Se declara culpable para salvar su vida
RUI FERREIRA
La analista principal de asuntos cubanos del Pentágono se declaró
culpable la tarde del martes de espiar para el gobierno de la isla al
menos desde 1985, cuando empezó a trabajar para el Departamento
de Defensa.
Ana Belén Montes, de 45 años, analista superior de la Agencia
de
Inteligencia de Defensa (DIA) pudiera haber sido condenada a la pena
capital, sin embargo tras un acuerdo con la fiscalía encara ahora
25
años de cárcel, seguidos de otros cinco de probatoria. No
hay
posibilidad de libertad condicional y la audiencia de sentencia está
marcada para el 24 de septiembre.
En contrapartida, debe ayudar a las autoridades en sus
investigaciones sobre el espionaje cubano en Estados Unidos y contra
intereses estadounidenses en el exterior.
''Tiene que contarnos todo lo que sabe y es mejor que no se olvide de
nada'', dijo a El Nuevo Herald, una fuente de la comunidad de inteligencia.
Belén Montes fue arrestada el 21 de septiembre del año pasado,
escasos 10 días después de los
atentados terroristas contra el World Trade Center de Nueva York y el Pentágono.
Fuentes militares indicaron que aunque sus actividades clandestinas habían
ya captado la atención de
la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) al menos desde seis meses antes,
su detención fue
precipitada por los atentados del 11 de septiembre, ``por temor a que pasara
información confidencial
a los cubanos''.
Según el fiscal federal en Washington D.C., Roscoe Howard Jr., las
autoridades no tenían ``una noción
exacta de si el gobierno cubano estaría compartiendo información
recogida por Belén Montes con otros
países''.
Howard añadió que la analista del Pentágono no parece
haber recibido un salario fijo de las
autoridades cubanas, sino apenas algún dinero ''para gastos ocasionales''.
Por lo demás, rehusó
especular sobre las motivaciones.
Esta tarde en un tribunal federal de Washington, Belén Montes confirmó
al juez Ricardo Urbina que las
acusaciones de la fiscalía, ``son declaraciones correctas y verdaderas''.
Cuando el juez le preguntó si se declaraba culpable porque ''había
cometido un crimen'', ella contestó
que ``¡Si!''.
La fiscalía federal la acusa de usar un radio de onda corta para
recibir instrucciones del llamado "Centro
Principal", y de usar un localizador electrónico para comunicarse
a través de códigos numéricos con sus
controladores, así como pasarles documentación sensitiva,
entre ella detalles sobre operaciones y
maniobras militares.
Además, Belén Montes también indicó a las autoridades
cubanas la identidad de por lo menos cuatro
oficiales estadounidenses de inteligencia que prestaban servicios en Cuba,
los cuales según Howard se
encuentran "a salvo" en Estados Unidos.
En uno de los registros efectuados por el FBI a su apartamento en la capital
de la nación, los
investigadores encontraron un mensaje donde Belén Montes indicaba
el próximo viaje a La Habana de
un agente estadounidense encubierto, y de la isla le contestaron, "lo estamos
esperando con los
brazos abiertos".
En otro mensaje, sus contactos le instruyeron a que recogiera en informes
``prácticamente todo lo que
suceda ahí [en Estados Unidos] y tenga un valor de inteligencia.
Veremos si maneja planes de
contingencia y objetivos específicos en Cuba''.
Una fuente de la fiscalía federal en Miami, dijo a El Nuevo Herald
que el FBI empezó a seguirle la pista a
consecuencia de las investigaciones sobre la llamada Red Avispa, desmantelada
en el sur de la Florida
en septiembre de 1998. ''Ella usaba exactamente el mismo método
de comunicación que la gente de la
Red Avispa'', añadió la fuente.
Según el oficial del FBI Stephen A. McCoy, Montes presuntamente
entregó a los cubanos detalles de un
''Programa de Acceso Especial'', tan secreto que no pudo siquiera ser detallado
ante el tribunal, el cual
pudiera ser un sistemaaltamente clasificado para recoger información
en la isla, por satélite o
informantes en el terreno.
''Sólo dos en mi oficina sabemos de esto'', escribió presuntamente
Montes, en un informe que envió a la
isla, según el FBI.
Hasta ahora Cuba no ha reaccionado al arresto de Belén Montes. En
privado, diplomáticos cubanos en
Washington D.C. han admitido a académicos estadounidenses de que
la mujer, de origen portorriqueño
y que nació en una base militar en Alemania, efectivamente espiaba
para la isla.
''El silencio de Cuba es muy significativo y esta declaración [que
se haya asumido culpable] explica lo
que ha hecho La Habana y cuales son sus reales intenciones cuando afirma
que quiere colaborar [con
Estados Unidos] contra el terrorismo'', comentó esta tarde el analista
Ernesto Betancourt, ex director
de Radio Martí.
En su opinión, Belén Montes, era una amenaza a la seguridad
de Estados Unidos y ahora el
gobernante cubano Fidel Castro quiere borrar su pasado y crear una imagen
nueva. Pero, ``eso no es
posible, lo que se ha hecho no se puede borrar''.
''El hecho de que información sensitiva de seguridad nacional que
pertenece a los Estados Unidos fue
comprometida es un indicio de que Castro sigue determinado en penetrar
al gobierno estadounidense
y minar la seguridad de nuestro pueblo'', comentó el senador republicano
por la Florida, Bob Graham,
también presidente del Comité de Inteligencia del Senado.
''Se hará justicia contra la fuente de este acto de traición'', añadió.
El arresto de Belén Montes en septiembre del año pasado provocó
un impacto tan profundo en
Washington que dentro de la comunidad de inteligencia del país muy
pocos quisieron hablar al respecto
en aquel entonces.
Después de todo, Montes era una voz escuchada en el medio académico,
pero también era miembro de
uno de los círculos más cerrados de la capital.
Sin un nombre formal, es conocido entre sus integrantes como el ''grupo
de trabajo interagencias sobre
Cuba'', y reúne la crema y nata de los analistas sobre Cuba de todas
las agencias federales, desde la
Agencia Central de Inteligencia (CIA) hasta el Servicio de Guardacostas,
sin olvidar la mismísima Casa
Blanca y el Departamento de Estado.
Sus integrantes se conocen entre sí, pero fuera de ellos muy pocos saben realmente a qué se dedican.
Según dijeron varias fuentes a El Nuevo Herald, en esas reuniones
Montes era sumamente discreta.
''Nunca la vi sonreír'', dijo una de ellas. Pero era escuchada.
''Sus criterios era objetivos; aunque a
veces su pensamiento era minoritario entre ellos, no dejaban de oírla'',
añadió otra fuente.
''Era una de las joyas de nuestra corona'', dijo una tercera.
Como analista principal para DIA, Montes tenia acceso a prácticamente
a todo lo que la comunidad de
inteligencia recogía sobre la isla y sabía todo lo que el
Departamento de Defensa conocía en relación a
las actividades militares cubanas.
Como comentó Betancourt, estaba en una posición única de influenciar los acontecimientos y análisis''.
Por eso, añadió, ``sin duda estuvo detrás de esa aseveración
oficial de que Cuba no constituye una
amenaza militar para Estados Unidos''.
A fines de marzo de 1998, el Pentágono envió al Congreso
un informe clasificado concluyendo que Cuba
no planteaba una amenaza significativa para la seguridad nacional estadounidense.
La afirmación fue renovada a raíz del juicio en Miami de
cinco hombres condenados por para la isla,
donde oficiales retirados de las fuerzas armadas sostuvieron la misma línea
de pensamiento.
Montes estuvo en la isla en 1998, dos meses antes de la presentación
del informe al congreso, por
ocasión de la visita del Papa Juan Pablo II, cuando diversas agencias
federales desplazaron a la isla
funcionarios para observar de cerca el periplo.
La declaración de culpabilidad era ya esperado entre observadores
y especialistas, principalmente
después que en octubre, Belén Montes despidió a su
abogado de oficio nombrado por el tribunal
cuando fue arrestada y contrató a dos importantes letrados de Washington
D.C., Plato Cacheris y
Preston Burton.
Cacheris y Burton son conocidos en el ambiente judicial de la capital de
la nación por sus estrechos
contactos dentro del gobierno y también fueron abogados defensores
del ex agente especial del FBI,
Richard Hanssen y el ex oficial de la CIA, Aldrich Ames, ambos acusados
de espiar para al difunta Unión
Soviética y para Rusia.