El Nuevo Herald
Aug. 09, 2004

Los balseros, entonces y ahora

HOLLY ACKERMAN

En lo fundamental, los balseros de los años 90 representaban aquellos cubanos que no tenían medios legales de salida, pero que tenían urgencia de marcharse en gran medida por razones de libertad personal. La fuente fundamental de su descontento era la generalizada intrusión del gobierno cubano en sus vidas. La necesidad económica era un estímulo efectivo pero secundario. Estaban dispuestos a afrontar un calvario para poder salir de su circunstancia y empezaron a irse independientemente y en grandes números, en condiciones física y legalmente peligrosas a principios de esa década.

Sus acciones y creciente número llevó al gobierno cubano a endurecer la vigilancia de sus fronteras y luego, cuando se produjo un gran descontento civil, a permitir una salida irrestricta. Para 1994, esto se había convertido en un patrón normal para tratar con la acumulada demanda para irse de Cuba pero cada vez menos tolerable para Estados Unidos. El choque entre estas dos necesidades resultaron en que, en 1994, los balseros fueron internados en campamentos de refugiados.

A un nivel individual, el doble trauma de una peligrosa travesía marítima e inciertas condiciones de internamiento siguen siendo recuerdos vívidos y dolorosos para los balseros. Estaban dispuestos a morir para escapar pero no estaban preparados para vivir con el horror que definía cada viaje. Como dijo un balsero: ''Hicimos algo loco, la forma en que nos fuimos. Me duele pero estoy contento de haber hecho esa locura''. En su primera década en Estados Unidos se han mantenido firmes en su intención de desembarazarse de la política. No participan en actividades cívicas. Sus preocupaciones son la familia, el entretenimiento y la lucha contra las incertidumbres del desempleo y la vejez. Están a favor de mejorar la ayuda humanitaria y los viajes a Cuba pero también apoyan endurecer las medidas contra el gobierno cubano, que todavía temen y del que desconfían.

A diferencia de anteriores éxodos de Cuba, los balseros no vienen en línea directa a EEUU. Se dispersan por el Caribe, amenazando la estabilidad de los gobiernos de Islas Caimán y Bahamas, así como el orden público en el sur de la Florida. Tras las negociaciones conjuntas en Washington, los gobiernos caribeños afectados firmaron similares Memorandos de Comprensión con Cuba para prevenir futuros balseros mediante su devolución. Para naciones pequeñas, era importante que la repatriación ocurriera sin garantías específicas de respeto a las convenciones de derechos humanos o de prevenir las subsiguientes repreasalias del gobierno cubano contra los que fueran devueltos. Como aprendió el gobierno de las Islas Caimán en 1994, estas garantías resultan demasiados costosas para una pequeña nación sin subsidios de fuentes externas. Los acuerdos EEUU-Cuba de devolución de balseros tenían estas costosas protecciones.

Por el momento, los acuerdos migratorios EEUU-Cuba de 1994 han controlado el flujo migratorio, pero está creciendo una presión para la salida entre los que carecen de canales legales. Tanto a los niveles políticos como individuales la cuestión es si los acuerdos podrán seguir controlando el flujo migratorio con el pasar del tiempo, especialmente porque las restricciones norteamericanas a los viajes han hecho más difícil ayudar a los parientes en Cuba. Para los individuos, pese al creciente deseo de irse, los acuerdos regionales de devolución, las agresiva patrullas de la Guardia Costera y el espectro de un prolongado internamiento han dificultado el histórico canal de las balsas. Será necesario inventar nueva formas de salida individual y/o que se produzcan incidentes de salidas masivas antes de que los cubanos ordinarios puedan salir en cantidades importantes pese al continuo goteo de los que llegan a través del contrabando, los balseros de grandes distancias y otras rutas a través de terceros países.

Queda por investigar donde está el equilibrio de opiniones sociales y políticas dentro de la población de balseros y, en realidad, entre toda la generación cubanoamericana posterior a 1990. Lo que queda claro según los datos cuantitativos y cualitativos a mano, es que la población es diversa y no tan fácilmente categorizable como ha sido presentada hasta ahora.

Holly Ackerman es profesora de la Universidad de Miami. Reproducimos las conclusiones de su estudio ''Los balseros, entonces y ahora'', sustentado en entrevistas a cientos de balseros desde 1996 a la fecha.