El Nuevo Herald
8 de mayo de 1999

Albita alivia la pena de los cubanos en Perú

La presencia de la artista fue una `dádiva del cielo' para el grupo

RUI FERREIRA / El Nuevo Herald
LIMA

La popular cantante cubana Albita Rodríguez logró, aunque sea sólo por unos
momentos, paliar el sufrimiento y el dolor de varias decenas de cubanos que
se sienten abandonados por el mundo en estas estribaciones de la Cordillera
de los Andes.

Albita vino a la capital peruana en el marco de una gira artística, pero explicó
a El Nuevo Herald que decidió visitar a los refugiados cubanos que aquí se
encuentran desde hace casi 20 años, porque ``es una obligación''.

``No vinimos a pasar el rato'', dijo la cantante a varios de ellos, ``quiero que
sepan que haremos lo posible para ayudarlos y que siempre los tenemos
presentes''.

Si sus palabras causaron impacto, su presencia en el poblado de
Pachacamac, en plena Villa El Salvador, en las afueras de Lima, alteró por
completo la vida de sus modestos habitantes.

``No es tanto que vengan, como la felicidad de ver cómo una `paisana'
nuestra nos viene a visitar'', dijo, visiblemente emocionado, Diosdado
Granjales, un guantanamero que, pese a sus 37 años, ya parece confundir la
pronunciación cubana con la peruana.

En medio de la algarabía juvenil, las risas y algunas lágrimas de los cubanos,
Albita entretuvo a los más jóvenes con algunas canciones cantadas a capela.

Un grupo de aproximadamente 60 refugiados cubanos aún se encuentra
viviendo en Lima, desde 1980, cuando salieron de la isla a raíz de los hechos
de la embajada del Perú. En aquel entonces, 12 cubanos irrumpieron
violentamente en el recinto diplomático, originando una crisis que desembocó
en el éxodo del puerto del Mariel, por el cual salieron casi 125,000 personas.

Los refugiados que nunca han salido de Lima abandonaron Cuba en el primer
grupo, tras el incidente de la embajada. Desde entonces, en casi todos sus
casos, la entrada a Estados Unidos les ha sido rechazada.

Por eso, explicó Rosa Llacobet, de 72 años, que se ha convertido
prácticamente en una hada madrina del grupo, y que cuando abandonó la isla
dejó atrás a toda su familia, la presencia de artistas cubanos es una ``dádiva
del cielo''.

``Aquí sólo ha venido (el cantante) Willy Chirino, y ahora Albita. El resto del
mundo se ha olvidado de nosotros", dijo Llacobet, sentada en la cama de su
pequeña casa, que consta de un angosto cuarto, un baño chiquito, y nada
más. La cocina es apenas una hornilla tirada en un rincón al lado de un
minúsculo lavamanos.

Y mientras cuenta sus desventuras, la anciana va desplegando parte de los
regalos que Albita trajo a estos compatriotas suyos. Pulóveres y camisetas,
algunos discos compactos, pero, sobre todo, una infinita cantidad de cariño,
amor y recuerdos. ``Es cierto que mañana nuestro sufrimiento seguirá'',
añadió Granjales, con una sonrisa resignada. ``Pero hoy ella estuvo aquí, y
estamos un poco más alegres''.

Simplemente es que alguien se acordó de ellos.