RUI FERREIRA
El Nuevo Herald
La abrupta expulsión de México de diplomáticos cubanos, el embajador y un primer secretario, es un serio indicio de la preocupación mexicana por la influencia de la isla en su vida política interna.
Pero también un reflejo del fin de los tiempos en que los dos países se tapaban los pecadillos íntimos.
''Se acabó la regla no escrita de que mientras no hubieran guerrillas en México, no se cuestionaba la situación en Cuba'', estimó el latinoamericanista Mark Falcoff, del American Enterprise Institute de Washington D.C.
Es más, añadió el historiador Rafael Rojas, el gobernante cubano Fidel Castro está abiertamente intentado reconstruir ''la alianza autoritaria simbólica'' que tenía con México antes de la llegada del actual presidente Vicente Fox.
Al explicar la decisión de expulsar al embajador Jorge Bolaños y al consejero político, Orlando Silva Fors, el secretario de Gobernación del país azteca, Santiago Creel, acusó a los dos funcionarios de realizar actividades fuera de su estatuto diplomático en dos visitas al Distrito Federal el mes pasado. Sin embargo, no detalló las razones, dando a entender que serían de fuero reservado.
Funcionarios mexicanos dijeron ayer a El Nuevo Herald que hay una muy seria preocupación sobre lo que se discutió en esos encuentros, porque disponen de evidencia de que funcionarios cubanos han estado involucrados en la política mexicana, y en ``discutir temas con personas que más bien deberían ser dirigidos al gobierno mexicano directamente''.
Los dos cubanos acusados son el jefe del Area de América del Comité Central del partido comunista cubano, José Arbesú Fraga y Pedro Lobaina Jiménez, quienes mantuvieron una serie de reuniones con funcionarios del Partido Renovador Democrático (PRD), que controla la alcaldía del Distrito Federal y es un fuerte opositor a Fox.
''Esa gente está tratando de influir en la política mexicana hace tiempo. Su labor se intensificó a partir de 1998, cuando [el ex presidente mexicano] Ernesto Zedillo comenzó a preocuparse con la situación de los derechos humanos'', manifestó Rojas.
Aparentemente, añadieron los funcionarios mexicanos, los cubanos discutieron con funcionarios del PRD los detalles de la extradición del empresario Carlos Ahumada, quien escapó a Cuba el mes pasado después de verse involucrado en un escándalo de político en México.
El escándalo involucra al alcalde del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, el favorito en las encuestas de caras a las presidenciales del 2006.
La reunión causó un malestar inmediato, porque hace tiempo que los mexicanos tenían la percepción de que los nexos cubanos con el PRD tenían un propósito muy claro.
''Castro apuesta mucho a que López Obrador sea el próximo presidente de México y yo no dudaría que también esté jugando en ese sentido de apoyar a la izquierda mexicana'', expresó la analista mexicana, Marcela Bobadilla, del Instituto Mexicano de Estudios Políticos.
Durante décadas Cuba tuvo una relación privilegiada con México, un nexo que el analista mexicano Lorenzo Meyer, de El Colegio de México, definió a El Nuevo Herald como ``de mutuo interés nacionalista frente a Estados Unidos''.
Esto permitió a Cuba tener durante todo el proceso de la Guerra Fría, a la par de sus relaciones con la ex Unión Soviética, un vínculo muy fuerte con México que constituyó su gran puerta hacia el mundo occidental.
''Eso se sostuvo porque México y Cuba encontraron un mutuo interés en su relación, sin que les importara que aquí hubiera un régimen anticomunista y allá uno, sino que ambos intereses nacionales tendían a despegarse de vínculos con Estados Unidos'', apuntó Meyer.
Las relaciones comienzan a cambiar durante el mandato de Carlos Salinas de Gortari, cuando los líderes anticastristas Jorge Más Canosa y Carlos Alberto Montaner, fueron recibidos oficialmente por el mandatario.
Un ''pecadillo'' que Castro dejó pasar porque en esos instantes a nadie le pasó por la cabeza que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) alguna vez podría perder el poder.
Pero han tenido sus mayores percances a partir del2002, cuando México cambió su voto tradicional en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU y Cuba se dio cuenta de que la ''eterna amistad'' con los mexicanos estaba ante su primera señal roja con la llegada al poder del presidente Fox, el primero en 70 años que no pertenecía al PRI.
''Los cubanos nunca entendieron hasta ahora que nuestra política exterior está conectada a los derechos humanos; nunca entendieron que para México es un factor que comenzó a entrar en la ecuación, no es un factor desperdiciable, sino condicionante'', añadió a El Nuevo Herald, un funcionario mexicano familiarizado con la política hacia Cuba.
Los cubanos creen que con un gobierno del Partido de Acción Nacional (PAN) u otro candidato de derecha, como el ex canciller Jorge Castañeda, jamás habrá posibilidad de volver a los ``viejos tiempos''.
''Castro no quiere destruir a Fox, sino retomar la alianza autoritaria simbólica que tenía con México antes de la llegada de Fox al poder'', señaló Rojas.
''El daño es contra cualquier candidato que pueda continuar la postura de México respecto a Cuba en materia de derechos humanos, porque eso tiene mucha influencia en América Latina'', añadió el historiador.