Manuel Hechevarría: Lo importante es hacer una Revolución
PEDRO A. GARCÍA
Comenzó la lucha contra Batista desde el mismo 10 de marzo al
organizar una huelga estudiantil en Manzanillo. No es de extrañar
que desde entonces, la tiranía lo vigilara estrechamente. A raíz
del
asalto al Moncada, junto con otros jóvenes manzanilleros, Manuel
Hechevarría fue detenido y enviado para el vivac de Santiago de
Cuba.
"En el vivac nos encontramos con una persona, mayor que nosotros,
que nos dijo había venido a Santiago de Cuba a buscar un hermano
que
vino a los carnavales, y que lo metieron preso por sospechoso. Cuando
lo vemos leyendo la lista de los muertos en el Moncada, en el periódico,
y
que se le salieron las lágrimas, nos conmovimos con él. Era
Gustavo
Ameijeiras".
Sería una amistad decisiva en la evolución política
de estos jóvenes
manzanilleros. "Miguel Fernández Roa, uno de los detenidos, se
muda para La Habana y ahí hace contacto con los Ameijeiras. A
finales de 1954, él y otro compañero nos llevaron 500 ejemplares
de La Historia me absolverá. Fue una conmoción cuando leemos
a Fidel y comprendemos que quería hacer una verdadera
revolución, con el programa más radical que se había
visto en Cuba
durante toda la república neocolonial".
DESENCADENAR LA INSURRECCIÓN
Cuando los moncadistas salieron de la cárcel, Hechevarría
tuvo
una entrevista con Fidel en el edificio Printemps (18 y 23, Vedado).
"Yo le dije que el gran problema era derrocar a Batista y él me
rectificó: No, Batista es un mero accidente político, lo
importante es
hacer una revolución en lo económico, lo político
y lo social. Me
habló del M-26-7 y me da la misión de organizarlo en Manzanillo,
Campechuela y Niquero".
A mediados de 1956, el Movimiento lo escogió para formar parte de
la expedición que organizaba Fidel en México con el fin de
crear un
núcleo guerrillero en la Sierra Maestra. "Llegué después
del 20, fui a
un hotel sin conocer a nadie. Raúl me fue a buscar con Elmuza y
me llevaron a casa de María Antonia".
"Aprovechando la convivencia con Fidel en esa casa, cumplí una
encomienda que tenía de Cuba: la compañera Celia Sánchez
pidió
que le planteáramos su disposición de estar en la expedición
que
se preparaba. Le hablé de las cualidades excepcionales de Celia,
el
importante trabajo que había hecho en Manzanillo y que era una
compañera magnífica e iba a ser muy útil si venía
en la expedición.
Después que le expliqué todo eso, Fidel me planteó
que si era así
como yo la describía, era mejor que se quedara en Cuba, donde
nos iba a ser mucha falta. Y la historia probó que fue así".
"En el rancho de Abasolo, éramos 30 compañeros. Hicimos el
entrenamiento, tanto de ejercicios físicos como de tiro. En ellos
se
distinguió Pedro Sotto Alba. Estuvimos al mando de Faustino
Pérez, que era el hombre que Fidel había dejado a cargo.
El jefe de
la preparación era José Smith, un estudiante de Cárdenas".
"Un día salimos del campamento pero no sabíamos adonde, yo
iba
en un grupo de 5. Después de dos días de viaje, desde Tamaulipas,
pasamos por Poza Rica, Tampico, fuimos a un lugar que se llama
Tuxpan. Allí nos alojamos en un hotel, apareció Faustino,
cruzamos
en una lanchita hasta un barco. El tiempo no estaba bueno,
lloviznaba. Vimos a Fidel y nos encontramos con otros compañeros
que hacía tiempo no veíamos".
"El barco navegó por el río y cuando salimos al mar, todos
cantamos el Himno Nacional".
HACIA CUBA
El mar estaba muy agitado. "Casi todo el mundo se mareó,
empezamos a vomitar, estuvimos navegando con ese mal tiempo 2
ó 3 días. Llevábamos dos médicos a bordo, Faustino
tuvo que
asumir todo el trabajo porque el Che estaba con un tremendo
ataque de asma y en muy malas condiciones, incluso tuvo que ser
asistido y tomar medicinas".
Por Faustino Pérez, combatiente ejemplar tanto en la Sierra como
en el llano, Manuel mantiene una gran admiración. "Se preocupó
por hablar con cada uno de los compañeros, a ver cómo andaba,
administrar una pastilla que creo se llamaba gramamina, que en
aquellos momentos no causó efecto porque el mar estaba muy
violento".
Dos sucesos de la travesía se quedaron grabados en la memoria
de Hechevarría. "Oímos en el barco por la radio lo del 30
de
Noviembre en Santiago y la muerte de tres combatientes, dos de
los cuales conocía (Pepito y Parellada). El primero (de diciembre)
por la noche, entre las 9 y las 10, ocurre la caída al mar del
compañero Roque. Fidel inmediatamente dio la orden de que el
barco virara a recogerlo".
"Empezamos a llamar a Roque y demoramos unos tres cuarto de
hora buscándolo, ya algunos temían lo peor, pero Fidel dijo
que no
seguíamos sin rescatar a Roque, al poco ratico se oyó la
voz de
Roque y se salvó su vida".
Por las demoras en la travesía, se había agotado el combustible.
"El día 2 empezamos a desembarcar , organizados en pelotones,
casi de día. Algunos pensaron que aquello era un cayo, había
mucho mangle.
"Había mucho fango y nos hundíamos por el peso de las mochilas,
las balas. Pero sentíamos una alegría tremenda, estábamos
en
Cuba con las armas en la mano, para cumplir el compromiso de
ser libres o mártires".