Fuerte pulseo en el juicio a los espías
RUI FERREIRA
El Nuevo Herald
El juicio que se le sigue en Miami a cinco hombres acusados de espiar
para
Cuba estuvo ayer al borde del colapso, por segunda vez en 10 días,
cuando la
defensa intentó impedir que la fiscalía procediera al
inicio de la lectura, frente al
jurado, de la documentación incautada por las autoridades a
los acusados.
``Esto es evidencia que ha sido introducida en corte; no se trata de
un sencillo y
voluminoso montón de papeles'', dijo la fiscal federal asistente,
Caroline Heck
Miller. ``El gobierno piensa que su testimonio debe seguir''.
Heck Miller se refería a Richard Giannotti, supervisor de la
unidad de
contrainteligencia cubana de la Oficina Federal de Investigaciones
(FBI), quien
fue presentado como ``testigo sumarial'' para proceder al resumen del
legajo de
1,500 páginas hasta ahora desclasificadas.
Al inicio de la sesión, cuando la fiscalía presentó
al agente, la defensa objetó su
presencia con el argumento de que el gobierno había incrementado
demasiado la
documentación de este juicio y que, además, no tenían
conocimiento exacto de
lo que Giannotti iba a leer.
Cuando la jueza Joan A. Lenard permitió que el oficial del FBI
siguiera
testificando, el abogado defensor Paul A. McKenna demandó la
anulación del
juicio, porque el testimonio sería ``repetitivo'' y ``perjudicial
para los acusados'' si
el tribunal permitía que, además de resumir la documentación,
Giannotti pudiera
comentarla.
Lenard rechazó la moción de McKenna, pero no permitió
que el testigo
comentara la documentación que había leído.
Giannotti se concentró en el caso de Antonio Guerrero, alias
Lorient, quien
durante años trabajó en la base aérea de Boca
Chica, desde donde informó
sobre los movimientos militares. Pero el jurado también se enteró
de su vida
privada y de cómo La Habana controlaba sus relaciones íntimas
con ``Maggie'',
una masajista de Cayo Hueso de quien se enamoró. Pero cuando
decidió irse a
vivir con ella, sus jefes en el ``Centro Principal'' pusieron el grito
en el cielo.
``Se nos dice que pudiera garantizar el responder las llamadas por beeper.
Quisiéramos conocer cómo se puede garantizar esto. Una
llamada en la noche,
estando los dos en la casa, qué justificación le daría
para salir solo y demorarse
determinado tiempo'', indagaron sus superiores en Cuba. También
les
preocupaba la seguridad del material operativo, las largas horas ante
una
computadora confeccionando informes y las finanzas: ``el mudarse con
Maggie
significa que aumenta el precio del alquiler que debe pagar''.
Después de que Gerardo Hernández --el supuesto jefe de
la red-- lo apoyó en la
gestión, Lorient logró irse a vivir con la novia. Pero
aun así, La Habana siempre
se mantuvo en vilo.