Violación como sistema
Vladimiro Roca Antunez
Prisión de Ariza, 13 de noviembre-- La celebración
del 50 aniversario de la
promulgación de la Declaración Universal de Derechos
Humanos y
algunos artículos aparecidos en la prensa me han estimulado
a hacer
algunas consideraciones al respecto.
El hecho de que hasta la prensa cubana esté dedicando artículos
a dicho
acontecimiento demuestra, sin lugar a dudas, la importancia y
vigencia que
mantiene dicha Declaración, incluso para el gobierno cubano;
a pesar de
haber pasado medio siglo de su promulgación.
Existen criterios oficiales y oficiosos, sobre todo en países
que tienen
gobiernos de corte autoritarios o totalitarios, de que los derechos
más
importantes son: el derecho a la vida y los llamados derechos
colectivos,
como el derecho al desarrollo, derecho a la asistencia médica,
derecho a la
educación. Criterios que están fundamentados en
la preponderancia que
tienen estos tipos de gobierno sobre la sociedad civil.
Estos criterios y opiniones se utilizan por estos gobiernos para
tratar de
ocultar las violaciones que realizan de los derechos consignados
en la
Declaración Universal de Derechos Humanos, alegando la
primacía de los
derechos colectivos sobre los individuales, los cual es, entre
otras cosas,
una contradicción jurídica mayúscula y un
gran juego de palabras para
deformar la verdad; pues, ¿cómo se puede hablar
de respeto a los
derechos colectivos si no se respetan los derechos individuales?
Esta es
una de las formas que utilizan dichos gobiernos para violar los
derechos
individuales de los ciudadanos y de cierta forma, burlarse de
los
organismos internacionales encargados de verificar las violaciones
de
dichos derechos.
La base de derecho, en general, son los derechos individuales,
ya que es
precisamente el individuo el primer objeto del derecho en cualquier
país y
época, que junto con la familia, forman el verdadero fundamento
de toda la
sociedad humana.
La sociedad civil se compone de individuos concretos diferentes
y con
intereses particulares y generales definidos y que se agrupan
según sus
intereses y característica generales.
Anteponer los derechos colectivos a los derechos individuales
es otra de
las formas que tienen los gobiernos autoritarios y totalitarios
de imponerle a
la sociedad sus planes y deseos; que en los más de los
casos, no son
compartidos por la mayoría de la población.
Veamos estos planteamientos desde un ángulo más concreto.
¿Cómo se puede hablar de derecho al desarrollo de
un país, si no se
permite a sus ciudadanos invertir en la economía de su
país, lo que se
permite a los extranjeros, y mientras tanto se mantiene a la
mayoría de la
población con un nivel de vida por debajo del que pudieran
tener con el
fruto de sus esfuerzos empresariales y laborales?
¿Cómo se puede hablar del derecho a la salud si
a las personas no se les
permite escoger la institución médica donde quieren
atenderse y los
médicos que desea consultar?
¿Cómo se puede hablar del derecho a la educación
si la familia no tiene
derecho a escoger el tipo de escuela y la educación que
desea para sus
hijos?
¿Cómo se puede hablar de dignidad de un pueblo si
no se respeta la
dignidad de cada miembro de la sociedad?
¿Cómo se puede hablar de soberanía popular
si no se respeta el derecho
individual de los ciudadanos a la libertad de expresión,
de reunión y de
asociación?
¿Cómo se puede hablar de autodeterminación
de los pueblos, si no se les
permite a los ciudadanos manifestarse libremente en los medios
de
comunicación sobre el sistema de gobierno, las medidas
que toma y sobre
la capacidad de quienes están al frente del gobierno?
¿Cómo se puede hablar de democracia, si se ofrece
a los extranjeros
bienes y servicios que se niegan a los nacionales por la decisión
de una o
varias personas; violando incluso derechos reconocidos en la
Constitución?
Las respuestas honestas, dignas y objetivas a estas preguntas
pondrán en
una perspectiva correcta la importancia y vigencia de los derechos
recogidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos
y la
necesidad de continuar la lucha por su defensa y su aplicación
plena y sin
restricciones en todos los países, como una de las vías
principales para
garantizar el pleno desarrollo de la persona humana y ayudar
a alcanzar la
paz, la fraternidad y solidaridad en todo el mundo.
Preso político cubano, es uno de los cuatro autores del
documento `La
Patria es de Todos', y lleva 512 días a la espera de la
celebración de su
juicio por el régimen de Castro.
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