Granma Diario
sábado 23 de abril de 2005

Un niño libre convoca a otra lucha

ANETT RÍOS JÁUREGUI

Un niño de 11 años, vestido de pionero, se paró ayer por primera vez ante más de 5 000 personas en la Tribuna Antimperialista José Martí. Pequeñito, junto a los micrófonos, comenzó a leer con firmeza un discurso para Cuba y, en verdad, para el mundo entero.

Hace poco más de cinco años, la suerte de Elián González se convirtió en una conmoción internacional. La intensa saga de su llegada y posterior secuestro en Miami, la lucha del pueblo de la Isla por su devolución, el esperado rescate (un día como ayer, llevado a cabo por Fuerzas Especiales del Servicio de Inmigración y Naturalización de los Estados Unidos), la reunificación con su padre en ese país, y el definitivo regreso a Cuba, componen, quizás, uno de nuestros pasajes contemporáneos más estremecedores; para la opinión pública exterior, igualmente, una historia trascendente y aleccionadora.

La batalla por ver a Elián en Cuba fue una lucha política por la justicia y la libertad, al mismo tiempo que una gran batalla sentimental de los cubanos. Cuando ayer apareció sobre el escenario de la Tribuna, solo hubo un contundente silencio. Y una vez más, mucha, mucha gente estremecida.

El encuentro en la capital cubana para celebrar el quinto aniversario del rescate de Elián de manos de la mafia de Miami, fue una extraña fiesta entre pasado y futuro. Los pioneros oradores y artistas, las canciones, las poesías y el fervor que caracterizaron los esfuerzos por el regreso del niño y el inicio de una nueva etapa en el país, son un recuerdo entrañable para una generación de cubanos. Sin embargo, ayer lo supimos, representan también una inspiración, un aliento sin tiempo.

Elián agradeció anoche públicamente a los que hicieron realidad su sueño de ser un niño libre. Su papá, Juan Miguel González, según confesó minutos después, había vuelto a llorar de emoción y felicidad con las imágenes que inauguraron la velada: secuencias de un niño feliz, tomadas y divulgadas tras el arribo a Cuba, el 28 de junio del 2000.

Las maravillosas revelaciones del tiempo y de la historia: fue ayer Elián quien habló al mundo, elocuentemente, para describir su suerte de estudiante, sus alegrías familiares y para pedir justicia por otros niños y para los Cinco Héroes prisioneros del imperio, para que Ivette puede disfrutar del cariño de su padre. Es muy posible que recordemos esta jornada por mucho tiempo. Recordaremos el valor de Elián —quién lo duda, el niño eterno de Cuba— y el significado de sus frases. Recordaremos este otro inicio (más bien lógica continuación) de la lucha nacional para que el mundo escuche, y para que esa digna palabra: "Justicia", recobre su mejor herencia.