Jay Mallin y Bahia de Cochinos
OLGA CONNOR
El Nuevo Herald
Fue uno de los tres periodistas que acompañaron a Fidel Castro
en su viaje de
Santiago de Cuba a La Habana en los primeros días de enero de
1959.
Desde 1956, como corresponsal de Time en Cuba, tuvo la gran oportunidad
de
vivir todos los momentos cruciales de la revolución y la contrarrevolución,
que
reportó para esa revista. Y después de publicar 12 libros
históricos basados en
sus archivos de inestimable valor, Jay Mallin Sr. se decidió
a escribir -junto con
Bob Smith- Betrayal in April (Traición de abril), que es ``técnicamente
ficticia'',
pero basada en los hechos de la invasión de Bahía de
Cochinos, cuyo 40
aniversario se conmemora el martes.
Mallin cree que ``originalmente, la invasión de abril era un
buen plan, si se
hubiera llevado a cabo correctamente''.
``Había guerrillas en el Escambray, y se pensaba que llegarían
allí los
invasores'', continúa, ``pero el plan se cambió a último
momento y se
desembarcó en la Península [Bahía] de Cochinos
que era una zona aislada.
``La idea era establecer un gobierno en 72 horas, pero Castro trajo
allí a sus
hombres muy rápido. El sabía todos los planes hasta el
último detalle, por los
espías infiltrados entre los invasores [lo que aparece en la
novela como parte de
la trama].
``Había un movimiento contrarrevolucionario subterráneo
que se suponía quemara
los puentes para que no pudieran llegar a Cochinos las fuerzas de Castro,
pero
los líderes de ese movimiento estaban en una reunión,
cuando ocurrió una
redada en la casa de al lado y ellos creyeron que la redada era contra
ellos'',
sigue diciendo Mallin. ``La policía los vio huyendo, los agarraron
y los fusilaron el
primer día de la invasión.
``El gobierno prendió a más de medio millón de
personas ese día. La gente de
los movimientos del underground no creyeron en los partes radiales,
que decían
que la invasión estaba en marcha, porque desconfiaban de las
trasmisiones,
creían que era un truco y no tenían líderes que
les dijeran la verdad. Mientras, la
Marina norteamericana cortaba el fuego de los aviones por razones políticas''.
La historia ficticia es básicamente la de dos amigos que se alistan
en la Brigada
2506, pero uno de ellos es un espía del gobierno de Castro.
La trama se
desarrolla alrededor de la invasión. Hay, por supuesto, una
historia de amor que
se entreteje con los hechos históricos.
Mallin explica que con los líderes del underground muertos él
nunca hubiera
llevado a cabo la invasión de Cochinos.
``Luego, a John Kennedy se le ablandaron las piernas cuando Adlai Stevenson
amenazó con renunciar'', dice Mallin.
Mallin trabajó de 1985 al 91 para Radio Martí bajo la
dirección de Ernesto
Betancourt, ``cuando había periodistas profesionales, no políticos'',
dice, ``y era
muy respetada como estación''. Sus comienzos profesionales fueron
en un
tabloide en La Habana, el Havana Herald, totalmente en inglés,
acabado de salir
del Florida Southern College en Lakeland, Florida, a la edad de 22
años. Lo
contrataron como corrector de pruebas, y en tres meses lo hicieron
director,
porque se habían ido algunos empleados. ``Creo que era uno de
los más jóvenes
en América'', dice.
Luego se convirtió en stringer para Time, en el 56, que es cuando
se estaba
comenzando la revolución cubana en México, así
que ser corresponsal en Cuba
en ese momento le dio un empujón a su carrera.
``Yo subí a la Sierra Cristal y entrevisté a los americanos
presos por Raúl
[Castro]'', dice, ``la mayoría, gente de los centrales, eran
como 50 en total''. Fue
por la Base de Guantánamo, y no lo cogieron. Llevó a
dos personas de Life.
Cuando ya había guerrillas en la Sierra Maestra, la sobrevoló
junto a dos
periodistas de Life en un helicóptero del ejército de
Batista, pero no llegó a
subirla.
``Casi vivía en Santiago, durante la revolución en la Sierra'', comenta.
Mallin fue uno de los dos periodistas americanos que acompañaron
a Fidel
Castro desde Santiago hasta La Habana, en la famosa marcha que se ve
en
todos los documentales. ``Castro dormía en el hombro de Celia
Sánchez, en el
primer carro'', cuenta Mallin, ``lo pudimos ver''.
``Los únicos tres carros que venían eran: el de Fidel,
el de los guardaespaldas y
el nuestro, luego la Cruz Roja'', confirma Mallin.
En el carro de los periodistas iban, además de Mallin, Jerry
Hanmifin,
corresponsal de Time, un fotógrafo sudafricano que trabajaba
para Life, un
periodista venezolano a quien le dejaron subir al carro y el chofer.
Visitó el escenario de la guerra de Cuba en Angola dos veces,
cuando trabajaba
en Radio Martí, para esta emisora. Mucha información
del ejército cubano la
recogió de primera mano, estuvo en El Salvador y en Nicaragua
también.
``Ellos tenían dos ejércitos completos en Africa, uno
en Etiopía y otro en Angola.
Y como 15 misiones militares, algunas de esas misiones contaban con
más de
500 hombres, eran guarniciones pequeñas'', explica, ``Ochoa
era el jefe en
Etiopía''.
``Lo sorprendente es que el administrador muy efectivo fue y es Raúl
Castro.
Cuando subí a la Sierra Cristal, ya estaba haciendo carreteras
y tenía un
departamento de justicia básico'', cuenta.
``En la Sierra Maestra no había nada, Fidel es muy desorganizado.
Hay que
recordar que Raúl Castro construyó uno de los ejércitos
más grandes de
América Latina, él es pragmático, mucho más
que Fidel, que va con sus
emociones''.
Estuvo por horas al lado de Castro solamente en el viaje de dos o tres
días al
principio, pero ``luego lo vi dos o tres veces en La Habana, porque
Fidel siempre
estaba corriendo'', comenta.
``Una vez en Time me pidieron que le preguntara si era cierto que había
nadado
el Río Grande para ir a ver a Prío, cuando estaba en
México. Un día me encontré
con Fidel en el Hilton y le pregunté, y él me contestó:
`Tú me estás buscando
problemas, tú eres muy peligroso, tú quieres decir que
yo entré a Estados
Unidos ilegalmente' ''.
El último trabajo que hizo para Time fue ir en un botecito de
Cayo Hueso al
Mariel en 1980. ``Estuvimos en un hotel [el Tritón], éramos
los dirty dozen, los
periodistas. Venía el primero de mayo y pedimos permiso para
salir a La
Habana, pero no nos dieron permiso''.
Entre el 83 y el 84 Mallin trabajó para el Washington Times y
pudo volver a La
Habana con Jesse Jackson, cuando estaba en su campaña presidencial.
Dice
que ``aquello fue un circo'', pero que le dio un ``gozo tremendo'',
y fue una gran
oportunidad.
``Fui al Carmelo, a mi apartamento.... La Habana estaba en una situación
terrible
en esos días'', dice de su viaje en 1984.
Después de que se fuera de Radio Martí, preguntó
a la Sección de Intereses en
Washington, si podía volver a Cuba. Al fin accedieron en el
96, y le pusieron una
escolta. Al año siguiente volvió con una amiga de su
niñez y la hija de la señora.
``En esa ocasión no había escolta'', comenta.
Hace unos meses, se reunió con los antiguos compañeros
de Ruston Academy
donde estudió en La Habana por 12 años, lo que hace que
hable el español
perfectamente. Su familia era americanocubana, con cuatro generaciones
en la
isla. Extraña La Habana, donde se crió. Su corazón
está en Cuba.