Militar y estadista venezolano, héroe
de la Independencia (Cumaná, febrero 3 de 1795 - Montañas
de
Berruecos, cerca de Pasto, junio 4 de 1830).
Antonio José de Sucre, el Gran Mariscal de Ayacucho, era hijo
del militar Vicente Sucre y de doña
Manuela de Alcalá. Antonio José fue el quinto de los nueve
hijos del
primer matrimonio de don Vicente, otros nueve
fueron el fruto de su segundo matrimonio. Apenas había
cumplido siete años, cuando murió
su madre. Sus primeros estudios los hizo en la escuela fundada por su
tía, María de Alcalá,
y con maestros a domicilio. Sus estudios universitarios los hizo en Caracas,
en la
Escuela de Ingenieros del coronel español
Tomás Mires; allí estudió matemáticas, agrimensura,
fortificación
y artillería, durante cinco años.
Este aprendizaje fue fundamental para la vida militar de Sucre; sin embargo,
interrumpió sus estudios debido a la
revolución política de 1810, cuando la juventud venezolana
se decidió a
intervenir en la guerra contra la dominación
colonial. Antonio José de Sucre entró al ejército
patriota como
teniente de ingenieros, aprovechando su formación
en la Escuela de Ingenieros. El teniente Sucre participó
en las tropas del general Francisco Miranda,
pero ante la capitulación, emigró a Trinidad; regresó
en 1813.
Con el general Santiago Mariño hizo
las campañas militares de 1813 y 1814; continuó en la guerra
de
Independencia contra el ejército realista
del Pacificador Pablo Morillo. En 1817 el Libertador Simón Bolívar
le
confirió el grado de coronel, y en
1819 recibió el grado militar de general de brigada. El Libertador
nombró al
general Sucre como jefe del Estado Mayor,
y después como ministro Interino de la Guerra. Participó
en los
tratados de armisticio y regularización
de la guerra, de acuerdo con las propuestas de paz que hizo el
Pacificador Pablo Morillo, las cuales fueron
aceptadas por el Libertador. En 1821, el general Antonio José de
Sucre fue nombrado jefe del Ejército
del Sur de Colombia. Sucre buscaba la liberación de Quito, para
continuar con la de Perú y Alto Perú;
esta era la estrategia militar del Libertador, quien tuvo la idea de
liberar a la Nueva Granada para luego continuar
con Venezuela y seguir hacia el sur hasta el Alto Perú. El
general Sucre dirigió y triunfó
en la batalla de Pichincha, al occidente de Quito, el 24 de mayo de 1822.
Con
la derrota de los realistas, Sucre y el Ejército
Libertador del Sur entraron triunfalmente a la ciudad de Quito.
Esta provincia fue incorporada a la República
de Colombia o Gran Colombia, a pesar del rechazo de los
guayaquileños, quienes reclamaron que
las relaciones comerciales se hacían más con el Perú
que con
Colombia. Sin embargo, la presencia del Libertador
Bolívar y de Sucre influyó notablemente en el ánimo
de
los patriotas quiteños y guayaquileños,
quienes aceptaron su incorporación a Colombia. El 26 de julio de
1822 tuvo lugar la entrevista de Guayaquil
entre los dos Libertadores de América del Sur: Bolívar y
José de
San Martín. Con el triunfo de Pichincha,
el último presidente de la Real Audiencia de Quito, don Melchor
de
Aymerich, firmó pocas horas después,
la capitulación ante el general Antonio José de Sucre. Con
este triunfo
se aseguró la independencia de Ecuador.
El Libertador Bolívar ordenó
al general Sucre que marchara hacia Lima, y al general Santa Cruz al Alto
Perú.
Sucre fue ascendido a general de división
y nombrado comandante del Departamento de Quito. El objetivo de
la guerra en el sur contra los realistas era
combatir los ejércitos partidarios del rey y culminar así
la
independencia de América. En septiembre
de 1823 el general Sucre llegó a Lima, donde encontró una
situación llena de escollos. Con el
Libertador Simón Bolívar organizó el ejército
insurgente, compuesto por
colombianos, chilenos, argentinos, peruanos
y europeos. Con este ejército el Libertador dio las últimas
grandes batallas de la liberación,
contando con el apoyo leal y decisivo del general Sucre. El 6 de agosto
de
]824, el Libertador derrotó al general
José de Canterac en la batalla de Junín; éste fue
su último triunfo
militar en la guerra. Las tropas realistas
se retiraron con el mayor desorden. Bolívar entregó el mando
militar
al general Antonio José de Sucre, a
quien le correspondió dirigir la última batalla de la Independencia
de
América: la batalla de Ayacucho, el
9 de diciembre de 1824. En Ayacucho se enfrentaron 6879 soldados
patriotas, bajo el comando del general Sucre,
contra 10000 soldados realistas, de los cuales siete mil eran
indios y mestizos partidarios del rey de España.
Las divisiones patriotas de José María Córdova. Jacinto
Lara
y José de La Mar se enfrentaron a las
divisiones realistas de Alejandro González Villalobos, Antonio Monet
y
Jerónimo Valdés. A las 11 de
la mañana del 9 de diciembre, los dos ejércitos se hallaban
en plena acción. El
encuentro favoreció inicialmente a
los españoles, hasta cuando entró la infantería de
la primera división,
comandada por el general José María
Córdova. Con su empuje y heroicidad, el ejército patriota
consolidó la
ofensiva arrojándose contra los realistas,
que empezaron a desorganizarse, hasta que a la una de la tarde el
triunfo coronó los esfuerzos de los
patriotas. Las tropas del rey sufrieron la más grande derrota: 2000
muertos, 600 heridos y 2000 prisioneros; los
patriotas tuvieron 500 muertos y 600 heridos. En pleno campo
de acción de Ayacucho se concertó
la capitulación entre el derrotado general José de Canterac,
pues el virrey
José de La Serna no pudo hacerse presente
por hallarse herido y prisionero, con el general Antonio José de
Sucre. En la capitulación de Ayacucho,
cuya victoria selló la independencia definitiva de América,
se reconoció
la independencia del Perú y la desocupación
de todos los territorios que se hallaban en posesión de los
realistas. Sobre el triunfo de Sucre en Ayacucho,
el Libertador Simón Bolívar expresó: «El general
Sucre es el
padre de Ayacucho, el redentor de los hijos
del Sol; es el que ha roto las cadenas con que envolvió Pizarro
el
imperio de los Incas. La posteridad representará
a Sucre con un pie en Pichincha y el otro en el Potosí,
llevando en sus manos la cuna de Manco-Cápac
y contemplando las cadenas del Perú, rotas por la espada».
En 1825 se proclamó en el Alto Perú
la República de Bolivia, y el mariscal Sucre fue designado como
su
primer presidente. La capital de Bolivia recibió
el nombre de Sucre, en su honor. Como presidente, Sucre
convocó a una Asamblea Constituyente
que se reunió en mayo de 1825, en la cual se manifestaron tres
tendencias: una en favor de la anexión
al Río de la Plata, otra por la anexión al Perú, y
la tercera defendió la
independencia absoluta. La mayoría
acordó la independencia total y solicitó al Libertador Bolívar
la redacción
de un proyecto de Constitución. Así
se creó la República de Bolívar, que luego fue llamada
Bolivia. El
Libertador redactó la Constitución
Boliviana, que propugnó por un régimen mixto entre democracia
y
monarquía, con un presidente vitalicio
y con cuatro poderes y tres cámaras. El mariscal Sucre ejerció
la
Presidencia de Bolivia hasta 1828. Sobre sus
obras, se destacaron la educación para todos; la creación
de
numerosas escuelas, colegios y universidades;
y la contratación de maestros extranjeros para fortalecer la
calidad en la educación. Sucre siempre
manifestó un total respeto hacia los indígenas; mejoró
la agricultura,
después de diez años de desolación;
v estableció relaciones con la Santa Sede. Un motín en Chucluisac
a, el
18 de abril de 1828, lo llevo a la renuncia
de la primera magi ~tratura de Bolivia. Así se expresó en
su
mensaje al Congreso, el 2 de agosto de 1828:
«En el retiro de mi vida veré mis cicatrices, y nunca me
arrepentiré de llevarlas, cuando me
recuerden que para formar a Bolivia ~referí el imperio de las leyes
a ser
el tirano o el verdugo que llevara una espada
pendiente sobre la cabeza de los ciudadanos». Los peruanos,
comandados por el general Gamarra, querían
anexar el territorio boliviano al Perú; para ellos, Sucre era el
principal obstáculo. A la renuncia
del Mariscal, el nuevo presidente de Bolivia fue el general Andrés
Santa
Cruz, uno de sus enemigos.
El mariscal Sucre regresó a Colombia
a finales de 1828. El gobierno del Libertador Presidente lo nombró
para
dirigir las tropas colombianas contra la agresión
del Perú. Con el ejército colombiano, el mariscal Sucre
venció a las tropas peruanas en la
batalla de Tarqui, el 27 de febrero de 1829. El Mariscal conferenció
con el
Libertador en Quito durante varios días,
sobre el futuro inmediato de Colombia v la necesidad de una
conciliación nacional. Con el fin de
participar en el Congreso llamado "Admirable", en repr~semtación
de su
Provincia de Cumaná, el mariscal Sucre
partió para Bogotá en los primeros días del año
1830. En el Congreso
fue elegido presidente, con la simpatía
de todos, pues siempre fue respetado por su ecuanimidad, su hábil
diplomacia y sus estrategias de grandes dimensiones.
En mayo de 1830, cuando terminó el Congreso
Admirable, el mariscal Sucre preparó
aceleradamente su viaje hacia Quito para reunirse con su esposa doña
Mariana Carcelán, marquesa de Solanda,
y con su primogénita Teresa. Sucre viajó en una caravana
que salió
de Bogotá, integrada por el diputado
Andrés García Téllez, hacendado de Cuenca, el sargento
de caballería
Lorenzo Caicedo, asistente de Sucre, el negro
Francisco, sirviente de García, y dos arrieros con bestias de
carga. Después de pasar por Popayán,
el grupo de viajeros salió de La Venta (hoy La Unión), el
4 de junio de
1830. Ese nefasto día, al pasar por
las montañas de Berruecos, cerca a Pasto, fue asesinado vilmente
el
mariscal Antonio José de Sucre. Su
cadáver estuvo 24 horas insépulto, hasta que un grupo de
campesinos lo
llevaron al punto de La Capilla. En el proceso
del crimen de Berruecos fueron inculpadas las siguientes
personas: el coronel Apolinar Morillo, Andrés
Rodríguez y José Cruz, soldados peruanos licenciados del
ejército, y el tolimense José
Gregorio Rodríguez. Los tres últimos trabajaban como peones
de José Erazo, un
mestizo de la provincia de Pasto, y uno de
los cómplices del crimen. El Libertador tuvo conocimiento de este
crimen el 1 de julio de 1830, con gran tristeza
porque siempre consideró a Sucre como su más grande y leal
amigo. A los 10 años del asesinato
de Sucre, José Erazo cayó prisionero en Pasto, y en los interrogatorios
confesó el crimen. En el proceso se
dictó sentencia de muerte para el coronel Apolinar Morillo, además
se
acusó al general José María
Obando como autor principal del asesinato; el coronel Morillo, antes de
subir al
patíbulo, acusó también
a Obando. Sin embargo, el crimen sigue sin esclarecerse, por el sinnúmero
de
factores condicionantes que hay a su alrededor:
causas políticas, caudillistas, regionalistas e inclusive
familiares. La esposa de Sucre, la marquesa
de Solanda, volvió a casarse, cumplido el primer año de duelo,
con el general Isidoro Barriga, quien había
sido su subalterno. En el año 1900, los restos del mariscal Sucre
fueron trasladados a la iglesia catedral de
Quito, donde reposan en una urna de roca del Pichincha [Ver tomo
1, Historia, pp. 296, 298 y 306].
JAVIER OCAMPO LÓPEZ
Bibliografía
PEREYRA, CARLOS. El General Sucre. Madrid,
Editorial América, s.f. PEREZ Y SOTO, JUAN. El crimen de
Berruecos, 4 Vols. Roma, 1924. PINILLA, SABINO.
La creación de Bolivia. Madrid, Editorial América, s.f.
RUMAZO GONZALEZ, ALFONSO. Sucre, Gran Mariscal
de Ayacucho. Madrid, 1968. 2á ed.: Caracas, Ediciones
de la Presidencia de la República,
1980.
Esta biografía fue tomada de la Gran Enciclopedia de Colombia del Círculo de Lectores, tomo de biografías.