Operación ofensiva de amor, táctica y coraje
JOSÉ ANTONIO FULGUEIRAS
El ataque a la ciudad de Santa Clara por las tropas del legendario
Comandante Ernesto Che Guevara resultó una operación ofensiva
estratégica del Ejército Rebelde en Las Villas, iniciada
en la
madrugada del 16 de diciembre de 1958 con el ataque al cuartel de
Fomentos.
Hornedo Rodríguez, coronel retirado de las FAR y otrora profesor
de arte operativo de la Academia de las FAR Máximo Gómez,
nos
puntualiza el anterior concepto: "Generalmente la heroica acción
ha
sido abordada como una batalla y no como una operación. Es
posible que los autores de las publicaciones solamente hayan
considerado la envergadura y duración de las hostilidades (del 28
de diciembre del 58 al primero de enero de 1959).
La aseveración de Hornedo se confirma aún más en estas
declaraciones del Che, el primero de diciembre de 1958, en
transmisión radial: "Estimo necesario y vital dejar incomunicado
el occidente con el oriente y estimo que la ciudad de Santa Clara
estará virtualmente en nuestras manos cuando realmente
se haga una ofensiva, de todos los factores revolucionarios
agrupados".
Fue por ello que el Che, antes de arremeter contra la plaza principal
de la tiranía de Batista en el territorio central del país,
realizó la toma
victoriosa de las localidades de Fomentos, Guayos, Cabaiguán,
Placetas, Caibarién, Remedios y otros poblados.
Destaca Hornedo que no por gusto en el preludio del ataque a
Santa Clara, en el poblado de Placetas, el Che se reunió con los
principales jefes de sus fuerzas y las del Directorio 13 de Marzo y
evaluó la composición, ubicación y moral combativa
del enemigo
así como las de sus tropas. Analizó, además, las características
del terreno de las futuras acciones militares y sobre la base de
estos elementos, tomó la decisión y planteó las misiones
a cada
uno de los oficiales superiores.
LA TROPA DE BORDÓN, UNA CORTINA DE CORAJE
La tropa del comandante Víctor Bordón Machado cumplió
con
creces la misión del Che de no dejar pasar los refuerzos enemigos
desde el occidente del país. El entonces capitán Israel Chávez
expresó a Granma: "Yo participé en la primera resistencia
de 25
hombres que se organizó en Mordazo bajo las órdenes del teniente
Cente. Llegamos a las 4 de la tarde y pusimos palos y otros
obstáculos sobre la carretera. A las seis apareció el convoy
e
iniciamos el combate. En la primera refriega le liquidamos 18
hombres y después se intensificó el tiroteo. En lo adelante
nos
retirábamos y le hicimos emboscadas en otros sitios hasta ir
desgastándolo paulatinamente".
"En cada una de estas guerrillas, tanto oficiales como soldados
combatimos sin tregua. Pienso que en esta acción se llenó
de
gloria la tropa de Bordón enfrentando a casi 200 hombres bien
preparados, con fusilería todo el mundo y además, cuatro
tanques
M-4 con fuego terrible y el apoyo de la aviación.
"Mientras esto ocurría, el comandante Faure Chomón, del
Directorio 13 de Marzo, cumplía su misión de liberar a la
ciudad de
Trinidad, y el Señor de la Vanguardia, Camilo Cienfuegos, combatía
homéricamente en Yaguajay. "
LA TOMA DE SANTA CLARA
Con 220 hombres, el Che arremetió contra una ciudad defendida
por 1 300 guardias enemigos distribuidos en sitios clave del
perímetro urbano, como el regimiento Leoncio Vidal (mayor
acantonamiento de tropas), la estación de policía, el tren
blindado,
el Escuadrón 31, el servicio de vigilancia y carretera, el Gran
Hotel y
otros edificios.
Había dispuesto la obstrucción de las calles para impedir
el
movimiento del enemigo y carros blindados y ordenó la destrucción
de la línea férrea que imposibilitara el retroceso del tren
blindado,
compuesto por 2 locomotoras y 19 vagones, tripulado por cerca de
400 hombres provistos del armamento más sofisticado para
aquella época.
El general de división Ramón Pardo Guerra fue el jefe de
la tropa
que descarriló y rindió a la mole de hierro. "Luego de más
de una
hora y media de combate les propuse una tregua a los guardias y la
aceptaron. Avancé desarmado hacia el tren con mi compañero
Rubén para hablar con el jefe del convoy. Primero se tiró
un
sargento gordito y le dije que no era con él, sino con el jefe".
Evoca Pardo que luego de hablar un comandante médico, apareció
el comandante en jefe del tren quien le expresó finalmente que él
podía hablar con el Che sin abandonar el vagón.
"Le mandé un mensaje y el Che vino hasta el lado del tren. Les
expresó que se rindieran, que si seguían peleando serían
responsables del derramamiento de sangre. El jefe de ellos no
aceptó la rendición y el Che les recordó que sería
responsable de la
sangre que corriera y que a los 15 minutos se reanudaría el
combate. Antes de la hora acordada el portentoso y arrogante
convoy se rindió."
LA PRESENCIA DEL CHE EN TODAS PARTES
El Che se movía constantemente por dentro de la ciudad bajo el
acoso del fuego enemigo, ora revisando las posiciones, ora dando
orientaciones precisas. El oficial invasor Luis Alfonso Zayas nos
revela: "Teníamos rodeado el Gran Hotel cuando a eso de las 11 de
la noche veo un tanque que viene de la calle del ferrocarril hacia el
parque Vidal. Cuando me acerco veo que es el Che quien sale del
tanque. Comandante ¿qué hace usted allá adentro? ¿Usted
sabe
que la gente nuestra tiene balas antitanques y bazucas? Y él me
respondió sin darme importancia: No, yo no les salgo por detrás
como a ti, para algo sé dónde están".
Oscar Fernández Mell, médico de la Columna 8, nos narró
este
pasaje triste: "Cuando atravesamos el puentecito hacia la estación
de ferrocarril venía una ambulancia con el Vaquerito herido. Yo
me
monté en el carro y fuimos para la clínica que estaba frente
a Obras
Públicas. Entonces el Che llegó sin haber pasado ni cinco
minutos.
Estábamos en el salón de operaciones y sin que me preguntara
le
dije: Comandante, no tiene salvación. Entonces él dio una
patada
en el suelo y puso el rostro más triste que le vi en toda la guerra."
Varios altos jefes de la Columna 8 Ciro Redondo, coinciden en que
el Guerrillero Heroico estimaba que demoraría más de un mes
la
toma de Santa Clara. Fernández Mell atestigua: "El Che pensaba
que rodeando la ciudad íbamos a estar dos o tres meses peleando.
Y si no podemos, decía, regresamos para el Escambray. Por eso
se habían creado las condiciones en Caballete de Casas".
Sin embargo, en una muestra de coraje sin par y una clara idea
táctica, la ciudad se tomó en el breve tiempo de cuatro días.
Fue
una homérica y rayana victoria que posibilitó, junto a los
resonantes
triunfos en el oriente, de que el tirano Batista huyera como una rata
hedionda y Cuba, después de cien años de combate, exhibiera
por
primera vez una sonrisa libre y soberana