Cerca de Alegría de Pío apareció una esperanza
PEDRO MORA
Entre cañaverales del barrio La Esperanza, cercanos a Alegría
de Pío,
hace 45 años el chino Ceruto conoció la noticia de que había
llegado un
yate cargado de hombres ansiosos de libertad, dispuestos a derrocar el
régimen cruel y discriminador del dictador Fulgencio Batista.
"Si vienen a luchar por Cuba, a enfrentar a quienes nos quitan las
tierras y nos humillan, entonces son buenos'', pensó sin imaginar
que
pronto tendría la oportunidad de colaborar con aquellos jóvenes
que
salieron de Tuxpan y desembarcaron en las inmediaciones de Las
Coloradas un 2 de diciembre de 1956.
"Yo salí al monte, pero no vi nada. Al poco rato llegó un
muchacho
conocido por Santos Alegría, el hijo de Basilio Hernández,
y me
llevó al encuentro con unos jóvenes que le habían
solicitado ayuda.
Le pidieron buscara a un hombre serio y él me propuso.''
A quien encontró César Ceruto Hidalgo fue a Onelio Pino y
Arturo
Chaumont: "Estaban sentados en un tronco y recuerdo cómo Pino
vomitaba por haber comido cangrejo crudo. Me plantearon la
necesidad de llegar a Manzanillo y les dije que entre Santos y su
primo, quien se había unido a nosotros, podían sacarlos de
allí; y
así fue.
La noche del 5 de diciembre, después de la sorpresa y dispersión
de los expedicionarios en Alegría de Pío, con su esposa Nélida
Mendoza y los hijos, Chino abandonó la casa y pernoctó en
un
rancho abandonado en medio de un bosque en el Guáimaro. Esa
decisión los salvó de los enconados ametrallamientos efectuados
por la aviación batistiana.
En ese lugar también pudo brindar ayuda a los expedicionarios
Miguel Saavedra y Pedro Soto, a quienes dio comida, agua e indicó
la forma de dirigirse a Media Luna donde el segundo de ellos decía
tener familiares.
"Mis hijos los vieron con rifles y los confundieron con guardias. Ellos
mismos después nos dijeron que no, aunque sin revelarnos sus
nombres, los cuales conocimos posteriormente. Mi hija mayor
había guardado su comida y se la dio, también les ofrecimos
agua,
información y aconsejamos por dónde coger para no ser vistos''.
La valiosa colaboración de Ceruto y sus familiares favoreció
igualmente a los combatientes Esteban Sotolongo y Raúl Díaz
para
que pudieran escapar a la persecución de la soldadesca y a una
muerte segura el 10 de diciembre .
"Yo estaba en Alegría de Pío tratando de hacer confianza
con el jefe
de los guardias y en eso viene un hijo mío, de los más chiquitos,
en
una yegüita a buscarme. Cuando llego a la casa ya mi esposa y
una hija les habían cocinado unos boniatos; les dimos información
y
agua. Se la echamos en dos botellas que habían contenido luz
brillante (kerosen), por el apuro y el nerviosismo, y cuando triunfó
la
guerra nos dijeron que no pudieron tomarla debido al desagradable
sabor.''
Ahora, pasadas más de cuatro décadas, los vecinos de La
Esperanza que conocieron al Chino encuentran explicación a
aquellas flores aparecidas en ocasiones en el sitio donde cayeron
expedicionarios del Granma.
La positiva actitud de aquel campesino se tornó luego en militancia
revolucionaria y hoy desde su silla de ruedas, miembro de la
Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, contempla
con satisfacción el blanco yate navegando con todo un pueblo hacia
nuevas costas del futuro.