Uno de los acusados de espionaje revela su identidad
RUI FERREIRA
El Nuevo Herald
Uno de los acusados de espiar en Estados Unidos para el régimen
cubano, que empezó a
ser juzgado este lunes en Miami, admitió que se llama realmente
Gerardo Hernández, como ha
sostenido la fiscalía desde hace dos años, y no Manuel
Viramontes, nombre con que inicialmente
se identificó ante las autoridades.
Aunque no significa necesariamente una admisión de culpabilidad,
reconocer que su
nombre verdadero es Hernández termina dándole un fuerte
espaldarazo a la acusación de
espionaje de la fiscalía.
La novedad salió a flote el martes, al inicio del segundo día
de selección de los jurados, cuando
el abogado Paul MacKenna, al indicar la presencia de su cliente en
la sala, lo identificó
como Hernández.
Desde que fue arrestado en septiembre de 1998, el abogado siempre se
refirió a
Hernández en corte como Viramontes, aunque en los documentos
del caso
siempre fue oficialmente identificado como Hernández.
``Es su verdadero nombre. El se llama Gerardo Hernández'', confirmó
el abogado
a El Nuevo Herald, durante un receso de las sesiones, sin dar más
detalles.
Además de espiar para Cuba, un cargo que conlleva unos 10 años
de cárcel,
Hernández encara cadena perpetua bajo la acusación de
``conspirar'' para
derribar las dos avionetas de Hermanos al Rescate, acto que provocó
la muerte
de tres estadounidenses y un cubano exiliado.
En la documentación que sirvió para encausarlo, la Fiscalía
Federal del Distrito
del Sur de la Florida consignó que las pesquisas de la Oficina
Federal de
Investigaciones (FBI) concluyeron que Hernández era el jefe
de una red de
supuestos espías cubanos, que operaban en el sur de la Florida
desde por lo
menos mediados de la década.
A raíz de las detenciones fueron encausadas 10 personas. Cinco
se declararon
culpables y recibieron sentencias sumarias entre 3 y 7 años
de cárcel, mientras
que ahora están siendo juzgados las cinco restantes: Hernández;
John Doe II
alias Luis Medina; John Doe III alias Rubén Campa; Antonio Guerrero
y René
González, un ciudadano estadounidense que vivió muchos
años en la isla y a su
regreso a Miami fue piloto de Hermanos al Rescate y del Movimiento
Democracia.
Posteriormente a esos encausamientos, la fiscalía produjo una
segunda
acusación donde Hernández y el ex piloto de Hermanos
al Rescate, Juan Pablo
Roque, fueron acusados de conspirar con las autoridades cubanas para
derribar
las avionetas. Roque escapó a la isla el día antes del
derribo.
Además, también han sido acusados, pero en ausencia porque
se fugaron del
país, otros tres supuestos miembros de la red, John Doe IV alias
Albert Manuel
Ruiz; John Doe V alias Ricardo Villarreal y John Doe VI, alias Remigio
Luna.
Estos dos últimos, según las autoridades también
ejercieron funciones de
mando en la red hasta pocos meses antes de ser desbaratada.
Al momento de su arresto, el FBI encontró en la residencia de
Hernández un
carné de identidad y una tarjeta electoral portorriqueña,
una licencia de manejar
mexicana y un certificado de nacimiento emitido en Texas, todo a nombre
de
Manuel Viramontes. Así como una licencia de manejar y un certificado
de
nacimiento de Puerto Rico y un carné de seguridad social estadounidense
a
nombre de otras personas.
Sin embargo, según las autoridades, Hernández es un capitán
del ejercito
cubano, que se encontraba operando en Estados Unidos desde 1992 bajo
el
nombre de Viramontes. Al llegar era, presumiblemente apenas un teniente,
porque el 6 de junio de 1996, sus jefes en la isla le informaron de
su promoción a
capitán en recompensa por su participación en el derribo
de las avionetas, según
comunicaciones cifradas interceptadas por el FBI.
El proceso de selección del jurado transcurrió el martes
con normalidad.
Alrededor de unas 72 personas contestaron un cuestionario de 29 preguntas
y
alrededor de una treintena fueron eliminadas. Las restantes serán
llamadas
nuevamente el viernes y el lunes, para indagar su posición sobre
temas tan
delicados en Miami como el proceso político cubano, el gobernante
Fidel Castro,
las organizaciones del exilio, el derribo de las avionetas y sus conocimientos
sobre el caso.
A los potenciales jurados que no han sido aún seleccionados,
la jueza Lenard
les ordenó que por estos días no pueden escuchar ni leer
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con el juicio, ni discutir sus detalles siquiera con sus familiares.