Varela, un ''hombre bueno'', según sus amigos
KETTY RODRIGUEZ
El Nuevo Herald
Amigos de muchos años y compañeros de karate manifestaron ayer que el caricaturista José Varela es un hombre ''bueno, dócil e incapaz de hacer daño a nadie'', pero que al mismo tiempo su talento encarna lo bueno y lo malo que tienen los verdaderos artistas.
''No sé qué pudo haberle pasado, quizá la presión y los acontecimientos de los últimos meses me imagino que pudieron haber contribuido'', afirmó desde París Joe García, el director de la organización National Democrat Network.
''Es el mejor caricaturista cubano de su generación... y a veces es muy generoso con su talento. Quiere mucho a la comunidad y la causa de Cuba. El dice lo que siente en su arte...'', aseguró García, uno de los amigos que hablaron ayer directamente con Varela y sirvió de intermediario entre éste, el alcalde de Miami, Manny Díaz; y el jefe de la Policía de Miami, John Timoney.
El activista agregó que Varela es un hombre ``ameno, muy gracioso, impulsivo a veces, que lleva su corazón en la manga''.
Varela también habló con el periodista Juan Manuel Cao, del canal 41. Este explicó que el caricaturista era un hombre ''muy talentoso'', y con todo ''lo bueno y lo malo'' de ser un verdadero artista. Citó como ejemplo a Vincent van Gogh cuando llegó al extremo de cortarse una oreja.
''Quiso llamar la atención sobre una inquietud colectiva [los sucesos de las últimas semanas en el periódico] y lo hizo de una forma sorprendente...'', afirmó Cao sobre varias conversaciones que sostuvo ayer con Varela durante su crisis en El Nuevo Herald.
Según otros amigos, Varela ha dado anteriormente muestras de su temperamento. Así, para escapar de Cuba se hizo pasar como homosexual durante el puente marítimo del Mariel en 1980. Otra anécdota, una de las más notables de su adolescencia, comentó un amigo cercano, fue cuando en 1975 le lanzó un ladrillo al director de la escuela secundaria donde estudiaba.
El caricaturista recibió la influencia del ambiente artístico, político e intelectual que vivió en su casa. Su abuelo era Manuel Guillot Benítez, un conspirador en la revolución de 1933, y su madre la periodista Carlota Guillot.
Desde muy joven colaboró como dibujante en el periódico provincial Escambray, donde hizo caricaturas con crítica social. Posteriormente, sus trabajos fueron publicados en los medios nacionales Pa'lante y Melaíto.
Hace poco que Varela se había separado de su esposa, con quien tuvo dos hijos.
Su entrenador de karate, Félix Puga, que conoce a Varela desde hace más de 17 años, señaló que era un artista con el pincel y en las artes marciales.
El traje de camuflaje que llevaba ayer fue una señal preocupante para Puga, quien sospechó que las intenciones de Varela eran las de ``inmolarse por lo que creía justo''.
La filosofía de la vida en la que cree Varela está influenciada fuertemente por las artes marciales y la virtud de los samurais, agregó Puga.
''Quiso llamar la atención sobre problemas colectivos y estuvo dispuesto a llegar a sus últimas consecuencias, a inmolarse por lo que considera justo'', dijo el entrenador.
Otros compañeros de karate como Juan Claudio Junco y el monje budista Jorge González, señalaron que Varela ``no tomó rehenes y no quiso hacer daño a nadie''.
''Varela es un niño grande, responsable, y un patriota apasionado por Cuba, que quiso con su acción abrir los ojos sobre algunos problemas'', expresó Junco, quien también es su compadre.
La presión, el estrés, la idea de ''convertirse en un mártir para dar un ejemplo al mundo'', pueden ser algunas de las explicaciones que llevaron ayer a Varela a protagonizar actos inusuales en El Nuevo Herald, acotó González.