El Nuevo Herald
February 18, 1999
 
 
Estados Unidos deportará a 3,000 dominicanos

L as autoridades dominicanas temen que la deportación desde EU cause el
aumento en el índice de criminalidad.

ALONSO DE CONTRERAS / EFE
SANTO DOMINGO

Cerca de 3,000 dominicanos encarcelados en Estados Unidos, la mayoría
por tráfico de drogas y asaltos, serán deportados este año a su país de
origen, al cumplir su condena y con un ``postgrado'' en delincuencia.

Los 3,000 deportados de 1999 se sumarán a los 2,429 dominicanos que
fueron excarcelados en Estados Unidos y devueltos al país caribeño en 1998,
según reveló el jefe de la Policía Nacional, general Sainz Jiminian.

Muchos de ellos se han sumado ya a los 300,000 dominicanos que aparecen
fichados en los archivos de la Policía, y ``vienen aquí a enseñar a los párvulos
a delinquir'', según admitió Sainz Jiminian.

Son la otra cara de la moneda en la creciente industria de la emigración que
durante años ha aportado a la economía del país más dólares, en forma de
remesas mensuales a sus familiares, que el turismo.

Las autoridades locales temen que aquellos vientos, sembrados en forma de
emigrantes que además enriquecieron a los ``caciques'' que aún organizan los
viajes ilegales desde las costas dominicanas, sean ahora tempestades que
afecten a la imagen de sosiego que necesita un destino turístico.

Son los ``tigueres'' (los duros, en lenguaje coloquial dominicano) que se
suman al creciente ``tigueraje'' de los barrios marginales de Santo Domingo,
donde la pobreza empuja a miles de jóvenes a la drogadicción, a la
prostitución y a la delincuencia.

Este ``tigueraje'' aún no ha afectado al turismo playero, aunque muchos
negocios en el antiguo barrio colonial de Santo Domingo han tenido que
cerrar por la creciente inseguridad durante las madrugadas.

En la capital dominicana han aumentado los incidentes armados durante la
noche, pero los ``dominican-yorks'', los ex residentes en Nueva York que
regresan al Caribe con las costumbres y el ambiente de los ``guetos''
neoyorquinos, no son los únicos culpables.

La necesaria depuración que se inició en los últimos años en la Policía
Nacional, y que ha hecho que centenares de agentes y oficiales involucrados
en delitos - la Policía nacional no quiso especificar cuántos - fueran
expulsados del cuerpo del orden, ha echado a la calle a otros tantos
desempleados especialistas en armas de fuego.

Al ciudadano dominicano le resulta cada vez más difícil, en las calles y
carreteras, distinguir quienes le dan el alto.

Pueden ser policías vestidos de uniforme, policías vestidos de civil,
delincuentes vestidos de delincuentes, delincuentes vestidos de policías o, en
el peor de todos los casos posibles, ex policías vestidos de lo que sea.

Se trata de una duda grave en un país, cuyas autoridades admiten que hay
demasiadas armas. Además de los delincuentes, están armados los miles de
guardaespaldas que acompañan a políticos y personalidades, los militares y
policías cuando no están de servicio y los ``colaboradores'' de los militares.

También suele llevar una pistola en su vehículo cualquier ciudadano que en los
últimos 15 ó 20 años tuviera un familiar con influencia en la Policía o en las
Fuerzas Armadas, y miles de personas que mantienen sus ``recuerdos'' de la
guerra civil de 1965.

Las campañas para desarmar a la población en registros callejeros se
encuentran con el problema del ``usted no sabe quien soy yo'', folclórica frase
que suele acompañar al gesto de mostrar al oficial una tarjeta de visita firmada
por un general.

La prensa destaca diariamente el aumento de la delincuencia en un país
tradicionalmente seguro, mientras las autoridades insisten en que la culpa la
tienen los ``deportados'' de Estados Unidos.

                    Copyright 1999 El Nuevo Herald