El Nuevo Herald
Feb. 28, 2002

Toma de embajadas en Cuba es tema recurrente desde 1980

                      LA HABANA - (AFP) -- El ingreso violento de personas en la embajada de México en Cuba abre este jueves una
                      interrogante sobre si las autoridades les permitirán salir de la isla mediante una excepción a su política migratoria
                      como lo hicieron en 1993, o si exigirán su entrega.

                      El otro interrogante, sobre la manera en que el incidente podría incidir en las relaciones entre los dos países,
                      pareció despejarse después de que el canciller mexicano Jorge Castañeda se colocara en una tesitura similar a la
                      de las autoridades cubanas, afirmando que se trataba de una ''provocación'' orquestada por elementos radicales
                      del exilio anticastrista en Miami.

                      Castañeda dijo también que ''las cosas se están arreglando'' y precisó que ``hay una quincena de personas
                      dentro de la embajada, no son asilados, no solicitaron asilo, no manifestaron ninguna motivacion politica y si
                      quieren solicitud de visa que la hagan y se considerará''.

                      Desde 1980, cuando seis personas penetraron en la embajada de Perú en La Habana, también a bordo de un
                      autobús que proyectaron contra la reja de entrada, el Gobierno cubano aplicó una política de no acceder a
                      presiones de este tipo y sólo conceder permiso de salida a las personas que realizan los trámites ordinarios.

                      El incidente de la embajada de Perú, en el cual murió un policía, llevó a las autoridades de la isla a retirar la
                      custodia policial de esa sede, en la cual penetraron 10.000 personas en los días subsiguientes.

                      El gobierno estadounidense del ex presidente James Carter manifestó entonces su disposición a acoger a los
                      cubanos refugiados, lo que dio pie a la apertura de un puente marítimo por el puerto de la localidad de Mariel,
                      por el cual emigraron 128.000 cubanos, excepto los que habían penetrado por la fuerza en la embajada de Perú.

                      En julio-agosto de 1990, medio centenar de personas entraron en las embajadas de España, Checoslovaquia,
                      Bélgica, Italia, Canadá y Suiza, creando lo que se denominó ''la crisis de las embajadas''. Cuba se mantuvo
                      inflexible en su posición de no autorizar esas salidas y dio garantías a los ciudadnos para el retorno a sus
                      hogares, quienes fueron poco a poco deponiendo su actitud.

                      Tres años después, en septiembre de 1993, once personas (cuatro mujeres, seis hombres y un niño) entraron a
                      la embajada de México en La Habana con el pretexto de realizar trámites migratorios, negándose a salir después.

                      Un mes antes, en agosto, México había repatriado a Cuba a un grupo de emigrantes ilegales cubanos que
                      naufragó cerca de ese país. Pero tras algunas negociaciones con La Habana y con caracter excepcional, los
                      náufragos regresaron a México por petición de las autoriadades de ese país, para después viajar a Estados
                      Unidos.

                      Ese mismo carácter excepcional fue aplicado por Cuba a las 11 personas que se encontraban dentro de la
                      embajada, a los que se les extendió los papeles migratorios y se les permitió abandonar la isla por vía aérea.

                      ''El Gobierno de Cuba accedió a cooperar con el Gobierno mexicano, en la búsqueda de una solución del
                      problema creado por estas personas, que de forma desconsiderada y oportunista ultrajaron la hospitalidad
                      mexicana'', dijo una declaración de la cancillería cubana del 12 de septiembre de 1993.

                      Por su parte, la entonces embajadora de México en Cuba, Beatriz Paredes Rangel, dijo al diario cubano Juventud
                      Rebelde que ''incidentes como este no deben repetirse'' y calificó de ''excepción'' la solución dada al caso.

                      En mayo-junio de 1994, unas 150 personas penetraron en las embajadas de Bélgica y Alemania, así como en el
                      consulado de Chile en La Habana, las que regresaron a sus hogares tras una espera en que las autoridades
                      cubanas no flexibilizaron su posición migratoria.