Presentan pruebas contra los espías cubanos encausados
La fiscalía mostró cómo objetos
comunes y corrientes eran utilizados por los
miembros de la Red Avispa
RUI FERREIRA
El Nuevo Herald
El jurado que ventila las acusaciones de espionaje contra cinco reos
en una
corte de Miami tuvo ayer la oportunidad de constatar cómo objetos
comunes y
corrientes pueden cambiar de utilidad, y cómo su mera posesión
puede ser un
delito en virtud del uso que se les dé.
Dos computadoras con 15 años de atraso tecnológico, un
radio de onda corta
valorado en $100, una pequeña grabadora portátil, una
libreta de notas, un par de
cables conectores y un aparato de video parecen artículos convencionales.
Y lo
son. Pero si son hallados encima de una mesa en el dormitorio de alguien
acusado de espionaje, entonces se pueden transformar en pruebas contra
su
propietario.
Es lo que le está sucediendo a Fernando González, quien
por años se hizo
llamar Rubén Campa, y a quien las autoridades acusan de formar
parte de una
red cubana de espionaje, llamada Red Avispa, desbaratada en el sur
de la
Florida en septiembre de 1998.
Ayer, durante las cuarta jornada del juicio y a instancias de la fiscalía,
el agente
especial de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) Joseph Hall
confirmó que
esos y otros objetos fueron incautados en casa del acusado en Hollywood
y
que, según el acta acusatoria, sirvieron para actividades de
espionaje.
En una foto mostrada en corte se vio un televisor, encima del cual se
encontraba
el radio de onda corta conectado a una grabadora portátil y
una antena
desplegable. Al lado, una libreta de notas y un bolígrafo daban
la idea de estar
allí para apuntar cualquier mensaje recibido.
``¿Está esta evidencia en el mismo estado en que la incautó?'',
preguntó el fiscal
federal asistente, John Kasternakies. Ante la confirmación de
Hall, la entregó al
jurado sin comentar.
El juicio se encuentra en la etapa de presentación de pruebas,
en la cual el
gobierno hace desfilar delante del jurado todo tipo de documentos u
objetos que
sustentan la acusación, pero sin establecer nexos entre ellos.
La historia de
esas evidencias y de cómo pueden ser acusatorias se verá
únicamente en las
próximas semanas, cuando termine la presentación.
Ayer, la fiscalía reveló el contenido de dos carteras
de Fernández, donde había
apuntes que tratarán de presentar como pruebas de espionaje.
Por ejemplo, un
pequeño pedazo de papel donde están escritas lo que parecen
ser
observaciones de movimientos aéreos, como ``16 F-4'', ``0 F-5'',
``18 F-18'', ``4:02
p.m'', y la palabra ``Lorient''.
En el acta de acusación se sostiene que González era uno
de los contactos de
otro acusado, Antonio Guerrero, alias ``Lorient'', aparentemente infiltrado
en la
base aérea de Cayo Hueso.
En una de las carteras de González, el FBI encontró una
tarjeta de seguro
médico a nombre de Manuel Viramontes, uno de los alias usados
por Gerardo
Hernández, a quien las autoridades acusan de haber sido el jefe
de la red.
No está claro cómo la tarjeta fue a parar a la cartera
de González, pero fuentes
de la defensa dijeron que sería ``especulativo'' inferir en
eso una culpabilidad.
En la audiencia también se mostraron certificados de defunción
y nacimiento de
una treintena de personas, con lo cual las autoridades pretenden demostrar
que
estarían siendo preparados para atribuir esas identidades a
otros futuros espías.
La fiscalía presentó ayer varios documentos, como licencias
de conducción y
declaraciones de aduana, donde se consigna que González vivió
por unos cuatro
años bajo el nombre de Campa, en Fayetteville, Carolina del
Norte, cerca de
Camp Lejeune, una importante instalación de la infantería
de marina.