El debate alcanza a empresarios, académicos y políticos
WILFREDO CANCIO ISLA
El Nuevo Herald
Las restricciones impuestas por el presidente George W. Bush para reducir la entrada de dólares al gobierno cubano y acelerar su caída, han abonado un terreno para el debate de académicos, empresarios y políticos a lo largo de la nación.
De hecho, las medidas están ya sobre el tapete de la contienda presidencial y de otras campañas políticas en la Florida, y han escalado inevitablemente la agenda de reuniones de negocios y foros académicos en la comunidad.
Si bien cubanólogos entrevistados por El Nuevo Herald manifestaron una postura crítica a las mismas, políticos y empresarios cubanoamericanos expresaron opiniones divididas sobre la eficacia de esta política como factor de cambio en la isla.
Pronósticos y peligros
''Estas medidas son una invitación a la ilegalidad'', manifestó el economista Carmelo Mesa Lago, profesor emérito de la Universidad de Pittsburgh. ``La gente que quiera ir a ver un familiar o mandarle dinero lo va a hacer por otras vías, y lo terrible es que terminarán encareciéndose todas las operaciones y afectando tanto a los exiliados como a los de la isla''.
Mesa Lago se cuestionó si estas restricciones puedan asfixiar la economía cubana y liquidar al régimen, "cuando 40 años de embargo no han podido lograrlo''.
Jorge Domínguez, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Harvard, consideró que estas regulaciones son contraproducentes para el futuro de Cuba, ``aunque es obvio que gustan a la mayoría del electorado cubanoamericano''.
''Limitar los viajes impedirá una mayor comunicación directa entre ambos lados; el envío de paquetes era una inversión a largo plazo en la relación de personas con vistas a fortalecer una sociedad civil en la isla'', opinó Domínguez. 'Las carencias de información del pueblo cubano que reconoce el `Informe Powell' [Documento para la Asistencia a una Cuba Libre], no pueden resolverse unilateralmente con Radio Martí''.
Para Román de la Campa, profesor de la Universidad Estatal de Nueva York (CUNY) y autor de Cuba en mi mente (2000), ''confundir a los ciudadanos cubanos con el régimen castrista es una forma de negar la existencia de Cuba como país'', y ha sido ``uno de los mecanismos de supervivencia sicológica del exilio histórico''.
Según De la Campa, las últimas olas migratorias de cubanos, si bien intuían la importancia de olvidar el país que dejaron atrás, no la interiorizaban completamente, por lo que reclamaban el derecho a viajar y enviar dinero a sus seres queridos como si fuera ``un hilo de vida''.
``Quitarles esos vínculos o reducirlos al absurdo es por lo tanto una medida profundamente divisiva; es quizás la muestra más clara de que el exilio histórico junto a los políticos que elige, pierde su alcance representativo en cuanto a la pluralidad cubana actual fuera de la isla''.
El problema es Castro
El profesor Jaime Suchlicki, director del Centro de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos (ICCAS) de la Universidad de Miami, admitió que ''el momento es desafortunado para los que tienen familia en Cuba'', pero opinó que el análisis no puede reducirse a las limitaciones de viajes y remesas.
''El foco del problema no pueden ser las medidas, sino la dictadura de Fidel Castro y la represión interna en Cuba'', afirmó Suchlicki. ``La familia está dividida y una quinta parte del pueblo cubano está en el exilio por Fidel Castro, no por decisión del gobierno norteamericano''.
El empresario José ''Pepe'' López, presidente de la Cámara de Comercio Latina de Broward, sugirió que la administración ``debería incluso apretar más''.
''Es inmoral que gente que viene aquí como refugiados políticos, obtienen la residencia al año y se van de regreso a la isla'', indicó López. ``¿A quién le metieron la mentira y en qué momento le perdieron el miedo a Fidel Castro?''
El impacto en Cuba
Carlos de la Cruz, presidente de Eagle Brands, respalda algunas medidas como la implementación de una aeronave C-130 para las transmisiones de Radio y TV Martí y el incremento de la ayuda a la disidencia, pero se opone a las ''restricciones familiares'' de viajes y remesas.
''Lo que es indudable que tendrán un impacto en la economía de Cuba al reducirse los viajeros y los envíos de remesas'', reconoció De la Cruz. ``Hay que recordar que sólo las remesas triplican hoy en día las exportaciones del azúcar cubana [unos $270 millones]''.
Las remesas anuales a Cuba se estiman en alrededor de $1,000 millones, segundo rubro de ingresos después de los $2,100 millones del turismo. Washington considera que la entrada en vigor de las medidas significará una reducción inmediata cercana a los $200 millones.
Para Carlos Saladrigas, miembro de la junta directiva del Premier American Bank, los ''aspectos positivos'' de la iniciativa estadounidense --como lo referente a Radio y TV Martí-- ``han quedado opacados por medidas malpensadas que no dañarán al régimen sino al pueblo cubano, y darán la excusa a Fidel Castro para continuar reprimiendo a sus opositores y cerrando la sociedad cubana''.
''Es un lamentable punto de giro respecto a lo que se había avanzado en el fortalecimiento de la sociedad civil'', agregó Saladrigas, quien también negó el presunto ''impacto favorable'' de las disposiciones estadounidenses para futuros negocios en una Cuba democrática.
El mañana vs el hoy
El empresario Isidro Borja, presidente de la firma Weathertrol, calificó de irracional cualquier cálculo de futuro que se afiance ``en la amargura y el distanciamiento de la familia cubana''.
''¿Cómo se puede fraguar un futuro de negocios y un clima propicio para las relaciones comerciales creando una barrera de animosidad entre las dos partes y negando ahora los contactos de persona a persona?'', se cuestionó Borja.
Pero Rolando García, propietario de la Cafetería Santa Bárbara, en Davie, apoya las medidas considerando los ''efectos nocivos'' que las remesas han creado en la población de la isla.
''Estamos acostumbrando a la gente en Cuba a la haraganería, a vivir como chulos, a no trabajar'', aseveró García, que llegó a EEUU en 1961 y envía dinero a su familia. ``Con $50 mensuales, muchas personas no quieren trabajar más... Al final el beneficiario es el gobierno, que lo controla todo''.
En los predios políticos, los criterios están marcados claramente por las filiaciones partidistas.
Una Cuba que sufre
Raúl Martínez, el alcalde de Hialeah y promotor de la campaña del candidato demócrata John Kerry, consideró las regulaciones ``una forma de buscar votos a costa de un pueblo que sufre''.
''Ninguna de estas medidas afectará a Fidel Castro'', sentenció el alcalde. ``Al contrario, van a perjudicar aún más la relación entre los cubanos de la isla y sus hermanos del exilio''.
Otro Martínez, Mel, ex secretario de Vivienda y candidato republicano al Senado federal por la Florida, declaró que apoya completamente las acciones del Presidente. ''Es importante que hagamos este sacrificio ahora para que podamos tener un futuro mejor, con una Cuba libre'', sentenció.
Martínez, el primer cubanoamericano en integrar un gabinete presidencial, formó parte de la comisión que elaboró las recomendaciones para limitar el flujo de dólares a la isla. Aunque han circulado rumores sobre sus discrepancias en cuanto a las medidas ''de incidencia familiar'', aseguró estar comprometido con la política de la Casa Blanca hacia el régimen castrista.
''Y lo digo como cubano que vivió separado de sus padres y que todavía tiene familia en Cuba'', añadió el abogado, que vino a EEUU durante la Operación Pedro Pan, en 1962.
La Ley de Ajuste Cubano
Para la ex alcaldesa de Broward, Diana Wasserman-Rubin, actual comisionada de ese condado, las regulaciones han marcado personalmente sus relaciones familiares. Wasserman-Rubin, que emigró en 1960, tiene en Cuba una tía a quien le enviaba medicinas y otros artículos de necesidad.
''¿Cómo vamos a hacer esto? ¿Cómo vamos a negar a nuestras familias las cosas que necesitan?'', preguntó Wasserman-Rubin. ``Estamos hablando de una obra humanitaria en favor del pueblo cubano, no de los turistas o de quienes invierten dinero allí... Estas medidas son un error enorme y un insulto a los cubanoamericanos''.
El congresista Lincoln Díaz-Balart, uno de los principales abanderados del endurecimiento del embargo, señaló que los cubanos disfrutan de beneficios como refugiados políticos que no pueden obviar responsabilidades ante EEUU.
''El privilegio que nos da la Ley de Ajuste Cubano al tratarnos como asilados políticos debe ser acompañado por la responsabilidad de comportarnos como asilados políticos'', manifestó Díaz-Balart.