"Si volviera a nacer, sería historiador y comunista otra vez"
A sus 70 años, Jorge Ibarra Cuesta es uno de los autores vivos
más
relevantes de la historiografía cubana
PEDRO A. GARCIA
No se considera un hombre polémico. "Un historiador debe
ser fiel a su manera de pensar. Lo que nunca he sido ni seré es
un historiador oficial ni canonizado. Siempre desempeñaré
mi papel
como pensador, plantear las cuestiones en las que creo, no
en las que nadie me indique con el dedo, porque tengo cabeza
propia".
A sus 70 años —nació en Santiago de Cuba, el 11 de agosto
de
1931—, Jorge Ibarra Cuesta es considerado por muchos como el
autor vivo más relevante de la historiografía cubana. Su
bibliografía
activa contiene títulos antológicos: Historia de Cuba (editada
por el
MINFAR, 1967); Ideología mambisa (1967); Un análisis sicosocial
del cubano (1985), Cuba: partidos políticos y clases sociales
1898-1925 (1992); Máximo Gómez frente al Imperio (2000).
Afirma ser "un hombre libre en un país libre". "Soy revolucionario,
no
puedo ser otra cosa. Yo era socialista antes de 1959, y si volviera a
nacer, sería historiador y comunista otra vez".
NACION Y REVOLUCION
Le interrogo sobre algunos historiadores de origen cubano,
residentes en el extranjero, que nos están convocando a que
odiemos el siglo XIX. "Ellos lo que quieren es un retorno a la retórica
nacional, que le da primacía a los reformistas. Quieren borrar todo
lo que sea Revolución en la Historia, destacar el papel de los
patricios de la clase esclavista.
"Por cierto, todavía se le sigue llamando clase burguesa a la del
siglo XIX, los esclavistas no son burgueses; había un acuerdo tácito
con la historiografía burguesa, que no aceptaba que a sus padres
los llamaran esclavistas, ni le llamaran así a Arango y Parreño,
ni a
Saco."
Ciertos círculos intelectuales, 90 millas más al norte, la
han
emprendido contra la obra de Jorge Ibarra Cuesta. "Me critican por
el hecho de haber enfatizado el papel de los independentistas, de
los revolucionarios, en la formación de la nación cubana.
Yo planteo
que la nacionalidad se forma en la Guerra de los 10 Años y hay que
atribuirle la paternidad a los Hombres del 68. Martí terminó
de
coronar esa meta, pero la tarea la inició la gente que se alzó
con
Céspedes en La Demajagua. Y hay gentes que se ha puesto brava
con eso.
"Podemos hablar de una nación cubana desde que hay un
campamento en territorio de Cuba libre, donde blancos y negros
luchan juntos por la libertad; cuando se proclama en la Constitución
de Guáimaro la igualdad, aunque entre su proclamación y su
realización hay el trecho de un siglo, pero bueno, hay que partir
de
ahí".
No acepta que se hable de nación ni nacionalidad hasta que no se
tome como punto de partida la unidad del pueblo entero. "Varela,
sobre todo, es el primero que se plantea la independencia y la
abolición de la esclavitud, ya está planteando la unidad
necesaria
para la formación de la nación. Ninguno de los reformistas
era
independentista ni abolicionista, se proponían una abolición
que le
tocaría hacer a los hijos y a los nietos, no a ellos".
"Con los Hombres del 68 tenemos un Independentismo de nuevo
tipo, ya la abolición implica una revolución social, el 68
es una
revolución nacional y social, una transformación de la sociedad,
en
ninguna otra parte del planeta se había dado una revolución
de las
dimensiones de la cubana, que igualó a hombres sacados de tribus
africanas con personas de origen europeo. Eso es algo inédito en
la
Historia; en EE.UU. se logra la abolición mucho después de
la
independencia".
¿QUE REPUBLICA ERA AQUELLA?
En vísperas del centenario de la república iniciada el 20
de mayo de
1902, se acentúa la polémica de cómo denominarla:
protectorado,
semicolonial, democrática burguesa. "Es una república neocolonial,
con instituciones democráticas burguesas sometida a la coyunda
imperial. Nunca se pudo formar una verdadera burguesía
propiamente dicha debido a los mecanismos de dominio del capital
financiero norteamericano".
Le pregunto lo que de positivo o negativo tuvo esa etapa de nuestra
Historia. "De positivo tuvo todas las tradiciones populares, la
manera que se conservaron las bases del pensamiento de Martí.
Todavía no se había creado el Partido Comunista y los trovadores
populares, los decimistas, planteaban en su obra la Revolución que
se iba a hacer".
"A pesar de que hubo una tendencia a ocultar y sepultar todo el
pensamiento revolucionario, no se pudo esquivar el impacto de las
luchas populares. Tenemos el hecho de que un hombre como
Emilio Roig de Leuchsenring, al frente de la Oficina del Historiador
de La Habana, diera a conocer el programa antimperialista de la
revolución cubana y publicara lo que publicó.
"Lo que tuvo de negativo es que todo tenía su precio. La política
que
primaba era la de mostrador, todo se vendía y todo se compraba,
aunque el pueblo siempre reaccionó contra esto, ahí están
las
luchas contra la corrupción administrativa desde los primeros 30
años, las movilizaciones de los veteranos, y después tienen
su
continuidad en las luchas de Chibás y la Ortodoxia.
SU ULTIMA TRINCHERA
En la década del 60, Ibarra Cuesta tuvo una columna con temas
históricos en las publicaciones Surco y Sierra Maestra. "El
periodismo histórico tiene un papel divulgativo de primera magnitud.
Debe plantear problemas y cuando haya versiones distintas de un
hecho, darlas e incitar al lector que investigue y saque sus propias
conclusiones".
No le gusta hablar de sus planes futuros, aunque sabemos que
prepara un libro con algunas de sus últimas ponencias expuestas
en eventos celebrados en Cuba, Colombia y otros países. Le
pregunto, al concluir, cómo le gustaría que lo calificara
la
posteridad: "Como un luchador revolucionario, cuya última trinchera
es la Historia".