El Nuevo Herald
November 2, 1998
 
"Han destruido mi vida", confiesa escritora en La Habana

 PABLO ALFONSO
 El Nuevo Herald

 Esta es la entrevista exclusiva concedida a El Nuevo Herald por la
 escritora y poetisa cubana Tania Díaz Castro. En ella, la controvertida
 disidente narra lo que sucedió tras su arresto a principios de 1992 y su
 seis meses de incomunicación en una celda de Seguridad del Estado.

 El Nuevo Herald: Quisiera que explicara cómo fue el proceso que la
 condujo a renegar del movimiento de derechos humanos y de sus
 compañeros en esa organización en 1992.

 Tania Díaz Castro: Desgraciadamente aquellas opiniones las dije
 porque las sentía. Me doy cuenta ahora de que no debía haber dicho
 esas cosas. Por supuesto que no mantengo nada de eso. Fui presionada
 en Seguridad del Estado desde el primer momento. Me amenazaron
 hasta con el fusilamiento, acusándome de sedición, de rebelión. Durante
 los tres primeros meses, yo no cedí. No cedí a las presiones, me
 mantuve firme tres meses, pero después no pude más. Confieso que no
 pude más.

 ENH: ¿Qué pasó? ¿Cómo fue su encarcelamiento en Seguridad del
 Estado?

 TDC: Estuve meses sin oír ningún ruido. Me rodeaba un silencio total.
 Absoluto y terrible. Caer allí, en Seguridad del Estado, es como caer en
 el lugar más macabro que puedas imaginar en la vida. No sabemos cómo
 puede ser el Infierno, pero me imagino que es algo semejante.

 Mis decenas de interrogatorios fueron en un pequeño cubículo, de dos
 metros cuadrados. Casi helado por el aire acondicionado, que me
 estremecía, y no me dejaba casi pensar, cuando Pichardo (Rodolfo,
 mayor de la Seguridad del Estado) me entrevistaba allí en aquél
 congelador.

 Hicieron conmigo un trabajo muy inteligente. Se empeñaron en que la
 escritora y la poetisa, Tania Díaz Castro, retornara a sus ideas políticas.
 A las ideas que ya había renunciado cuando me decepcioné del
 castrismo.

 Yo casi puedo asegurar que el caso mío estuvo en las manos de Fidel
 Castro. A mí me entrevistó Carlos Aldana (entonces miembro del Buró
 Político, purgado en 1992) para convencerme de que retornara a mis
 ideas, al socialismo.

 Yo honestamente te digo que me convencieron. Lo confieso.

 Hay que tener en cuenta que yo procedo de una familia muy humilde, de
 origen comunista. Toda mi familia fue comunista. Mi madre era
 comunista. Mi abuela, cuando murió en Camajuaní, en la década del 40,
 pidió antes de morir que le pusieran la bandera de la hoz y el martillo
 dentro de la caja. Y yo tengo todas esas cosas de mi vivencia de mi
 niñez.

 Por eso no era tan difícil convencerme. Lavarme el cerebro. Después de
 tres meses de intensos interrogatorios y todo tipo de presiones.

 ENH: ¿Cómo ha transcurrido su vida desde entonces?

 TDC: Después pasó el tiempo y poco a poco me fui dando cuenta de
 que yo había caído en una trampa. Pero así y todo, incluso, trataba de no
 admitirlo. Y me decía yo misma: `No, no es posible'. Yo realmente tengo
 que creer en la revolución. No puedo creer en el imperialismo. Los
 americanos son malos; quieren la fruta madura. Y la misma historia y la
 misma cantinela de siempre. ¿Tú me entiendes?

 Finalmente cuando me di cuenta de que realmente había caído en una
 trampa, que estaba en una vorágine absurda, ya era tarde. Me entró una
 depresión enorme que todavía estoy sufriendo.

 ENH: ¿Cuándo decidió admitir públicamente todo esto?

 TDC: Ha sido un largo proceso. He estado encerrada en mí misma
 durante todos estos años. Metida en mi casa. Leyendo mucho,
 escribiendo. He hecho una vida muy al margen de todo. Incluso tengo un
 radio malísimo con el cual no puedo oír ni a Radio Martí. Ahora en estos
 días me prestaron un radiecito y he podido oír esa emisora, pero ya lo
 tengo que devolver porque no es mío.

 Pero, finalmente, decidí que ya no puedo seguir así. Tengo que hacer
 algo, acabar con esta indiferencia. Con esta tranquilidad. No puedo, no
 puedo. Sencillamente no puedo.

 ENH: ¿Usted sabe que a raíz de sus declaraciones fue vista por muchos
 en el exterior como una agente de la Seguridad del Estado infiltrada en el
 movimiento disidente?

 TDC: Bueno, figúrate tú. Entonces ahora me estarán viendo como una
 ``segurosa'', y me tendrán pánico. Han destruído mi vida. La situación
 mía es terrible. Y por eso te estaba comentando al principio que me
 siento muy deprimida.

 ENH: ¿Cuál es su análisis político de la situación actual del país?

 TDC: Esto sencillamente es un caos. Estoy sufriendo mucho la situación
 de mi país. Yo la sufro muchísimo. Mucho, mucho. Más no la puedo
 sufrir. Creo que ni con un cáncer hubiera sufrido tanto.

 Aquí todo no es más que mantener el poder. El único objetivo. Lo único
 que le interesa a estos personajes del gobierno.

 ENH: ¿Qué salida ve entonces al proceso cubano?

 TDC: Figúrate. ¿Qué te puedo decir? Yo no confío en que la máxima
 dirigencia del gobierno se dé cuenta del caos en que tiene al pueblo y
 rectifique. Rectificar sería entrar en una democracia y si entramos en una
 democracia, pues la dictadura va abajo y ellos también, sencillamente.
 Por eso su objetivo es mantenerse el tiempo que puedan, hasta que el
 globo reviente. Porque el globo va a reventar, porque la situación que
 hay en el país es terrible.

 Yo no quiero eso. Quisiera que el globo se desinfle no que reviente.
 Porque cuando reviente, puede provocar hasta una guerra civil y eso
 sería un trágico y doloroso final para todos.
 

                 Copyright © 1998 El Nuevo Herald