GERARDO TENA
Agence France Presse
La Habana --(AFP)-- El turismo extranjero en Cuba está
dando oxígeno
a una economía agobiada por ocho años de severa
crisis económica,
pero al mismo tiempo se ha convertido en un virus que contamina
una
sociedad que por años estuvo cerrada al contacto con el
exterior.
En materia de turismo los cubanos han echado toda la leña
al fuego, y
esperan para el año 2010 tener listas 122,000 habitaciones
para recibir a
siete millones de veraneantes extranjeros, casi seis millones
más de los
que acogen actualmente.
El 43 por ciento de los bienes y servicios exportables del país
provienen
del turismo, pero la zafra azucarera (que este año vivió
su peor cosecha
en cuatro décadas) sigue teniendo un peso importante en
la vida
económica del país, reconocen las autoridades.
Sin embargo, cada vez más el turismo va jalando a la pesada
economía
de la isla, que al derrumbe del socialismo europeo y la desintegración
de
la Unión Soviética registró una caída
libre de 38 por ciento en cinco
años.
El turismo es el sector de la economía cubana de mayor
dinamismo, y el
que muestra un rostro más moderno en una isla que durante
décadas
presentó una imagen congelada en la década de los
años 50.
Actualmente las más lujosas, grandes y modernas instalaciones
tienen
que ver con el turismo, ya sea en hotelería o en la prestación
de servicios
en materia de comunicaciones y transporte.
Recientemente fue inaugurada, con financiamiento canadiense, una
moderna terminal aérea en La Habana en la que aterrizan
sólo aviones
llegados del exterior.
Los automóviles más modernos y lujosos que circulan
por las oscuras y
``bombardeadas'' calles de La Habana o por las carreteras de
la isla,
pertenecen a agencias de renta de autos.
El sector turístico da empleo en Cuba a 75,940 trabajadores,
con un
incremento de 23,900 en el último decenio. En tres años
más, habrán
ingresado a ese sector otros 30,000 empleados.
Atraídos por los indispensables dólares, en una
economía doméstica
cada vez más sujeta al billete del enemigo, la población
se ha volcado en
busca de una plaza en el turismo.
Pero no cualquiera puede engrosar las filas de trabajadores de
la llamada
industria del ocio. Debe pasar por un agencia empleadora especializada
en el ramo.
``El proceso de ingreso al sector turístico debe alcanzar
el mismo
prestigio que tiene ante la población el ingreso a las
universidades'',
aseguró en días pasados el vicepresidente Carlos
Lage, artífice de las
cautelosas reformas en la isla que contemplan elementos de la
economía
de mercado.
Las autoridades hacen constantes llamados a los empleados ligados
al
turismo a elevar la calidad de sus servicios, al tiempo que los
conminan a
conservar su conciencia revolucionaria.
Una evaluación del ministerio de Turismo a instalaciones
hoteleras reveló
una falta de profesionalismo en los servicios a partir de una
pérdida de la
práctica de atención al cliente.
Ese estudio señaló como deficiencias ``más
graves'' de los empleados el
``no saber hacer feliz al cliente'' y ``el desconocimiento del
producto que
se vende''.
Pero si el turismo es un alivio para la vapuleada economía,
en el campo
social es un dolor de cabeza para el régimen comunista
y sus valores
revolucionarios.
Al turismo y a las reformas económicas se les culpa de
los males sociales
que están afectando a la isla, entre ellos el crecimiento
de la prostitución
(por años casi desaparecida), la delincuencia y un incipiente
tráfico de
drogas.
La crónica roja, antes nula en la prensa local, está
ganando terreno en los
medios cubanos, todos bajo control del Estado. Y aunque se trate
de
delitos entre cubanos, el dedo acusador apunta casi siempre hacia
las
influencias que está teniendo el turismo extranjero en
la sociedad cubana.
La prostitución, que desde mediados de octubre es acosada
por un
fuerte operativo policial, es ligada al turismo, principalmente
masculino.
El propio Fidel Castro se lamenta de esta situación, generada
por los
cambios introducidos para salvar a la isla del naufragio.
Esos cambios, dijo Castro en octubre, ``tienen su costo social,
porque
vivíamos en una urna de cristal, asepsia pura, y ahora
estamos rodeados
de virus, bacterias de la enajenación y del egoísmo
que crea el sistema
capitalista de producción''.
``De catarro murieron millones de indios porque no tenían
inmunidad
absoluta a los virus que llevaron los colonizadores; hoy tenemos
bajas
(sociales), pero vamos creando anticuerpos, tenemos que procurar
vivir
rodeados de virus y bacterias de todas clases'', señaló.
Copyright © 1998 El Nuevo Herald