La muerte interrumpe tenaz lucha
CYNTHIA CORZO
Redactora de El Nuevo Herald
La muerte interrumpió la batalla de Jorge Mas Canosa, carismático líder y empresario visionario, por restituir la democracia en Cuba.
Por su pasión y tenacidad, Mas Canosa era visto por muchos de sus seguidores como un futuro presidente en la isla. En Miami, contaba con acceso inmediato a emisoras de radio y televisión hispanas y obtenía la atención de funcionarios locales, estatales y federales. Sus movimientos eran propios de un jefe de estado: llevaba guardaespaldas, viajaba en un automóvil blindado, cargaba un revólver Magnum .357 y volaba en aviones privados. En muchas situaciones, cuando se trataba de asuntos cubanos, su opinión era solicitada por senadores, representantes y hasta presidentes.
Tuvo una agitada carrera política llena de polémica, en parte por las campañas en su contra promovidas por el gobierno cubano, quien lo llamó su principal enemigo. En una tácita aceptación pública de ese hecho, en septiembre del año pasado, Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea del Poder Popular de Cuba, sostuvo un debate televisivo con Mas Canosa desde La Habana. En los últimos años de su vida, Mas Canosa era la máxima figura del anticastrismo, por encima de los conflictos partidistas del exilio.
Aunque nunca se postuló a un puesto en la escena política local, Mas Canosa alcanzó una poderosa influencia en Miami. Y en la década de 1980, bajo la favorable atmósfera anticomunista del gobierno republicano de Ronald Reagan, su acción se extendió a Washington, donde como dirigente de la Fundación Nacional Cubano Americana su voz tuvo considerable peso en la política estadounidense hacia La Habana.
Incluso, fue la máxima fuerza tras las dos piezas claves de legislación de Estados Unidos contra el gobierno castrista: la Ley de la Democracia Cubana y, luego, la controversial Ley Helms-Burton, que limita severamente la capacidad de la isla para atraer inversión extranjera.
Pero su mayor logro fue empujar la legislación que llevó a la creación de Radio Martí, la estación radial del gobierno de Estados Unidos que trasmite programación hacia Cuba.
"Para nosotros, Jorge Mas Canosa fue el impulsor principal del proyecto de Radio Martí; por eso consideramos que él ha sido parte esencial de una de las acciones más vitales del exilio para que la ciudadanía dentro de Cuba conociera nuestro movimiento de derechos humanos'', dijo Ricardo Bofill, presidente del Comité Cubano Pro Derechos Humanos. "Antes de Radio Martí estábamos allí, pero no nos conocía nadie''.
Su muerte deja un vacío en la vida política del exilio. Para muchos significa la pérdida de un dirigente que conjugó una firme e inteligente oposición al gobierno de Fidel Castro con una sensata interpretación de los cambios ocurridos en el mundo en los últimos años.
"Es muy difícil para nosotros, los cubanos, que Mas Canosa se haya muerto'', afirmó Herminio San Román, director de la Oficina de Trasmisiones a Cuba que dirige Radio y TV Martí. "Sus zapatos son muy difíciles de llenar''.
Su legado político es una poderosa organización capaz de cabildear a los más altos niveles y de sostener una presencia política tanto entre los exiliados como entre los cubanos de la isla.
Como empresario lega a sus hijos MasTec, Inc., exitosa compañía de construcción y telecomunicaciones que cuenta con un volumen de negocios de más de $700 millones anuales. La firma creció de una inversión inicial de unos $50,000 en 1971, bajo el nombre de Church & Tower. En 1994, ya rebautizada, se convirtió en una compañía de acciones públicas en la Bolsa de Valores de Nueva York.
En la década de 1960, Mas Canosa era un joven que planeaba infiltraciones guerrilleras en Cuba y editaba un boletín anticastrista, mientras se ganaba el pan repartiendo leche en La Pequeña Habana. Con los litros de leche, entregaba discursos a favor de la liberación de la isla.
Años después, dividía su tiempo entre su labor en Church & Tower y su hogar. Su destino político comenzó a tomar forma a partir de 1980, con la creación de la Fundación. Acompañado por un grupo de empresarios y activistas, Mas Canosa tocó a las puertas de la política nacional e internacional para abogar por la restauración de la democracia en Cuba.
En poco tiempo, la labor de la Fundación rindió sus frutos. La causa de los exiliados y de los cubanos perseguidos en la isla se escuchó tanto en la Casa Blanca como en los principales foros de la Organización de Naciones Unidas y de la Organización de Estados Americanos, así como ante los gobiernos de Europa y América Latina.
Jorge Mas Canosa nació el 21 de septiembre de 1939 en Santiago de Cuba. Su padre, Ramón Mas Canosa, era un veterinario del ejército, con grado de mayor, que se mantenía alejado de la política. Tercero de cinco hermanos y una hermana, desde temprana edad demostró un carácter fuerte. En Juan Bautista Sagarra, una escuela secundaria privada, dirigía las prácticas de marchas.
A finales de la década de 1950, cuando Castro luchaba para derrocar la dictadura de Fulgencio Batista, Mas Canosa y otro joven masón tenían un programa los fines de semana por Radio Santiago. Por sus críticas a Batista, fue detenido e interrogado en varias ocasiones.
Para poner fin a estas actividades, su padre lo envió a estudiar al Presbyterian Junior College, en Maxton, Carolina del Norte. Allí estuvo dos años, hasta que el 8 de enero de 1959 volvió a Cuba para matricularse en la Escuela de Derecho de la Universidad de Oriente. Una semana antes, Castro había entrado triunfal en Santiago de Cuba tras la fuga de Batista.
A medida que Castro aplazaba las elecciones y mostraba sus intenciones dictatoriales, Mas Canosa se iba comprometiendo con la oposición universitaria. El sofá de su casa ocultaba folletos de propaganda anticastrista. En 1960 fue detenido varias veces.
Una mañana, tras empapelar la ciudad con carteles anticastristas, fue detenido por última vez. Según contó en una ocasión, pronunció "una bella pieza de oratoria'' y pudo salir en libertad. Dos semanas más tarde, el 15 de julio de 1960, huyó a Miami.
Meses después, el 17 de abril de 1961, participó en la fallida invasión de Bahía de Cochinos, organizada por Estados Unidos para derrocar a Castro. Pero su brigada nunca recibió la orden de desembarcar. Al tiempo de regresar a Miami se casó. Días más tarde, matriculó en la escuela de oficiales del ejército de Estados Unidos, en Fort Benning, con la esperanza de que fuera armada otra expedición contra Castro.
Mas Canosa llegó a segundo teniente del ejército, pero renunció al ver que no había planes de atacar a Cuba.
En esos años trabajó arduamente para sacar adelante a su familia. También participaba en las actividades del grupo anticastrista Representación Cubana en el Exilio (RECE), que planificaba infiltraciones a Cuba, financiado por José "Pepín'' M. Bosch, uno de los propietarios de Bacardí.
Sus correligionarios de RECE recuerdan que Mas Canosa se dedicó intensamente a recaudar dinero, obtener embarcaciones y armas y a planear estrategias. Voló a Guatemala y a República Dominicana en busca de bases para las acciones del grupo. Consiguió que un viejo B-26 fuera acondicionado para atacar refinerías cubanas. A través de un amigo, logró que un general estadounidense los asesorara en el lanzamiento de misiles desde pequeñas embarcaciones.
El fracaso de la última misión de uno de los líderes de RECE, Tony Cuesta, gravemente herido en la isla y luego condenado a prisión, fue un punto de viraje para Mas Canosa. Uno de sus compañeros de organización le abrió las puertas del mundo de los negocios.
En 1968 contribuyó a que la empresa puertorriqueña Iglesias y Torres viniera a Miami. A los tres años, con un préstamo de Republic National Bank, compró el negocio y lo convirtió en Church & Tower of Florida. La compañía era el equivalente en inglés del apellido del socio de Mas Canosa, Héctor Torres, y del ex socio de Torres en Puerto Rico, Iglesias. Y Church & Tower progresó.
Al año, con poca experiencia y sin dinero ni garantías, obtuvo con la licitación más baja un contrato de Southern Bell para cavar zanjas en el Condado de Broward. Dos años después, la compañía telefónica le concedió un importante contrato en el Condado de Dade. Cavando zanjas, poniendo cables, construyendo alcantarillas y erigiendo postes de teléfono, alcanzó ingresos de $1 millón.
Church & Tower se convirtió en una compañía de acciones públicas en 1994, con la adquisición de Burnup & Sims, empresa de construcción de telecomunicaciones representada en NASDAQ, índice de acciones tecnológicas de la bolsa de valores.
En un intercambio de acciones, la familia Mas adquirió 10.3 millones de acciones, o 63.8 por ciento, de Burnup & Sims. El nombre de la compañía inmediatamente cambió a MasTec Inc., y las oficinas se trasladaron de Plantation a Miami. Jorge Mas, Jr., ocupó la presidencia; Mas Canosa tomó la presidencia de la junta directiva.
El crecimiento de MasTec, Inc. ha sido extraordinario. De un negocio familiar con ventas de $30 millones hace cinco años, se elevó a uno con $500 millones en entradas para este año. El valor de las acciones pertenecientes a la familia asciende a unos $780 millones.
A pesar de su triunfo empresarial, Mas Canosa continuó dedicando gran parte de sus energías a la lucha anticastrista. Comprendió que había pasado la época de tratar de derrocar a Castro con incursiones armadas a la isla y discursos en Miami. En Estados Unidos, apoyó a senadores y representantes interesados en apretar las clavijas económicas a La Habana. En el ámbito internacional consiguió que muchos gobernantes, desde el ruso Boris Yeltsin al argentino Carlos Menem, pidieran pública y privadamente a Castro que iniciara un proceso de reformas democráticas.
"Podemos derrotar a una tiranía comunista en nuestra esfera de influencia sin disparar un tiro'', dijo Mas Canosa en abril de 1988.
La Fundación creó una formidable maquinaria de cabildeo que hasta hoy influye en las decisiones políticas que toma Washington con respecto a La Habana. Entre sus ramas más activas están el Consejo Cubano Americano de Asuntos Públicos, que se ocupa del cabildeo, y el Comité de Acción Política Coalición Nacional por una Cuba Libre (PAC). Con sus influencias, recursos y conexiones, ya a mediados de los 80 la Fundación había traducido el éxito económico de los cubanos en una fuerza política que debía ser tomada en cuenta.
Entre 1981 y 1982, Mas Canosa y su esposa donaron $36,000 a campañas políticas nacionales, según los registros de la Comisión Federal de Elecciones. En 1986 y 1987, el PAC dio $5,000 en contribuciones al senador Bob Graham y al representante Dan Mica, ambos demócratas por la Florida; al senador Ernest Hollings, demócrata por Carolina del Sur; al líder de la mayoría del Senado, Robert Byrd, demócrata por Virgina; al ex candidato presidencial demócrata Richard Gephardt; al senador George Mitchell, demócrata por Maine; al senador Jeff Bingaman, demócrata por Nuevo México; al senador Lloyd Bentsen, demócrata por Texas, y al senador Grank Lautenberg, demócrata por Nueva Jersey.
Uno de los mayores logros de la Fundación fue la creación de Radio Martí, que trasmite noticias y programación informativa a Cuba desde el 20 de mayo de 1985, al cabo de una intensa batalla de dos años en el Congreso. La emisora quebró el monopolio de la información noticiosa que tenía el gobierno de Castro.
Para Mas Canosa fue un logro personal. Mucho después de haber dejado a un lado el control de su negocio y de otros aspectos de la Fundación, siguió al frente de la Junta Presidencial de Asesoramiento sobre Trasmisiones a Cuba, que le otorgó considerable influencia sobre Radio Martí.
Al cabo de cinco años salió al aire TV Martí. Aunque su señal ha sido bloqueada por las autoridades cubanas, la estación se ha mantenido en pie, sin dejar de obtener fondos congresionales para su operación.
La programación de Radio Martí, sin embargo, llega a los casi 11 millones de residentes en la isla. Sus informaciones sobre la actualidad cubana e internacional han sido vitales para dar a conocer a los activistas de la disidencia interna y los cambios ocurridos tras el derrumbe del mundo comunista.
La Fundación fue igualmente un factor influyente en la concesión de ayuda estadounidense a los rebeldes angoleños que peleaban contra un régimen marxista apoyado por Cuba. Otra de sus conquistas políticas fue el nombramiento, en 1988, del ex preso político Armando Valladares como embajador de Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra.
Desde ese foro, Valladares denunció ante la opinión pública mundial las violaciones de Castro en materia de derechos humanos. La Habana ha recibido condenas de la comunidad internacional por sus abusos, y se halla bajo el constante escrutinio de un relator especial de Naciones Unidas.
El liderazgo de Mas Canosa tocó directamente las vidas de miles de exiliados que vieron realizados sus sueños de emigrar a Estados Unidos mediante el programa Exodo, de la Fundación. Unos 10,000 que estaban en terceros países lograron convertirse en residentes permanentes. A principios de este año, la familia Mas otorgó a 12 estudiantes miamenses $100,000 en becas para cursar estudios universitarios.
A pesar de que siempre contó con enemigos políticos, incluso en las mismas filas anticastristas, y de que en ocasiones era visto como un político de talante autoritario, hubo encuestas que le concedían un 80 por ciento de popularidad entre los exiliados. Además, estos sondeos mostraban que era el más conocido y confiable de sus líderes.
"No estoy participando en un concurso de popularidad'', dijo Mas Canosa en una entrevista en 1988. "Sucedió que soy el hombre más popular en la comunidad cubana, porque cuando uno está en un papel de liderazgo tiene que educar a la gente. Si las personas no creen en ti desde el principio, tienes que demostrarles que tienes razón y hacer que te sigan''.
Su batalla contra The Miami Herald, con cuyas posturas editoriales y cobertura frecuentemente estaba en desacuerdo, llegó a ocupar la atención nacional. Después que en 1992 el Herald publicó un editorial criticando una iniciativa de Mas Canosa, él acusó al diario de ser un instrumento de Castro y de actuar contra los intereses cubanoamericanos. A continuación, pidió públicamente la renuncia de los cubanoamericanos Roberto Suárez y Carlos Verdecia, entonces editor y director, respectivamente, de El Nuevo Herald. Además, retó a éstos y a David Lawrence, Jr, editor y presidente de la junta directiva de The Miami Herald, a un debate público sobre la cobertura de ambos diarios sobre Cuba y los exiliados cubanos.
Con el apoyo de algunas figuras de la comunidad, entre ellas el alcalde de Miami Xavier Suárez, creó la Liga Contra la Difamación y encabezó una campaña cuyos carteles rezaban: "Yo no creo en El Herald''.
La campaña se tornó violenta cuando hubo amenazas de muerte contra ejecutivos de ambos periódicos y sus estanquillos fueron vandalizados. La disputa atrajo atención nacional de la prensa, grupos de derechos humanos y entidades que abogan a favor de la libertad de prensa, entre éstas la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que emitió un comunicado de apoyo a los diarios.
En 1988, el hermano menor de Mas Canosa, Ricardo, lo demandó ante los tribunales. Según este último, el líder lo había difamado en una disputa comercial para despojarlo de contratos con Southern Bell. Un jurado obligó a Mas Canosa a pagar $900,000 por daños.
Mas Canosa insistió en que las acusaciones se hicieron para perjudicarlo políticamente y que no tenían que ver con las finanzas ni con los negocios de la compañía.
En ocasiones, Mas Canosa se vio involucrado en disputas con cercanos colaboradores. Raúl Masvidal, banquero y político miamense que estuvo entre los fundadores de la Fundación, rompió con él en 1985. Aunque el distanciamiento fue abrupto y muy comentado, ninguna de las dos partes esclareció los motivos.
En mayo de 1987, el ex director ejecutivo de la Fundación Frank Calzón, uno de los artífices de los vínculos de la organización en el Congreso, renunció a su cargo. En aquel momento, Calzón dijo que estaba en desacuerdo con el involucramiento de la Fundación en la política local, entre otras diferencias.
"El director ejecutivo de la Fundación debe estar completamente de acuerdo con los objetivos políticos y las tácticas, y en lo que se refiere a los objetivos todos estamos de acuerdo'', dijo entonces Calzón. "La cuestión es: ¿cómo llegamos a ese punto?''.
Mas Canosa reiteró en aquella ocasión que Calzón y él eran amigos personales, y agregó que la renuncia se debía a que éste quería hacer algo diferente tras pasar cinco años en la Fundación.
En 1990, Ernesto Betancourt, que dirigió Radio Martí por cinco años, alegó que fue sacado de su puesto por resistirse a presiones de la Fundación para influir sobre la información que la emisora trasmitía a Cuba. En un memorando, Betancourt dijo que la Fundación quería que Radio Martí aumentara la cobertura de la organización en sus trasmisiones.
Mas Canosa negó entonces que hubiera intentado influir en la programación o que desempeñara papel alguno en la salida de Betancourt. También se refirió al memorando como "un montón de evidencia circunstancial''.
"No hay evidencia de que Jorge Mas hubiera llamado alguna vez a alguien o que Ernesto Betancourt pueda decir que yo alguna vez lo llamara para verlo sobre algo relacionado con Radio Martí'', dijo.
La participación de la Fundación en la política local también trajo algunos roces a Mas Canosa.
En un episodio que ha pasado al folclor miamense, el entonces comisionado de Miami Joe Carollo acusó a Mas Canosa en 1986 de usar su influencia para obtener un contrato de la ciudad de Miami. Mas Canosa acudió a una radioemisora y lo llamó "cobarde'', al tiempo que lo retó a un duelo con armas de fuego o espadas, a selección de Carollo.
"Voy a demostrar a los cubanos que eres un payaso y un cobarde'', prometió Mas Canosa por Radio Mambí. "Tu bravuconería en Miami ha terminado, porque te has encontrado con un hombre con una H mayúscula, una H muy grande''.
El duelo nunca se realizó.
El mayor reto político de Mas Canosa le llegó en la cúspide de su poder. Después que la Fundación había sido alentada durante una década por líderes republicanos, un demócrata, Bill Clinton, se aproximaba a la Casa Blanca.
En un acuerdo de conveniencia, Mas Canosa, amigo de republicanos, pidió el apoyo de Clinton para el entonces proyecto de Ley de Democracia Cubana, que recrudece el embargo contra Cuba y castiga a compañías extranjeras que comercien con propiedades confiscadas allí. A cambio, prometió instar a los exiliados a que votaran por los demócratas.
"Me gusta'', dijo Clinton, que obtuvo una sustancial cantidad del voto cubano en el sur de la Florida en las elecciones de 1992.
No obstante, dos años más tarde, la alianza con Clinton se enfrió cuando la administración ordenó alojar a más de 30,000 balseros cubanos en campamentos para refugiados en la Base Naval de Estados Unidos en Guantánamo. En 1995, un acuerdo secreto entre Washington y La Habana para repatriar a los balseros interceptados en alta mar echó más leña al fuego.
Clinton seguía sin firmar el proyecto de ley. Con las elecciones de 1996 en el horizonte, Mas Canosa consiguió el apoyo del candidato republicano Bob Dole. Pero el 24 de febrero de ese año cazas cubanos derribaron dos avionetas de Hermanos al Rescate en aguas internacionales, matando a sus cuatro tripulantes. Clinton firmó la ley, que pone el embargo en manos del Congreso, donde Mas Canosa cuenta con sólido respaldo en importantes comisiones.
Paradójicamente, el gobierno cubano dio a Mas Canosa una de sus principales victorias. El Canal 51-WSCV concertó un debate entre Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, y Mas Canosa. En una insólita movida, Cuba reconocía de manera tácita la legitimidad de Mas Canosa como principal voz de los exiliados.
Desde los primeros minutos, el debate se fue caldeando. Mas Canosa dominó el terreno y se mantuvo a la ofensiva, con sobriedad e informaciones precisas. Alarcón hacía irónicos gestos y evadía algunas preguntas. En una declaración que significaba todo un vuelco en la estrategia de la Fundación, Mas Canosa dijo que estaría dispuesto a negociar con Alarcón u otros funcionarios cubanos comprometidos con devolver la democracia a la isla siempre que Castro abandonara la escena política cubana.
"Soy un hombre mal entendido'', afirmó Mas Canosa en una entrevista en 1992. "Nunca me he asimilado. No tengo intenciones de hacerlo. Soy cubano primero. Vivo aquí sólo como una extensión de Cuba''.
El redactor de El Nuevo Herald Christopher Marquis contribuyó a esta información.
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