba que explotó en el Club El Nogal.
 
                El informe de los gringos

                 La tercera gran revelación que hoy tienen en sus manos los investigadores del
                 atentado a El Nogal, tiene que ver con el informe que entregaron los expertos en
                 explosivos de la Agencia para el Control de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego, de los
                 Estados Unidos.

                 Un grupo de diez especialistas en explosivos, y quienes trabajaron en el caso de la
                 bomba de Oklahoma, USA, se hicieron presentes en las instalaciones del club al día
                 siguiente de la explosión.

                 Durante una larga semana, junto con los investigadores del CTI y la Policía, trabajaron
                 en una de las misiones más complicadas: establecer la cantidad y el tipo de explosivo
                 que utilizaron los terroristas.

                 Después de una semana y media de trabajo los hombres de la ATF entregaron el
                 informe oficial. Es un documento de cuatro páginas, redactado en inglés y firmado por
                 el jefe del grupo.

                 La investigación de los hombres de la ATF de los Estados Unidos señalaba varios
                 puntos. El primero de ellos tiene que ver con la identificación oficial del automóvil. En
                 efecto, se trata de un Renault Mégane, modelo 2003 color rojo. Segundo, la cantidad
                 de explosivos fue de 200 kilos. Tercero, el tipo de explosivo fue una combinación de
                 anfo con TNT y clorato de potasio. La mezcla de los tres da como resultado una
                 poderosa bomba. El anfo es un explosivo muy poderoso, el TNT es un multiplicador y
                 el clorato de potasio es un explosivo incendiario.

                 Igualmente, los investigadores estadounidenses establecieron que el carro bomba fue
                 ubicado en el cuarto piso, cerca de una de las columnas más importantes de la
                 infraestructura del edificio.

                 Lo único que no pudieron establecer los expertos, de acuerdo con el informe oficial,
                 fue qué tipo de detonante se utilizó para accionar la bomba.

                 Finalmente, el informe de la ATF señala que después de hacer una evaluación de las
                 instalaciones del club, los daños materiales causados por la poderosa bomba, se
                 estimaron en 2.666 millones de dólares.

                 En tan solo dos semanas, los investigadores colombianos, junto con los analistas
                 estadounidenses, han realizado una exhaustiva y fructífera investigación sobre cómo
                 se realizó el atentado.

                 Todavía faltan cabos por atar y las autoridades encargadas del caso continúan con su
                 dispendiosa labor. De seguir la investigación por buen camino, como hasta ahora ha
                 ido, se calcula que aproximadamente en otras dos semanas se terminará de armar el
                 rompecabezas de este criminal atentado que hoy por hoy tiene nombre propio tanto
                 de los responsables que lo ordenaron como de las manos criminales que lo ejecutaron.