El Nuevo Herald
November 2, 1998
 
Escritora denuncia presiones policiales

 PABLO ALFONSO
 El Nuevo Herald

 La escritora cubana Tania Díaz Castro, quien hace ocho años renegó del
 movimiento disidente y calificó de hipócritas a los activistas de derechos
 humanos en la isla, reveló a El Nuevo Herald que actuó bajo presiones de la
 Seguridad del Estado que trastornaron su personalidad.

 ``A mí me desbarataron la personalidad. Puedo decir que me lavaron el
 cerebro. Tras seis meses de encierro solitario, en una celda tapiada en
 Seguridad del Estado, yo decía ya cualquier cosa'', afirmó.

 Díaz Castro, figura prominente en el movimiento cubano de derechos
 humanos, fue arrestada y acusada de rebelión a principios de 1990,
 cuando ocupaba el cargo de Secretaria General del Partido Pro
 Derechos Humanos. Su nombre aparecía casi diariamente entonces en la
 prensa mundial y en las principales organizaciones internacionales de
 derechos humanos.

 Meses después de su arresto, Díaz Castro se presentó en la televisión
 cubana calificando a los activistas de derechos humanos de ``soldados''
 de la Sección de Intereses de Estados Unidos, preocupados solamente
 en destruir a Fidel Castro.

 Sus declaraciones representaron un duro golpe a la disidencia interna y
 provocaron sorpresa y encono en el exilio cubano, que la tenía hasta ese
 momento como una de las más destacadas dirigentes de la oposición
 dentro de Cuba.

 ``Desde entonces he tratado cada día, por todos los medios, de armar
 mi vida, mi alma, y no he podido'', dijo el viernes Díaz Castro hablando
 por teléfono desde La Habana. ``Desgraciadamente aquellas opiniones
 las dí porque las sentía en aquel momento, entre aterrada y convencida.
 Me doy cuenta ahora que no debía haber dicho esas cosas. Por
 supuesto, que no mantengo nada de lo que dije entonces''.

 En una conferencia ante la prensa extranjera que fue difundida por la
 televisión cubana en julio de 1990, Díaz Castro se refirió a la
 Declaración Universal de los Derechos Humanos, como ``un documento
 burgués'' y manifestó que no veía necesidad de defender los derechos
 humanos en un país donde la medicina y la educación gratuitas son
 accesibles para todos.

 Además de criticar a importantes figuras del movimiento disidente, como
 Gustavo Arcos y Ricardo Bofill, Díaz Castro declaró entonces que no
 creía que el pluripartidismo fuera necesario en Cuba.

 ``Ni hay necesidad ni el pueblo lo aceptaría. Además, eso crearía
 división y caos'', dijo hace ocho años Díaz Castro, repitiendo el punto de
 vista oficial.

 A pesar del rechazo y la indignación que provocaron sus declaraciones,
 hubo algunos dirigentes de derechos humanos que la defendieron
 calificándola de ``víctima del sistema'', entre ellos, Ramón Cernuda,
 representante en el exterior del Comité Cubano Pro Derechos Humanos;
 Pablo Llabre, del Partido Pro Derechos Humanos; Ricardo Bofill, del
 Comité Cubano Pro Derechos Humanos; así como los escritores Belkis
 Cuza y Heberto Padilla.

 ``Ellos creen que he sido presionada, sobornada o manipulada por la
 Seguridad del Estado. Eso no es cierto'', insistió Díaz Castro durante una
 entrevista concedida entonces a The Miami Herald que la visitó en su
 casa de La Habana.

 El viernes, Bofill se mostró complacido con las rectificaciones de Díaz
 Castro y declaró que en el movimiento disidente siempre habrá espacio
 para el arrepentimiento, porque la necesidad de trabajar en defensa de
 los derechos humanos es constante.

 ``Ha sido una agradable sorpresa. Una formidable noticia'', dijo Bofill.
 ``Siempre sostuvimos que ella fue víctima de esos procesos de
 arrepentimiento estilo stalinista, tan característicos de regímenes
 policíacos como el castrista''.

 Díaz Castro, de 59 años, trabajó como periodista de la revista Bohemia
 en los primeros años de la revolución. En 1977 fue suspendida de la
 Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) junto a otro medio
 centenar de intelectuales cubanos por sus ``tendencias contestatarias''.
 En 1970, había publicado Todos me van a tener que oír, un poemario
 que atacaba ``las estrecheces morales y los convencionalismos'' de la
 UNEAC.

 A fines de 1987 conoció a Ricardo Bofill, fundador del Comité Cubano
 Pro Derechos, con quien se vinculó al movimiento disidente en la isla.
 Juntos fundarían poco después el Partido Pro Derechos Humanos de
 Cuba.

 ``Me ha causado gran felicidad sentirme de nuevo una disidente. Hablar
 lo que siento, lo que sale de mi corazón'', afirmó Díaz Castro. ``Ya a mí
 no me pueden hacer lo mismo. No me interesa que me arresten mañana
 y me encierren de nuevo en Seguridad del Estado. Ni en cinco meses ni
 en cinco años me pueden hacer ahora lo que me hicieron antes''.
 

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