El Nuevo Herald
11 de marzo de 2001

La Habana quiere monopolizar la pintura cubana

El gobierno cubano quiere imponer a las artes plásticas el mismo discurso de
exclusividad que aplica a la música, dijo el galerista José Alonso

WILFREDO CANCIO ISLA
El Nuevo Herald

Adoptando los ropajes del mercadeo y la comercialización, Cuba ha puesto en
marcha una poderosa infraestructura institucional en función de las artes
plásticas con el propósito de evitar que jugosos dividendos financieros se le
escapen al exterior.

Las autoridades culturales han diseñado un programa de desarrollo que pretende
encauzar los destinos de este sector artístico en los próximos años, bajo la
tutela del llamado Consejo Nacional de las Artes Plásticas (CNAP). Además de
las tradicionales tareas de creación y conservación patrimonial, el programa se
centra en la difusión y comercialización de las obras más recientes de pintores,
escultores, ceramistas y artesanos que residen en la isla.

``El gobierno cubano quiere establecerse como el dealer por excelencia del arte
nacional'', dijo el galerista José Alonso, que en 1999 abrió José Alonso Fine
Arts, en Coral Gables. ``El mismo discurso de exclusividad que pretenden
aplicar a la música y la industria disquera, están tratando de imponérselo a las
artes plásticas''.

Alonso, quien emigró de Cuba en 1992, opinó que las autoridades culturales han
visto un ``tremendo filón comercial'' en la pintura y la escultura cubanas, sobre
todo a partir de los precios que éstas generan en las subastas internacionales
de Sotheby's y Christies, así como el propio auge del mercado miamense.

De ahí el interés por controlar la sangría de obras no tasadas, que van a parar a
colecciones y subastas en el exterior, y de poner fin a la competencia de
galerías particulares no autorizadas por el gobierno, un ``mercado alternativo''
que floreció en La Habana a remolque del turismo.

Los cambios operados por la ``dolarización'' de la economía interna en 1993 y
los explosivos fenómenos de mercado que ha protagonizado en la última década
el arte cubano --léase la lección de los abuelos de Buena Vista Social Club
(1997)--, han condicionado asimismo una vertiginosa transformación en el ámbito
cultural.

Los propios funcionarios del Ministerio de Cultura cubano reconocen que el
mercado se ha convertido en un fenómeno nuevo para el movimiento de artes
plásticas de los años 90, adquiriendo ``un nivel protagónico'' dentro del escenario
nacional.

``Las instituciones tradicionales con sus funciones originarias se encuentran en
un proceso de reacomodo de su finalidad'', ha dicho el actual presidente del
CNPA, Rafael Acosta de Arriba, un ex capitán del Ministerio del Interior que fue
asistente personal del fallecido general José Abrantes.

Para los nuevos fines mercantiles, el CNAP ha perfilado el trabajo de sus
principales entidades, entre las que figuran el Fondo Cubano de Bienes
Culturales (FCBC), la Empresa Comercializadora de Galerías Génesis --que
agrupa a los más importantes espacios habaneros-- y los talleres de serigrafía y
de montaje de la capital.

Esa política institucional está siendo fuertemente respaldada por un operativo
publicitario que incluye lujosas ediciones internacionales de libros, enciclopedias
de arte cubano, catálogos colectivos e individuales de alta calidad de impresión,
y promoción especializada. Dentro de este esfuerzo se inscribe la revista Arte
Cubano --surgida en 1995 con un claro enfoque hacia el mercado internacional--
y el periódico Noticias de Arte Cubano.

``Si en los primeros años la revolución exportó el arte como un arma
propagandística para legitimar el proceso, ahora lo está utilizando abiertamente
para `importar' dinero'', comentó el fotógrafo cubanoamericano José Tonito
Rodríguez, residente en Miami y asiduo visitante a los eventos de artes plásticas
en la isla. ``Lo que estamos viendo allí es una maquinaria frenética de venta''.

Según estimados extraoficiales, las operaciones institucionales vinculadas a las
artes plásticas alcanzan anualmente los $25 millones, incluyendo en esta cifra
las ventas de obras y los respectivos impuestos por salida del territorio nacional
(37 por ciento del valor tasado a la pieza), eventos y otras actividades afines que
atraen numerosa participación de visitantes extranjeros.

El gran tándem de la proyección internacional del arte cubano sigue siendo la
Bienal de La Habana, que el pasado año celebró su séptima edición con la
asistencia de unos 1,500 participantes extranjeros, más de la mitad de ellos
procedentes de Estados Unidos. Importantes museos norteamericanos como el
MOMA de Nueva York, el de Arte Contemporáneo de Los Angeles y el
Nelson-Atkins de Kansas City enviaron representantes al evento.

En el calendario del 2001, el CNAP tiene programados al menos 15 eventos de
primera importancia, con el fin de promover ``los múltiples discursos que
configuran la actual vanguardia artística'' de la isla.

Para el crítico y pintor Aldo Menéndez, la estrategia comercial que Cuba está
tratando de consolidar implica la promoción a primeros planos de creadores
experimentados como Roberto Fabelo, Nelson Domínguez, Pedro Pablo Oliva y
Zaida del Río, quienes permanecieron en la isla sin dejarse arrastrar por la
estampida artística que comenzó desde finales de los 80.

Por otra parte, Menéndez señaló que se ha abierto ``una etapa de mayor
permisividad hacia las creaciones de la generación más joven''.

Los contenidos críticos de las obras que provocaron hostigamiento oficial y
hasta represión policial en los 80, parecen haberse diluido en rejuego formal para
quienes comenzaron a pintar en los 90.

``Definitivamente, los temas conflictivos de los 80, como los balseros, han sido
asimilados en el espacio comercial, con un mensaje menos frontal, más
complaciente'', indicó Menéndez, que fue subdirector del FCBC de La Habana y
abandonó el país en 1990. ``El verdadero `credo' de esa nueva generación
artística es el dólar''.

Alonso reconoció que hay individualidades de mucho valor entre los más jóvenes
--como Alexis Leyva (Kcho) e Ibrahim Miranda--, pero se cuestionó el significado
de la comercialización que rodea actualmente la producción de la isla.

``La pregunta que muchos se hacen es si ese fenómeno tiene un respaldo de
calidad artística o se trata simplemente de un movimiento publicitario para
promover al único laboratorio social al aire libre que sobrevive en el hemisferio
occidental'', expresó Alonso.