El Nuevo Herald
18 de enero de 2001

Fuerte pulseo en el juicio a los espías

RUI FERREIRA
El Nuevo Herald

El juicio que se le sigue en Miami a cinco hombres acusados de espiar para
Cuba estuvo ayer al borde del colapso, por segunda vez en 10 días, cuando la
defensa intentó impedir que la fiscalía procediera al inicio de la lectura, frente al
jurado, de la documentación incautada por las autoridades a los acusados.

``Esto es evidencia que ha sido introducida en corte; no se trata de un sencillo y
voluminoso montón de papeles'', dijo la fiscal federal asistente, Caroline Heck
Miller. ``El gobierno piensa que su testimonio debe seguir''.

Heck Miller se refería a Richard Giannotti, supervisor de la unidad de
contrainteligencia cubana de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), quien
fue presentado como ``testigo sumarial'' para proceder al resumen del legajo de
1,500 páginas hasta ahora desclasificadas.

Al inicio de la sesión, cuando la fiscalía presentó al agente, la defensa objetó su
presencia con el argumento de que el gobierno había incrementado demasiado la
documentación de este juicio y que, además, no tenían conocimiento exacto de
lo que Giannotti iba a leer.

Cuando la jueza Joan A. Lenard permitió que el oficial del FBI siguiera
testificando, el abogado defensor Paul A. McKenna demandó la anulación del
juicio, porque el testimonio sería ``repetitivo'' y ``perjudicial para los acusados'' si
el tribunal permitía que, además de resumir la documentación, Giannotti pudiera
comentarla.

Lenard rechazó la moción de McKenna, pero no permitió que el testigo
comentara la documentación que había leído.

Giannotti se concentró en el caso de Antonio Guerrero, alias Lorient, quien
durante años trabajó en la base aérea de Boca Chica, desde donde informó
sobre los movimientos militares. Pero el jurado también se enteró de su vida
privada y de cómo La Habana controlaba sus relaciones íntimas con ``Maggie'',
una masajista de Cayo Hueso de quien se enamoró. Pero cuando decidió irse a
vivir con ella, sus jefes en el ``Centro Principal'' pusieron el grito en el cielo.

``Se nos dice que pudiera garantizar el responder las llamadas por beeper.
Quisiéramos conocer cómo se puede garantizar esto. Una llamada en la noche,
estando los dos en la casa, qué justificación le daría para salir solo y demorarse
determinado tiempo'', indagaron sus superiores en Cuba. También les
preocupaba la seguridad del material operativo, las largas horas ante una
computadora confeccionando informes y las finanzas: ``el mudarse con Maggie
significa que aumenta el precio del alquiler que debe pagar''.

Después de que Gerardo Hernández --el supuesto jefe de la red-- lo apoyó en la
gestión, Lorient logró irse a vivir con la novia. Pero aun así, La Habana siempre
se mantuvo en vilo.