El Nuevo Herald
27 de agosto de 2001

 La intimidad en La Habana se vuelve un problema

 UNA PAREJA joven se besa en una calle de La Habana, donde encontrar un sitio para tener un momento de intimidad se ha
 vuelto un problema difícil de resolver para el ciudadano común.

 FARA ARMENTEROS / Cubanet
 LA HABANA

 Para los cubanos, principalmente los jóvenes, buscar un sitio donde tener sus relaciones sexuales se ha convertido en una
 especie de dolor de cabeza sin calmantes para aliviarlo.

 Los graves problemas habitacionales existentes en la Cuba de este tiempo son la causa de que ellos no dispongan de suficiente
 privacidad en los lugares donde viven.

 En cuanto a las instalaciones que ofrecen servicio de albergue temporal, llamadas popularmente ``posadas'', tienden a
 desaparecer.

 Años atrás, en la capital del país existían alrededor de cien posadas, moteles o ``albergues INIT'' como también se les llamó.
 Actualmente, en la guía telefónica de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A. (ETECSA) sólo aparecen registradas 26
 instalaciones de ese tipo, de las cuales se ha podido comprobar que han sido clausuradas cinco. El estado físico de las que aún
 funcionan ofrece una mala imagen y el servicio de las mismas es insatisfactorio.

 Es muy probable que este problema no se refleje en el plan económico de ningún organismo estatal, o que ni siquiera haya
 estadísticas sobre el tema, pero la realidad es que afecta a la sociedad cubana.

 La tarifa de las posadas es de cinco pesos por tres horas. ``Cuando hay cola se le ofrece un fulita [un dólar estadounidense] al
 posadero que seguramente te da acceso inmediato y te busca un cuarto'', revela Michel, uno de los jóvenes encuestados.

 Michel añadió: ``Se dice que los propios empleados de las posadas aportan los insumos para mantener en servicio a esos
 centros''.

 Con la aparición de algunas pequeñas empresas por cuenta propia también hay personas que habilitaron en sus casas
 habitaciones para alquilarlas a parejas. Cobran por hora o por noche, según el caso. El propio Michel manifiesta que esas
 posadas por cuenta propia son muy eficientes: ``La higiene de esos lugares es óptima. Algunas habitaciones cuentan con aire
 acondicionado, tienen refrigerador y hasta televisor y equipo de vídeo (VCR)''. Su costo es de cinco dólares por noche, aunque
 también alquilan por tres horas.

 ``Las hay menos caras, que cobran entre 60 y 80 pesos por una estancia de tres horas. Su servicio es igualmente inmejorable y
 aunque no disponen de aire acondicionado tienen ventiladores. La higiene es impecable'', aseguró la fuente.

 Una investigación al respecto arrojó que algunos de los dueños de estas viviendas particulares que dan el servicio de alojamiento
 temporal cuentan con licencia de cuentapropistas, pero otros lo hacen ``a cuenta y riesgo''.

 Al preguntarle a Michel qué hacen las personas que no tienen recursos económicos para acceder a estos lugares o a las
 instalaciones estatales, su respuesta fue: ``Escaleras y pasillos de edificios o los parques --que estén oscuros y la gente teme
 atravesarlos por la noche-- es allí donde la gente que carece de recursos encuentra la posibilidad de hacer el amor''.