RUI FERREIRA
El Nuevo Herald
La personalidad pública del ex preso político cubano Juan
Francisco
Fernández Gómez está bajo el signo de las dos
caras.
A fines de febrero, Fernández Gómez fue considerado por
el Departamento
de Estado como un ''veterano activista de derechos humanos''. El martes
pasado, se apareció ante una corte en La Habana y le dijo al
juez que en
realidad durante los últimos 22 años ha sido un agente
de la seguridad castrista.
La situación se vuelve más extraña: meses antes,
el régimen de La Habana
había encarcelado al confeso espía por haber recibido
supuestos mensajes
del exilio, según el informe del Departamento de Estado.
La declaración de Fernández Gómez, conocido en
los círculos de la
oposición cubana como ''Jr.'', causó encontradas reacciones
en Miami,
aunque hubo quien manifestó no sentirse sorprendido.
En su declaración al juez que ventiló en la capital cubana
el proceso del
salvadoreño Otto René Rodríguez Llerena, acusado
de colocar una bomba
en un hotel de La Habana en 1997 y de tratar de introducir explosivos
al país
un año más tarde, el confeso espía dijo: ''Durante
mi estancia en presidio me
di cuenta de mis errores, y me aproximé a los compañeros
de la seguridad en
busca de ayuda''.
Líderes del exilio corroboraron lo primero.
''Era un preso por acciones armadas del año 60, que estuvo involucrado
en la
lucha armada contra Fidel Castro, en la zona de Las Villas, en el alzamiento
del Escambray'', señaló el activista de derechos humanos,
Ricardo Bofill,
quien lo recuerda de los años de cárcel.
Fernández Gómez reveló que, cumpliendo instrucciones
de sus superiores,
estuvo en Miami varias veces durante la década de 1990 y que
logró, adujo,
''penetrar a organizaciones de ex presos políticos, entre ellas
el Ex Club'', y
que fue reclutado por su presidente, Rolando Borges Paz, para realizar
actividades violentas contra el régimen castrista.
''A ese señor lo vi un par de veces, pero no sé con quién
se reunió [en
Miami]. Era conocido como ex preso político, y, además,
estaba enfermo.
Según sé, todo el mundo trató de ayudarlo; él
tenía glaucoma y problemas de
corazón'', explicó Borges Paz, quien agregó que
lo conoció en Cuba en la
cárcel y que no llegaron a tener gran relación.
''Tenía una vida normal. Iba y venía, llevaba medicinas
y traía noticias. Lo vi
muy poco, ni siquiera sé cuánto tiempo estuvo aquí.
A cierta altura alguien me
dijo que estaba preso, y nos preocupamos. Nos dijeron que estaba en
la
cárcel, y después que lo soltaron, y no supimos nada
más'', añadió Borges
Paz.
El ex preso dijo al juez habanero que el 10 de junio del año
pasado recibió en
su casa, en Santa Clara, una llamada telefónica de alguien diciéndole
que
''había traído las medicinas''. Según Fernández
Gómez, las ''medicinas'' eran
explosivos y Borges Paz le había advertido de la llamada durante
una de sus
visitas a Miami.
La llamada, continuó Fernández Gómez, fue hecha
por el salvadoreño
Rodríguez Llerena, quien ese día había sido arrestado
en el aeropuerto de La
Habana cuando pretendía entrar al país con 1,519 kilogramos
de pentranita,
un poderoso explosivo plástico.
Fernández Gómez añadió también que
fue arrestado al día siguiente en su
casa de Villa Clara, pero no quedó claro por su declaración
si el arresto fue
una cortina de humo o no. La fiscalía dijo que el ex preso tuvo
un careo con
Rodríguez Llerena, donde salió a relucir la conexión
con los activistas en
Miami del Ex Club y su hipotético reclutamiento.
''Eso es un cuento, no lo he reclutado para nada, ni le he dado ningún
tipo de
instrucciones'', afirmó Borges Paz. Además, enfatizó,
''no necesito hacerlo
porque ellos dentro de Cuba saben más que nosotros. Hace 30
años nuestro
sistema era distinto, el sistema de lucha pacífico lo inventaron
ellos ahora
dentro de cuba''.
''El 10 de junio, agentes de Seguridad del Estado arrestaron al veterano
activista de derechos humanos (...) en su casa de Villa Clara y lo
mantuvieron
preso por 57 días en Villa Marista después que recibió
una llamada telefónica
del extranjero. También lo cuestionaron sobre personas que vio
durante un
viaje a Estados Unidos. A fines de año (1998), Fernández
estaba bajo
arresto domiciliario, pendiente de ulteriores investigaciones'', dijo
el informe.
Según Bofill, ''en este mundo de maledicencia en que vivimos,
donde a todo
el mundo lo acusan de agente y provocador'', lo que realmente ha sucedido
es que Fernández Gómez pudiera haber inventado todo a
instancias de sus
interrogadores, para intentar demostrar un vínculo con el exilio
que no existe y
también dividir al movimiento de oposición.
''Varias veces nos han echado a pelear los disidentes por estas cosas,
por la
suspicacia. Esto, probablemente, es un intento de sembrar dudas en
el exilio
sobre el resto de los disidentes y los demás presos políticos'',
dijo el activista,
quien no dejó de señalar que ''es curioso que en este
momento, en que hay
una gran solidaridad entre los disidentes por el caso de Vladimiro
[Roca],
aparece este caso''.
Borges compartió una opinión parecida, aunque no cree
''que sea un invento
de él, sino del aparato de Seguridad del Estado".
Y profundizó: ''El régimen trata de mantener el mito de
la invencibilidad, trata
de mantener la desconfianza entre todos nosotros. En la cárcel
pasaba eso.
Nos trataban distinto y, por contraste, teníamos diferencias''.
De todos modos, aunque Rodríguez Llerena admitió vínculos
terroristas con
el anticastrista Luis Posada Carriles, la fiscalía no logró
demostrar los vínculos
de Fernández Gómez con los activistas del Ex Club en
Miami.
Los cuatro números de teléfono presentados en corte como
Borges, no
pertenecen al exiliado o sencillamente no existen.
Y al final de esta historia, del ex preso vuelto espía sólo
queda un recuerdo y
una reflexión.
''Todos como él son unos infelices. Aunque colaboren con la policía,
siempre
lo van a considerar un ex preso contrarrevolucionario. Eso Fidel Castro
no lo
perdona nunca'', dijo Bofill.
Copyright 1999 El Nuevo Herald