El epitafio
Carlos Rivero Collado*
En agosto de 1976, fue publicado, en La Habana, mi libro Los sobrinos del Tío Sam, en el que traté de explicar las causas que me habían llevado a unirme a la Revolución Cubana unos años antes, después de haber sido su enemigo, y en el que contaba el triste relato del "exilio", desde su inicio, en enero de 1959, hasta el asesinato de José Elías de la Torriente, jefe indiscutido entonces del mismo, en abril de 1974, y la caída del presidente Richard Nixon, cuatro meses después, provocada por la torpe actuación de varios "exiliados" de origen cubano en el asalto a Watergate.
Hace varios meses, comencé a escribir Los sobrinos del Tío Sam, 25 años después, como secuencia de aquel esfuerzo germinal. Los primeros capítulos tratan de las nefastas consecuencias que aquellos dos hechos tuvieron en Miami, y pensaba concluirlo con la muerte de Jorge Mas Canosa; pero el trágico episodio del niño Elián González me obligó a cambiar el epílogo.
Al secuestro de este pobre niño heroico, perpetrado por unos familiares lejanos que ni siquiera lo conocían antes de que apareciera flotando en la frígida, que debe haber sido crispante para él, inmensidad oceánica, con la complicidad de una nueva contrarrevolución más cruel, porque es más cobarde, que aquella de la que yo escribí hace tantos años, solo se le puede poner un nombre... ¡INFAMIA! Así se llama el epílogo de este nuevo libro, del que no sabemos su desenlace.
La historia de la contrarrevolución cubana, en este cuarto de siglo, es el relato de una criatura llena de miedo que pretende derrotar a una heroica Revolución por todos los medios posibles, menos por aquellos en los que ponga a riesgo el pellejo. Por eso, ha hecho un esfuerzo tan laborioso en crear incidentes que provoquen un enfrentamiento entre Estados Unidos y Cuba, y por ello ha puesto toda su fe en la cobarde estrategia del bloqueo y toda su confianza en los mercenarios Torricelli, Helms, Burton, Graham, Mack, Smith y otros, que han recaudado más para sus campañas electorales entre los "exiliados" del sur de la Florida que en los propios Estados que representan. A estos señores se les llama legisladores porque, evidentemente, "legislan" el dinero.
¿Cuál es el resultado de toda esta infamia? Veamos:
1) Los cubanos del exterior, o hijos y nietos de cubanos, le han dado la espalda al llamado exilio, pues para las protestas de Miami ni siquiera mil personas fueron movilizadas, en una población de origen más o menos cubano, quizás, de 600 000, es decir el 0,016% o la sexta parte del uno por ciento. Fue un fenómeno exclusivo de Miami... y nimio, ínfimo, pigmeo, casi liliputiense.
2) A todo lo largo y ancho de Estados Unidos, el pueblo, el único en el mundo que apoyaba al "exilio", ha rechazado su actitud criminal, pues favorece el regreso del niño a los brazos de su padre. A solo unas millas de Miami, en Davie, todos los entrevistados por una cadena nacional de televisión condenaron el secuestro.
3) La rama ejecutiva del gobierno federal de EE.UU. apoya la causa del padre, que es, por supuesto, la misma del niño. Es primera vez que Washington se enfrenta a Miami desde 1959.
4) El mundo entero condena la abducción y se ha hecho, por ello, la idea, correcta por demás, que el "exilio" de Miami está integrado por un grupo de salvajes que no reconoce el derecho de la Patria Potestad, que la civilización ha aceptado por miles de años, ni le interesan los sentimientos de un padre, un hermanito y cuatro abuelos.
5) El insolente rapto ha provocado que el pueblo se haya manifestado a favor de los derechos del padre, y en general de la Revolución, con entusiasmo delirante, que recuerda la etapa germinal de todo este proceso, y en el que se ha reafirmado el espíritu revolucionario, basado en una larga historia de heroísmo, lealtad y amor a la Patria.
6) Como se ha revelado recientemente, la familia que ha raptado al niño, cuyo parentesco es solo del quinto grado de consanguineidad, está integrada, entre otros, por dos primos ladrones y dos tíos-abuelos tan enviciados al alcohol, que han sido detenidos varias veces por la policía de Miami mientras conducían en estado de embriaguez, es decir, que ya su grado de degeneración personal es tal que, además de la beodez, no temen poner en peligro la vida de muchas otras personas. Hoy, ya no son solo borrachos y ladrones, sino, además, asalariados de la Fundación Nacional "Cubano"-Americana. Ese es el actual modelo de Elián, el criminal abuso cotidiano a que está sometido este pobre niño.
Dirigido por una iracunda mafia, heroica solo en las sangrientas trincheras del dinero, el "exilio" estará a punto de expirar cuando se produzca el regreso de Elián a Cuba. En su tumba, pudiera leerse esta inscripción, que, quizás, también, se borrará con el tiempo:
Aquí yace la contrarrevolución cubana,
Muerta de infame muerte vergonzosa,
Porque su lucha no era ya, como en Girón,
De hombres contra hombres,
Sino de bestias contra niños.
*Periodista cubano radicado en Miami.