El Nuevo Herald
14 de febrero de 2001

Basulto enfrenta una orden de silencio

LA ORDEN de silencio obliga a Basulto a abstenerse de prestar declaraciones
públicas o a la prensa en asuntos relacionados con el juicio contra una supuesta
red de espionaje cubana.

RUI FERREIRA
El Nuevo Herald

El líder de Hermanos al Rescate, José Basulto, irá esta tarde a corte para
enfrentar una orden de silencio que le fue impuesta por una jueza federal, y cuya
aplicación estricta es demandada por el abogado defensor de un hombre
acusado de espiar para Cuba.

La orden de silencio obliga a Basulto a abstenerse de prestar declaraciones
públicas o a la prensa en asuntos relacionados con el juicio contra una supuesta
red de espionaje cubana en Miami. Uno de esos asuntos es el derribo de las
avionetas de Hermanos al Rescate, el 24 de febrero de 1996.

La convocatoria a la audiencia fue provocada por Basulto la semana pasada,
cuando en una conferencia de prensa anunció los planes de la organización para
recordar el derribo. Según el abogado Paul A. McKenna, con sus declaraciones
a la prensa, el activista político violó de forma ``flagrante y sensacionalista'' la
orden de silencio de la corte, un comportamiento que debe ser detenido
inmediatamente para asegurar que los acusados reciban un juicio justo.

``Las acciones del Sr. Basulto han mostrado una total falta de respeto por las
órdenes de la corte. Sólo una decisión [de la corte] al respecto, después de
indagar cuáles son las razones que lo llevaron a no cumplirla y la imposición de
las sanciones apropiadas, podrá evitar violaciones futuras'', escribió el abogado,
en una moción enviada a la jueza Joan A. Lenard.

Sin embargo, Basulto declaró por intermedio de sus abogados que McKenna no
pudo demostrar ni atribuirle ninguna expresión manifestada a la prensa, y que
por eso lo único que está intentando es ``mutilar el derecho de expresión y de
libre asociación consignados en la Constitución estadounidense''.

``Como testigo potencial, [Basulto] está al tanto de la orden de silencio que le
prohibe hablar con la prensa sobre este caso, y no tiene intención de violar la
orden. Sin embargo, sostiene que esa orden viola su derecho, consignado en la
Primera Enmienda, de hablar sobre asuntos no relacionados con este caso
específico y de reunirse pacíficamente''.

En la sesión de ayer del juicio a los cinco presuntos espías cubanos, se supo
que el derribo de las avionetas fue seguido en el sur de la Florida por un radar
que ha tenido muchos problemas técnicos, admitió un especialista.

El detalle salió a colación durante el contrainterrogatorio de Lenny Clelland, el
director asociado de una unidad federal de análisis y evaluación de radares,
quien estudió ese día los movimientos sobre el Estrecho de la Florida de las tres
avionetas y los dos cazas castristas que la derribaron.

``Sí señor, solamente el radar de Cudjoe Key registró los movimientos en esa
etapa'', aseguró Clelland cuando McKenna le pidió que precisara el detalle.

La fiscalía trajo al experto para ilustrar al jurado, con un sofisticado programa de
computadora, los movimientos de las avionetas ese día. Clelland explicó que el
vuelo fue seguido por tres radares, uno en el aeropuerto de Tamiami, otro
colocado en un globo en Cudjoe Key y un tercero en Key West.

Sin embargo, por el alcance y la curvatura de la tierra, solamente el radar
desplegado en un aerostato sobre Cudjoe Key registró los minutos finales de las
dos avionetas derribadas y el regreso de la tercera a territorio estadounidense.

Pero, ``¿ese radar no ha tenido problemas en el pasado?'', indagó McKenna.
Según Clelland, eso sucedió antes, pero el 24 de febrero de 1996 no se detectó
ningún defecto en su funcionamiento.

Ese día cazas castristas derribaron dos avionetas de Hermanos al Rescate, lo
que provocó la muerte de los pilotos Carlos Costa y Mario de la Peña junto a sus
acompañantes, Pablo Morales y Armando Alejandre.

En la reconstrucción computarizada del vuelo se constata cómo las dos
avionetas derribadas no cruzaron el espacio aéreo cubano. La que era conducida
por Costa alcanzó apenas un punto a 13.7 millas náuticas de Cuba, mientras
que la de De la Peña estuvo apenas a 21.5 millas náuticas. El espacio aéreo
cubano está demarcado a las 12 millas náuticas.

Sin embargo, la tercera avioneta, especificó Clelland, fue conducida por Basulto
y se aproximó a unas 9.9 millas náuticas de la costa.