III Frente Oriental: Un pilar de la victoria
ORLANDO GUEVARA NÚÑEZ
Tras el desembarco del Granma, el revés de Alegría de Pío,
la
reagrupación de una parte de los expedicionarios y su ascenso
a la Sierra Maestra, quedaba fundada la Columna 1 José Martí,
dirigida por el Comandante en Jefe Fidel Castro. Eran los días
finales de diciembre de 1956.
Cuando el 17 de enero de 1957 se produce en La Plata el
primer combate victorioso del Ejército Rebelde, casi una
docena de los participantes no eran expedicionarios, sino
campesinos y otros miembros del movimiento revolucionario
26 de Julio incorporados a la guerrilla.
Y en el combate del Uvero —28 de mayo de ese año— acción
que al decir del Che marcó la mayoría de edad de las fuerzas
rebeldes, participaron combatientes integrantes del primer
refuerzo enviado por Frank País hacia las montañas. La
columna 1 se fortalecía en el rigor del combate, de la lucha
frontal contra el ejército de la tiranía.
De esta fuerza principal —en julio de 1957— se desprende la
Columna 4, bajo el mando del primer combatiente ascendido a
Comandante del Ejército Rebelde en la Sierra Maestra:
Ernesto Che Guevara. Un amplio territorio se consolida como
zona rebelde.
El 1ro. de marzo de 1958, en Pata de la Mesa —Comandancia
de la Columna 4— el Comandante en Jefe Fidel Castro se
reúne con Raúl Castro y Juan Almeida —ascendidos al grado
de Comandante el 27 de febrero de ese año— así como un
grupo de oficiales que integrarían dos nuevas columnas
rebeldes, materializando la idea expuesta meses atrás por el
jefe de la Revolución, con el objetivo de extender la guerra
hacia otras regiones.
Quedaban integradas las columnas 6, al mando de Raúl, y la 3,
bajo la jefatura de Almeida. La primera, con la misión de abrir
el II Frente Oriental, en la Sierra Cristal, mientras que la
segunda operaría en un amplio territorio de 6 000 km
cuadrados, desde las cercanías de Bayamo hasta las de
Santiago de Cuba.
La misión principal de la Columna 3, devenida III Frente
Oriental Dr. Mario Muñoz Monroy, era que el pueblo
conociera la presencia del Ejército Rebelde en las
proximidades de Santiago de Cuba, cercar la capital oriental y
otras ciudades y no permitir la salida de refuerzos y armas
hacia los objetivos atacados, para lo cual debía ejercer el
dominio de la Carretera Central y otras vías importantes de
comunicación.
Desde su fundación, las fuerzas del III Frente, cuyo núcleo
inicial
fue de 55 hombres y dos mujeres, combatieron sin tregua al
enemigo. Entre el 10 y el 11 de abril del 58 se produce el
ataque y toma de El Cobre, a menos de 20 km de Santiago de
Cuba. Por primera vez el Ejército Rebelde doblegaba una
cabecera de municipio, sembrando el temor entre las tropas
enemigas e infundiendo aliento a los revolucionarios. La tiranía
no pudo ocultar ese hecho.
Acción tras acción, las tropas de Almeida cumplían
la misión
de cercar a la ciudad de Santiago de Cuba. Las victorias en
innumerables combates, emboscadas y otras acciones,
incrementaban el contacto con los combatientes clandestinos,
abrían nuevas vías de suministro al Ejército Rebelde
y hacían
crecer el apoyo popular a las guerrillas.
En mayo de 1958 el ejército batistiano prepara y lanza contra
las posiciones rebeldes la llamada ofensiva de verano, cuyo
objetivo era bloquear el territorio de la Sierra Maestra, impedir
el apoyo y suministro al Ejército Rebelde, situar fuerzas en las
profundidades de las montañas y cercar y aniquilar el mando
guerrillero, cuya comandancia radicaba en La Plata.
Más de 10 000 efectivos bien armados y apoyados por la
aviación, artillería, tanques y unidades de la Marina de
Guerra
se suman a la ofensiva, conocida también como plan FF, es
decir, Fase Final o Fin de Fidel.
Ante la nueva situación, el Comandante Almeida es llamado
por Fidel y regresa al teatro de operaciones del I Frente.
Durante esa misión, las tropas del III Frente defienden
posiciones, detienen al enemigo, lo golpean, lo hacen
retroceder y contribuyen a su total derrota. Cumplida esa tarea
del Comandante en Jefe se produce el retorno al territorio del
frente rebelde —en agosto de 1958—, se establece la
Comandancia de La Plata y se retoma el objetivo de cerrar el
cerco sobre Santiago de Cuba.
Los combates se incrementan. Una nueva fuerza entra en
acción, dirigida por Guillermo García Frías, ascendido
a
Comandante el 22 de julio de ese año. Operaría entre
Contramaestre y Palma Soriano, con la misión de hostigar al
enemigo, impedir su movimiento por la Carretera Central y
otras vías, capturar o desplazar al ejército batistiano de
la
precordillera y evitar el pase de tropas desde Bayamo, Maffo y
Santiago de Cuba.
Las columnas 9 y 10 mantienen al ejército batistiano bajo un
constante asedio. La primera, desde la Carretera Central hasta
Siboney; la segunda, desde la Carretera Central hasta la
Socapa, en los suburbios de Santiago de Cuba. Las capitanías
de Calixto García y Universo Sánchez presionan al enemigo
desde Jiguaní hasta El Cobre.
Los últimos cuatro meses de guerra revolucionaria fueron de un
intenso batallar. Más de 200 acciones combativas. En
noviembre de 1958, el Comandante en Jefe baja al territorio
del III Frente y dirige personalmente la Batalla de Guisa, donde
el 30 de ese mes la victoria rebelde marcaría un hito importante
en el desarrollo de los acontecimientos bélicos.
En los días sucesivos, las tropas del III Frente, junto a la
Columna 1, le darían un viraje decisivo a la guerra. Baire,
Jiguaní, El Cobre, Contramaestre, Palma Soriano y Maffo —el
30 de diciembre este último— caen en manos rebeldes. Junto
a las tropas del II Frente Oriental Frank País, los combatientes
de Almeida pelean en San Luis, La Maya, Songo y Dos
Caminos.
A finales de diciembre, el III Frente Oriental había cumplido la
misión encomendada por el Comandante en Jefe: la ciudad de
Santiago de Cuba estaba totalmente sitiada. El escenario se
encontraba listo para el combate final, que no llegó a
producirse debido a la incondicional rendición de la guarnición
enemiga, integrada por unos 5 000 efectivos. La victoria del
Primero de Enero de 1959 tuvo en la acción conjunta del I, II y
III
frentes orientales, un decisivo pilar, un bastión infranqueable
para el enemigo.
El propio Almeida definiría así aquella heroica epopeya:
"El III
Frente, nacido de la concepción revolucionaria y del espíritu
de
ofensiva de Fidel, cumplió con honor la misión que le designó
el Comandante en Jefe, y fue uno de los puntales de la victoria
definitiva del pueblo cubano''.
Y con mucha justicia histórica, afirmaría Raúl: "Almeida
cumplió
con su proverbial lealtad, eficacia y espíritu de sacrificio, la
misión de crear el III Frente y posteriormente cerrar el cerco a
Santiago de Cuba''.