El Nuevo Herald
September 21, 1998
 
El dólar se vuelve cada día más vital

 ANITA SNOW
 Associated Press

 La Habana -- Un chiste cubano refiere que una esposa llama a un manicomio para
 pedir explicaciones acerca de la extraña conducta de su esposo.

 El marido se ha pasado toda la tarde en el balcón de su apartamento, gritándoles a los
 transeúntes que pasan por la calle: ''¡Soy botones del Hotel Riviera!''

 ``Señora'', dice el director médico del hospital, ``su marido padece de
 delirio de grandeza. No comprende que no es nada más que un
 neurocirujano''.

 Los desvaríos del neurocirujano del chiste pueden comprenderse en la
 Cuba de hoy, si se tiene en cuenta que un empleado de un hotel turístico
 puede ganar aquí fácilmente más dinero que un alto empleado estatal.

 ¿Por qué? Por el dólar norteamericano.

 El dólar ha tomado un papel central en la economía socialista de Cuba
 desde que el gobierno legalizó la tenencia de divisas extranjeras en 1993.

 Cinco años atrás, los cubanos sorprendidos con dólares podían ir a la
 cárcel. Ahora, van a tiendas del estado para aprovisionarse de artículos
 que no pueden obtener con pesos cubanos.

 El gobierno estimula el uso de dólares, porque lo ayuda a obtener la
 divisa fuerte necesaria para salvar a su atribulada economía. Las
 autoridades dicen que casi la mitad de la población tiene acceso a los
 dólares como resultado de la nueva política monetaria.

 Ahora bien, si es cierto que los dólares han estimulado una recuperación
 económica, también han creado desigualdades desconocidas durante los
 años de la revolución iniciada en 1959. Un empleado estatal promedio
 gana unos 200 pesos mensuales, equivalentes a $10.50. Un botones
 puede ganar esa cantidad en propinas en unas pocas horas de trabajo.

 ``Si tuviera dólares me compraría una buena chuleta de cerdo con
 congrí'', dijo Aníbal Granada, de 69 años, quien luchó en la revolución
 que condujo a Fidel Castro al poder.

 ``Pero no tengo a nadie que me mande dólares de Miami, así que tengo
 que comer picadillo de soya'', dijo Granada, refiriéndose a una mezcla de
 soya disponible por la libreta de racionamiento. ``Creo que los
 combatientes de la revolución se merecen algo más''.

 Con todo, los resentimientos sociales han amainado en comparación con
 los primeros años de esta década, que fue una época de gran hambre y
 desaliento en que algunos cubanos les imploraban a los turistas que les
 cambiaran pesos por dólares, y que les compraran pasta de dientes,
 sandalias y otras cosas disponibles únicamente en las tiendas de dólares,
 que entonces tenían vedadas.

 El gobernante Castro previó la desigualdad cuando se legalizó el dólar, el
 26 de julio de 1993: ``Algunas de estas medidas son desagradables'',
 dijo Castro. ``No nos gustan. Habrá algunos que tendrán privilegios y
 otros que no, porque tienen un familiar, porque tienen una relación,
 porque les mandan dinero''.

 Cuatro años después, la Agencia de Información Nacional admitió que
 ``aquellos que tienen dólares pueden cubrirse las necesidades. Los que
 carecen de billetes verdes sufren más los rigores''.

 El gobierno dijo hacia fines del año pasado que el flujo de dólares
 contribuyó a la modesta recuperación económica del 2.5 por ciento que
 se registró en 1997, pese a la escasa cosecha azucarera, que
 tradicionalmente era la fuente principal de divisas de Cuba.

 Los dólares son hoy día tan comunes como los pesos cubanos, al tiempo
 que han aumentado también los productos y servicios ofrecidos a cambio
 de dólares. Las ventas en dólares en Cuba aumentaron el año pasado en
 un 17.8 por ciento.

 El gobierno dice que alrededor de 1,400,000 de los 4 millones de
 personas empleadas en Cuba reciben ahora al menos una parte de su
 salario mensual en dólares.

 Muchas de estas personas trabajan en hoteles u otras empresas del
 turismo, que son propiedad conjunta de Cuba y sus socios comerciales
 extranjeros.

 Aunque no ganen una parte de sus salarios en dólares, los empleados
 hoteleros, mozos y taxistas estatales ganan dólares porque los reciben en
 las propinas que les dan los viajeros.

 Igual sucede con los cubanos que ofrecen servicios ilegales a los turistas:
 las prostitutas, los taxistas independientes, y la gente que alquila
 habitaciones sin aprobación estatal.

 Los propietarios de los ``paladares'' o pequeños restaurantes familiares,
 los artesanos y otros individuos con permiso para trabajar por cuenta
 propia también ganan dólares.

 Luego están las personas con parientes en el exterior que les envían
 dinero.

 Si bien no hay cifras concretas al respecto, los estimados de las remesas
 familiares oscilan según diversos cálculos entre $400 y $800 millones
 anuales. Hoy día, esas remesas son consideradas una de las mayores
 fuentes de divisas del país.

 La mitad de la población cubana vive a duras penas con las raciones
 oficiales y sus magros salarios estatales, mientras que el resto, que tiene
 dólares, puede comprar muchas cosas que el socialismo no subsidia:
 aceite vegetal, leche, la mayoría de las carnes y verduras, e incluso
 frascos de champú.