La Habana quiere monopolizar la pintura cubana
El gobierno cubano quiere imponer a las artes plásticas el
mismo discurso de
exclusividad que aplica a la música, dijo el galerista José
Alonso
WILFREDO CANCIO ISLA
El Nuevo Herald
Adoptando los ropajes del mercadeo y la comercialización, Cuba
ha puesto en
marcha una poderosa infraestructura institucional en función
de las artes
plásticas con el propósito de evitar que jugosos dividendos
financieros se le
escapen al exterior.
Las autoridades culturales han diseñado un programa de desarrollo
que pretende
encauzar los destinos de este sector artístico en los próximos
años, bajo la
tutela del llamado Consejo Nacional de las Artes Plásticas (CNAP).
Además de
las tradicionales tareas de creación y conservación patrimonial,
el programa se
centra en la difusión y comercialización de las obras
más recientes de pintores,
escultores, ceramistas y artesanos que residen en la isla.
``El gobierno cubano quiere establecerse como el dealer por excelencia
del arte
nacional'', dijo el galerista José Alonso, que en 1999 abrió
José Alonso Fine
Arts, en Coral Gables. ``El mismo discurso de exclusividad que pretenden
aplicar a la música y la industria disquera, están tratando
de imponérselo a las
artes plásticas''.
Alonso, quien emigró de Cuba en 1992, opinó que las autoridades
culturales han
visto un ``tremendo filón comercial'' en la pintura y la escultura
cubanas, sobre
todo a partir de los precios que éstas generan en las subastas
internacionales
de Sotheby's y Christies, así como el propio auge del mercado
miamense.
De ahí el interés por controlar la sangría de obras
no tasadas, que van a parar a
colecciones y subastas en el exterior, y de poner fin a la competencia
de
galerías particulares no autorizadas por el gobierno, un ``mercado
alternativo''
que floreció en La Habana a remolque del turismo.
Los cambios operados por la ``dolarización'' de la economía
interna en 1993 y
los explosivos fenómenos de mercado que ha protagonizado en
la última década
el arte cubano --léase la lección de los abuelos de Buena
Vista Social Club
(1997)--, han condicionado asimismo una vertiginosa transformación
en el ámbito
cultural.
Los propios funcionarios del Ministerio de Cultura cubano reconocen
que el
mercado se ha convertido en un fenómeno nuevo para el movimiento
de artes
plásticas de los años 90, adquiriendo ``un nivel protagónico''
dentro del escenario
nacional.
``Las instituciones tradicionales con sus funciones originarias se encuentran
en
un proceso de reacomodo de su finalidad'', ha dicho el actual presidente
del
CNPA, Rafael Acosta de Arriba, un ex capitán del Ministerio
del Interior que fue
asistente personal del fallecido general José Abrantes.
Para los nuevos fines mercantiles, el CNAP ha perfilado el trabajo de
sus
principales entidades, entre las que figuran el Fondo Cubano de Bienes
Culturales (FCBC), la Empresa Comercializadora de Galerías Génesis
--que
agrupa a los más importantes espacios habaneros-- y los talleres
de serigrafía y
de montaje de la capital.
Esa política institucional está siendo fuertemente respaldada
por un operativo
publicitario que incluye lujosas ediciones internacionales de libros,
enciclopedias
de arte cubano, catálogos colectivos e individuales de alta
calidad de impresión,
y promoción especializada. Dentro de este esfuerzo se inscribe
la revista Arte
Cubano --surgida en 1995 con un claro enfoque hacia el mercado internacional--
y el periódico Noticias de Arte Cubano.
``Si en los primeros años la revolución exportó
el arte como un arma
propagandística para legitimar el proceso, ahora lo está
utilizando abiertamente
para `importar' dinero'', comentó el fotógrafo cubanoamericano
José Tonito
Rodríguez, residente en Miami y asiduo visitante a los eventos
de artes plásticas
en la isla. ``Lo que estamos viendo allí es una maquinaria frenética
de venta''.
Según estimados extraoficiales, las operaciones institucionales
vinculadas a las
artes plásticas alcanzan anualmente los $25 millones, incluyendo
en esta cifra
las ventas de obras y los respectivos impuestos por salida del territorio
nacional
(37 por ciento del valor tasado a la pieza), eventos y otras actividades
afines que
atraen numerosa participación de visitantes extranjeros.
El gran tándem de la proyección internacional del arte
cubano sigue siendo la
Bienal de La Habana, que el pasado año celebró su séptima
edición con la
asistencia de unos 1,500 participantes extranjeros, más de la
mitad de ellos
procedentes de Estados Unidos. Importantes museos norteamericanos como
el
MOMA de Nueva York, el de Arte Contemporáneo de Los Angeles
y el
Nelson-Atkins de Kansas City enviaron representantes al evento.
En el calendario del 2001, el CNAP tiene programados al menos 15 eventos
de
primera importancia, con el fin de promover ``los múltiples
discursos que
configuran la actual vanguardia artística'' de la isla.
Para el crítico y pintor Aldo Menéndez, la estrategia
comercial que Cuba está
tratando de consolidar implica la promoción a primeros planos
de creadores
experimentados como Roberto Fabelo, Nelson Domínguez, Pedro
Pablo Oliva y
Zaida del Río, quienes permanecieron en la isla sin dejarse
arrastrar por la
estampida artística que comenzó desde finales de los
80.
Por otra parte, Menéndez señaló que se ha abierto
``una etapa de mayor
permisividad hacia las creaciones de la generación más
joven''.
Los contenidos críticos de las obras que provocaron hostigamiento
oficial y
hasta represión policial en los 80, parecen haberse diluido
en rejuego formal para
quienes comenzaron a pintar en los 90.
``Definitivamente, los temas conflictivos de los 80, como los balseros,
han sido
asimilados en el espacio comercial, con un mensaje menos frontal, más
complaciente'', indicó Menéndez, que fue subdirector
del FCBC de La Habana y
abandonó el país en 1990. ``El verdadero `credo' de esa
nueva generación
artística es el dólar''.
Alonso reconoció que hay individualidades de mucho valor entre
los más jóvenes
--como Alexis Leyva (Kcho) e Ibrahim Miranda--, pero se cuestionó
el significado
de la comercialización que rodea actualmente la producción
de la isla.
``La pregunta que muchos se hacen es si ese fenómeno tiene un
respaldo de
calidad artística o se trata simplemente de un movimiento publicitario
para
promover al único laboratorio social al aire libre que sobrevive
en el hemisferio
occidental'', expresó Alonso.