El Nuevo Herald
15 de abril de 2001

Jay Mallin y Bahia de Cochinos

OLGA CONNOR
El Nuevo Herald

Fue uno de los tres periodistas que acompañaron a Fidel Castro en su viaje de
Santiago de Cuba a La Habana en los primeros días de enero de 1959.

Desde 1956, como corresponsal de Time en Cuba, tuvo la gran oportunidad de
vivir todos los momentos cruciales de la revolución y la contrarrevolución, que
reportó para esa revista. Y después de publicar 12 libros históricos basados en
sus archivos de inestimable valor, Jay Mallin Sr. se decidió a escribir -junto con
Bob Smith- Betrayal in April (Traición de abril), que es ``técnicamente ficticia'',
pero basada en los hechos de la invasión de Bahía de Cochinos, cuyo 40
aniversario se conmemora el martes.

Mallin cree que ``originalmente, la invasión de abril era un buen plan, si se
hubiera llevado a cabo correctamente''.

``Había guerrillas en el Escambray, y se pensaba que llegarían allí los
invasores'', continúa, ``pero el plan se cambió a último momento y se
desembarcó en la Península [Bahía] de Cochinos que era una zona aislada.

``La idea era establecer un gobierno en 72 horas, pero Castro trajo allí a sus
hombres muy rápido. El sabía todos los planes hasta el último detalle, por los
espías infiltrados entre los invasores [lo que aparece en la novela como parte de
la trama].

``Había un movimiento contrarrevolucionario subterráneo que se suponía quemara
los puentes para que no pudieran llegar a Cochinos las fuerzas de Castro, pero
los líderes de ese movimiento estaban en una reunión, cuando ocurrió una
redada en la casa de al lado y ellos creyeron que la redada era contra ellos'',
sigue diciendo Mallin. ``La policía los vio huyendo, los agarraron y los fusilaron el
primer día de la invasión.

``El gobierno prendió a más de medio millón de personas ese día. La gente de
los movimientos del underground no creyeron en los partes radiales, que decían
que la invasión estaba en marcha, porque desconfiaban de las trasmisiones,
creían que era un truco y no tenían líderes que les dijeran la verdad. Mientras, la
Marina norteamericana cortaba el fuego de los aviones por razones políticas''.

La historia ficticia es básicamente la de dos amigos que se alistan en la Brigada
2506, pero uno de ellos es un espía del gobierno de Castro. La trama se
desarrolla alrededor de la invasión. Hay, por supuesto, una historia de amor que
se entreteje con los hechos históricos.

Mallin explica que con los líderes del underground muertos él nunca hubiera
llevado a cabo la invasión de Cochinos.

``Luego, a John Kennedy se le ablandaron las piernas cuando Adlai Stevenson
amenazó con renunciar'', dice Mallin.

Mallin trabajó de 1985 al 91 para Radio Martí bajo la dirección de Ernesto
Betancourt, ``cuando había periodistas profesionales, no políticos'', dice, ``y era
muy respetada como estación''. Sus comienzos profesionales fueron en un
tabloide en La Habana, el Havana Herald, totalmente en inglés, acabado de salir
del Florida Southern College en Lakeland, Florida, a la edad de 22 años. Lo
contrataron como corrector de pruebas, y en tres meses lo hicieron director,
porque se habían ido algunos empleados. ``Creo que era uno de los más jóvenes
en América'', dice.

Luego se convirtió en stringer para Time, en el 56, que es cuando se estaba
comenzando la revolución cubana en México, así que ser corresponsal en Cuba
en ese momento le dio un empujón a su carrera.

``Yo subí a la Sierra Cristal y entrevisté a los americanos presos por Raúl
[Castro]'', dice, ``la mayoría, gente de los centrales, eran como 50 en total''. Fue
por la Base de Guantánamo, y no lo cogieron. Llevó a dos personas de Life.

Cuando ya había guerrillas en la Sierra Maestra, la sobrevoló junto a dos
periodistas de Life en un helicóptero del ejército de Batista, pero no llegó a
subirla.

``Casi vivía en Santiago, durante la revolución en la Sierra'', comenta.

Mallin fue uno de los dos periodistas americanos que acompañaron a Fidel
Castro desde Santiago hasta La Habana, en la famosa marcha que se ve en
todos los documentales. ``Castro dormía en el hombro de Celia Sánchez, en el
primer carro'', cuenta Mallin, ``lo pudimos ver''.

``Los únicos tres carros que venían eran: el de Fidel, el de los guardaespaldas y
el nuestro, luego la Cruz Roja'', confirma Mallin.

En el carro de los periodistas iban, además de Mallin, Jerry Hanmifin,
corresponsal de Time, un fotógrafo sudafricano que trabajaba para Life, un
periodista venezolano a quien le dejaron subir al carro y el chofer.

Visitó el escenario de la guerra de Cuba en Angola dos veces, cuando trabajaba
en Radio Martí, para esta emisora. Mucha información del ejército cubano la
recogió de primera mano, estuvo en El Salvador y en Nicaragua también.

``Ellos tenían dos ejércitos completos en Africa, uno en Etiopía y otro en Angola.
Y como 15 misiones militares, algunas de esas misiones contaban con más de
500 hombres, eran guarniciones pequeñas'', explica, ``Ochoa era el jefe en
Etiopía''.

``Lo sorprendente es que el administrador muy efectivo fue y es Raúl Castro.
Cuando subí a la Sierra Cristal, ya estaba haciendo carreteras y tenía un
departamento de justicia básico'', cuenta.

``En la Sierra Maestra no había nada, Fidel es muy desorganizado. Hay que
recordar que Raúl Castro construyó uno de los ejércitos más grandes de
América Latina, él es pragmático, mucho más que Fidel, que va con sus
emociones''.

Estuvo por horas al lado de Castro solamente en el viaje de dos o tres días al
principio, pero ``luego lo vi dos o tres veces en La Habana, porque Fidel siempre
estaba corriendo'', comenta.

``Una vez en Time me pidieron que le preguntara si era cierto que había nadado
el Río Grande para ir a ver a Prío, cuando estaba en México. Un día me encontré
con Fidel en el Hilton y le pregunté, y él me contestó: `Tú me estás buscando
problemas, tú eres muy peligroso, tú quieres decir que yo entré a Estados
Unidos ilegalmente' ''.

El último trabajo que hizo para Time fue ir en un botecito de Cayo Hueso al
Mariel en 1980. ``Estuvimos en un hotel [el Tritón], éramos los dirty dozen, los
periodistas. Venía el primero de mayo y pedimos permiso para salir a La
Habana, pero no nos dieron permiso''.

Entre el 83 y el 84 Mallin trabajó para el Washington Times y pudo volver a La
Habana con Jesse Jackson, cuando estaba en su campaña presidencial. Dice
que ``aquello fue un circo'', pero que le dio un ``gozo tremendo'', y fue una gran
oportunidad.

``Fui al Carmelo, a mi apartamento.... La Habana estaba en una situación terrible
en esos días'', dice de su viaje en 1984.

Después de que se fuera de Radio Martí, preguntó a la Sección de Intereses en
Washington, si podía volver a Cuba. Al fin accedieron en el 96, y le pusieron una
escolta. Al año siguiente volvió con una amiga de su niñez y la hija de la señora.
``En esa ocasión no había escolta'', comenta.

Hace unos meses, se reunió con los antiguos compañeros de Ruston Academy
donde estudió en La Habana por 12 años, lo que hace que hable el español
perfectamente. Su familia era americanocubana, con cuatro generaciones en la
isla. Extraña La Habana, donde se crió. Su corazón está en Cuba.