PABLO ALFONSO
El Nuevo Herald
La escritora cubana Tania Díaz Castro, quien hace ocho
años renegó del
movimiento disidente y calificó de hipócritas a
los activistas de derechos
humanos en la isla, reveló a El Nuevo Herald que actuó
bajo presiones de la
Seguridad del Estado que trastornaron su personalidad.
``A mí me desbarataron la personalidad. Puedo decir que
me lavaron el
cerebro. Tras seis meses de encierro solitario, en una celda
tapiada en
Seguridad del Estado, yo decía ya cualquier cosa'', afirmó.
Díaz Castro, figura prominente en el movimiento cubano
de derechos
humanos, fue arrestada y acusada de rebelión a principios
de 1990,
cuando ocupaba el cargo de Secretaria General del Partido Pro
Derechos Humanos. Su nombre aparecía casi diariamente
entonces en la
prensa mundial y en las principales organizaciones internacionales
de
derechos humanos.
Meses después de su arresto, Díaz Castro se presentó
en la televisión
cubana calificando a los activistas de derechos humanos de ``soldados''
de la Sección de Intereses de Estados Unidos, preocupados
solamente
en destruir a Fidel Castro.
Sus declaraciones representaron un duro golpe a la disidencia
interna y
provocaron sorpresa y encono en el exilio cubano, que la tenía
hasta ese
momento como una de las más destacadas dirigentes de la
oposición
dentro de Cuba.
``Desde entonces he tratado cada día, por todos los medios,
de armar
mi vida, mi alma, y no he podido'', dijo el viernes Díaz
Castro hablando
por teléfono desde La Habana. ``Desgraciadamente aquellas
opiniones
las dí porque las sentía en aquel momento, entre
aterrada y convencida.
Me doy cuenta ahora que no debía haber dicho esas cosas.
Por
supuesto, que no mantengo nada de lo que dije entonces''.
En una conferencia ante la prensa extranjera que fue difundida
por la
televisión cubana en julio de 1990, Díaz Castro
se refirió a la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, como ``un
documento
burgués'' y manifestó que no veía necesidad
de defender los derechos
humanos en un país donde la medicina y la educación
gratuitas son
accesibles para todos.
Además de criticar a importantes figuras del movimiento
disidente, como
Gustavo Arcos y Ricardo Bofill, Díaz Castro declaró
entonces que no
creía que el pluripartidismo fuera necesario en Cuba.
``Ni hay necesidad ni el pueblo lo aceptaría. Además,
eso crearía
división y caos'', dijo hace ocho años Díaz
Castro, repitiendo el punto de
vista oficial.
A pesar del rechazo y la indignación que provocaron sus
declaraciones,
hubo algunos dirigentes de derechos humanos que la defendieron
calificándola de ``víctima del sistema'', entre
ellos, Ramón Cernuda,
representante en el exterior del Comité Cubano Pro Derechos
Humanos;
Pablo Llabre, del Partido Pro Derechos Humanos; Ricardo Bofill,
del
Comité Cubano Pro Derechos Humanos; así como los
escritores Belkis
Cuza y Heberto Padilla.
``Ellos creen que he sido presionada, sobornada o manipulada por
la
Seguridad del Estado. Eso no es cierto'', insistió Díaz
Castro durante una
entrevista concedida entonces a The Miami Herald que la visitó
en su
casa de La Habana.
El viernes, Bofill se mostró complacido con las rectificaciones
de Díaz
Castro y declaró que en el movimiento disidente siempre
habrá espacio
para el arrepentimiento, porque la necesidad de trabajar en defensa
de
los derechos humanos es constante.
``Ha sido una agradable sorpresa. Una formidable noticia'', dijo
Bofill.
``Siempre sostuvimos que ella fue víctima de esos procesos
de
arrepentimiento estilo stalinista, tan característicos
de regímenes
policíacos como el castrista''.
Díaz Castro, de 59 años, trabajó como periodista
de la revista Bohemia
en los primeros años de la revolución. En 1977
fue suspendida de la
Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) junto a
otro medio
centenar de intelectuales cubanos por sus ``tendencias contestatarias''.
En 1970, había publicado Todos me van a tener que oír,
un poemario
que atacaba ``las estrecheces morales y los convencionalismos''
de la
UNEAC.
A fines de 1987 conoció a Ricardo Bofill, fundador del
Comité Cubano
Pro Derechos, con quien se vinculó al movimiento disidente
en la isla.
Juntos fundarían poco después el Partido Pro Derechos
Humanos de
Cuba.
``Me ha causado gran felicidad sentirme de nuevo una disidente.
Hablar
lo que siento, lo que sale de mi corazón'', afirmó
Díaz Castro. ``Ya a mí
no me pueden hacer lo mismo. No me interesa que me arresten mañana
y me encierren de nuevo en Seguridad del Estado. Ni en cinco
meses ni
en cinco años me pueden hacer ahora lo que me hicieron
antes''.
Copyright © 1998 El Nuevo Herald