PABLO ALFONSO
El Nuevo Herald
Francisco León, presidente del Instituto de Estudios Cubanos
(IEC),
afirmó que esa institución promueve la búsqueda
de un entendimiento
nacional que facilite la transición democrática
en Cuba y su integración
económica y política a la región.
``Creemos en el diálogo pluralista como algo fundamental
para el
entendimiento, que es lo que hay que entronizar en Cuba'', dijo.
El IEC,
fundado en Miami hace 30 años, no es un partido político,
sino ``un foro
abierto, de pensamiento, un lugar de reflexión común''.
León, quien fue coordinador nacional en Cuba del Movimiento
Revolucionario del Pueblo (MRP), grupo clandestino anticastrista,
salió
de la isla en 1962 tras asilarse en la embajada de Argentina.
Un año
después ingresó en la Universidad de Lovaina, Bélgica,
donde se graduó
en Sociología Económica.
Desde 1971 trabaja en la Comisión Económica para
América Latina y el
Caribe (CEPAL) con sede en Chile, donde reside.
León, fue electo presidente del IEC en agosto y concedió
esta entrevista
a El Nuevo Herald durante una visita que realizó a Miami
esta semana.
¿Cuál es la mecánica de cambio político
que el IEC considera viable
para Cuba?
FL: Yo creo que hay dos cosas muy importantes en esa mecánica:
La
primera es que el cambio político pasa por la constitución
de una
oposición nacional. Y la segunda, que hay que diferenciar
esa oposición
nacional de los llamados lobbies. Es decir, de la gente que trata
de influir
en Cuba a través de otros gobiernos. Sean estos de Europa
o de
América. Este concepto de oposición nacional difiere
tanto de la
Plataforma Democrática Cubana como de la Fundación
Nacional
Cubano Americana, para citar dos ejemplos clásicos de
este tipo de
lobby.
La oposición nacional es la gente que está en la
búsqueda de soluciones
democráticas para el país. La oposición
nacional se refiere a lo que debe
hacer la nación y el gobierno de la nación, sea
quien fuere el que lo tenga
en un momento determinado. Y la oposición nacional se
forma y se
desarrolla sin el necesario consentimiento del gobierno, aunque
si el
gobierno lo consiente es mejor. Y en los últimos años
esa oposición
nacional ha tenido ya expresiones concretas.
¿Puede citar un ejemplo?
FL: Seguramente. Los mercados agropecuarios son un ejemplo
claro.
Fue algo que quería la población. Una propuesta
que inició un grupo de
gente en el gobierno. Que no contaba con la simpatía de
Fidel Castro,
que ya los había desautorizado en 1980. La oposición
política los tomó
como una bandera y finalmente el gobierno los aprobó.
Sin embargo, yo diría que fue la realidad económica
lo que obligó al
gobierno a autorizar esos mercados. ¿No cree usted?
FL: Sí lo obligó la realidad, pero también
lo obligó la gente. Lo obligó un
movimiento que produjo una manera de pensar en esos mercados
de tal
forma, que movilizó a los campesinos y a una buena parte
de la
población, que prácticamente lo exigió.
Y ese movimiento sigue todavía en desarrollo. Está
presionando para
que se abran más esos mercados, tengan más libertad,
menos control
estatal.
¿Ustedes conciben la posibilidad de un cambio democrático
pacífico en
Cuba?
FL: Sí. Con dos condiciones. Primero: para que haya
un cambio político
tiene que existir una oposición nacional. Y la segunda
condición para que
haya un cambio político: es necesario el entendimiento,
la concertación
que se pueda lograr entre las fuerzas cubanas, gobierno y oposición,
con
el mundo internacional en el cual Cuba quiere insertarse.
Porque es claro que si nosotros no tenemos un cambio democrático,
no
nos insertaremos en ese mundo.
Sin embargo, Cuba ha sido aceptada en algunos foros regionales
y la
ALADI es el más reciente.
FL: Bueno, pero en la ALADI no hay una condicionalidad
democrática.
Estar aceptado en la ALADI es estar aceptado en una institución
que ya
tiene su muerte anunciada. La ALADI termina con el ALCA (Acuerdo
de Libre Comercio de las Américas). Es decir, los acuerdos
de ALADI
se integran al ALCA, pero sus miembros no. Porque en el ALCA
sí hay
una condicionalidad democrática. Hay dos cosas necesarias
para que
Cuba se inserte en el mundo. Hay una condicionalidad económica
y una
política. La condicionalidad política es que tiene
que haber democracia
en Cuba y para que haya democracia en Cuba tiene que haber oposición
nacional.
¿Cuál sería esa realidad simbólica de la oposición nacional?
FL: Esa realidad la representa por ejemplo el grupo de
los cuatro:
Vladimiro Roca, Marta Beatriz Roque, Félix Bonne y René
López
Manzano. No tanto por lo que pueda haber sido su manifiesto,
o el valor
del mismo, sino por el hecho de aparecer como un símbolo.
Personas
que son encausadas por hacer una propuesta alternativa a la propuesta
de convocatoria de un partido, no del gobierno.
Bueno, del Partido Comunista, de gobierno, institucionalizado
en la
Constitución vigente.
FL: Sí. está bien, pero es un partido político.
Y eso es inaudito en la
comunidad internacional. Que alguien pueda ser condenado por
eso.
Que esta gente lleven más de un año arrestados,
sin juicio. Y eso ha
provocado una reacción en el más diverso espectro
político
internacional.
¿Qué entendimiento puede haber entre gobierno y
oposición cuando hay
tanta intransigencia e intolerancia en el gobierno?
FL: Porque sencillamente hay una realidad: Cuba tiene que
integrarse a
la economía regional, a la institucionalidad regional
y esa integración no
se puede dar fuera del sistema democrático pluripartidista.
Y tiene que
integrarse a esa convivencia política internacional porque
no puede
sobrevivir aislada en el mundo actual. Hay una democracia y es
la
democracia que tiene la región. No hay otra manera.
Copyright © 1998 El Nuevo Herald