Pueblo miliciano
ROGER RICARDO LUIS
El 26 de octubre de 1959 surgen las Milicias Nacionales
Revolucionarias (MNR). Fue una decisión del Comandante en Jefe
no solo estratégica, sino también histórica que devino
síntesis de la
disposición del pueblo a defender con las armas en la mano la
naciente Patria nueva de las agresiones del imperialismo yanki y de
su aliada la contrarrevolución.
Ya para tan temprana fecha, los amplios sectores que apoyaban el
proceso revolucionario se venían organizando en milicias en los
centros de trabajo, el campo, las escuelas y las universidades con
el interés básico de protegerlos de las acciones de sabotaje
que
llevaba adelante el enemigo interno, entre otros actos
vandálicos que representaban destrucción y sangre derramada.
De esos tiempos datan los legendarios Malagones, campesinos
pinareños primeros en iniciar la cruzada contra los bandidos y
alzados contrarrevolucionarios en la región más occidental
del país.
Están las Milicias Universitarias, expresión del compromiso
revolucionario de la nueva generación de profesionales que se
formaban en la Colina Universitaria. Y cómo no mencionar la
presencia masiva de la mujer para empuñar un arma, hecho que en
esa magnitud era hasta entonces inédito en nuestra historia.
Tras la decisión de Fidel de unificar todo el múltiple y
extendido
aparato de las milicias, se desató por todo el país un trabajo
contrarreloj para organizar e instruir militarmente a la gigantesca
fuerza popular que sería actora decisiva, junto al Ejército
Rebelde,
en el enfrentamiento a la escalada agresiva norteamericana.
Al frente de aquella colosal tarea, como director general de las
milicias, el Comandante en Jefe nombró a un joven de tan solo 18
años, el capitán guerrillero Rogelio Acevedo, hoy general
de
división, actual presidente del Instituto de Aeronáutica
Civil de Cuba.
Una de las primeras misiones fue la realización de un censo
nacional para saber con cuántos efectivos se contaba. Por
indicaciones de Fidel, Raúl y el Che, se crearon centros de
entrenamiento en las entonces seis provincias del país entre los
meses de enero y marzo de 1960.
A cientos de miles de mujeres y hombres del pueblo, vestidos de
azul y verde olivo, se les veía cada noche y los fines de semana
organizados en batallones, compañías, pelotones, marchando
por
las calles y avenidas, practicando el arme y desarme de fusiles,
tiro... Surgieron como parte de ese esfuerzo las agotadoras
marchas de los 62 kilómetros, temple de la voluntad de los
aspirantes a defender la Patria, con las armas en la mano.
La fusión Ejército Rebelde-pueblo uniformado quedó
plasmada
desde ese momento con el apoyo brindado en los distritos militares
y los cuarteles en la preparación de las MNR. Por esta vía
surgió el
primer grupo de mando, quienes debían ser aprobados por sus
compañeros y pasar, como prueba física eliminatoria, el ascenso
al
pico Turquino por tres ocasiones.
Ellos formaron el curso inicial de la Escuela de Responsables de
Milicia, en Matanzas, bajo la dirección del entonces capitán
José
Ramón Fernández.
Las Milicias Nacionales Revolucionarias integradas por obreros,
campesinos, intelectuales, estudiantes, jubilados, mujeres,
incluidas amas de casa, entre otras vertientes del quehacer de
nuestro pueblo constituyeron una fuerza decisiva, por poner
ejemplos cumbres, en la limpia de bandidos del Escambray y la
derrota mercenaria de Playa Girón.
De aquel 16 de abril de 1961 en que se proclamó el carácter
socialista de la Revolución y al pie de la tumba de los que caían
en
defensa de los aeropuertos de Ciudad Libertad, en La Habana, San
Antonio de los Baños y Santiago de Cuba, nació también
el Día del
Miliciano.
Decenas de miles de milicianos se movilizaron en todo el país
durante más de dos meses para defender el país en los días
luminosos y tristes de la Crisis de Octubre.
Luego sobrevino la asimilación de las MNR por las Fuerzas
Armadas Revolucionarias como parte del proceso de
perfeccionamiento y modernización del dispositivo defensivo del
país, para volver a resurgir, esta vez, como Milicias de Tropas
Territoriales, durante los primeros años de la década de
los
ochenta, como un pilar dentro de la doctrina militar cubana de la
Guerra de Todo el Pueblo.
La creación de las MNR fue, desde entonces, la plasmación
más
rotunda y concreta de un principio clave para la existencia de la
Revolución: su defensa es obra de sudor, sangre y victoria del
pueblo uniformado.