El Nuevo Herald
November 8, 1998
 
Turismo se ha convertido en arma de doble filo
 

 GERARDO TENA
 Agence France Presse

 La Habana --(AFP)-- El turismo extranjero en Cuba está dando oxígeno
 a una economía agobiada por ocho años de severa crisis económica,
 pero al mismo tiempo se ha convertido en un virus que contamina una
 sociedad que por años estuvo cerrada al contacto con el exterior.

 En materia de turismo los cubanos han echado toda la leña al fuego, y
 esperan para el año 2010 tener listas 122,000 habitaciones para recibir a
 siete millones de veraneantes extranjeros, casi seis millones más de los
 que acogen actualmente.

 El 43 por ciento de los bienes y servicios exportables del país provienen
 del turismo, pero la zafra azucarera (que este año vivió su peor cosecha
 en cuatro décadas) sigue teniendo un peso importante en la vida
 económica del país, reconocen las autoridades.

 Sin embargo, cada vez más el turismo va jalando a la pesada economía
 de la isla, que al derrumbe del socialismo europeo y la desintegración de
 la Unión Soviética registró una caída libre de 38 por ciento en cinco
 años.

 El turismo es el sector de la economía cubana de mayor dinamismo, y el
 que muestra un rostro más moderno en una isla que durante décadas
 presentó una imagen congelada en la década de los años 50.

 Actualmente las más lujosas, grandes y modernas instalaciones tienen
 que ver con el turismo, ya sea en hotelería o en la prestación de servicios
 en materia de comunicaciones y transporte.

 Recientemente fue inaugurada, con financiamiento canadiense, una
 moderna terminal aérea en La Habana en la que aterrizan sólo aviones
 llegados del exterior.

 Los automóviles más modernos y lujosos que circulan por las oscuras y
 ``bombardeadas'' calles de La Habana o por las carreteras de la isla,
 pertenecen a agencias de renta de autos.

 El sector turístico da empleo en Cuba a 75,940 trabajadores, con un
 incremento de 23,900 en el último decenio. En tres años más, habrán
 ingresado a ese sector otros 30,000 empleados.

 Atraídos por los indispensables dólares, en una economía doméstica
 cada vez más sujeta al billete del enemigo, la población se ha volcado en
 busca de una plaza en el turismo.

 Pero no cualquiera puede engrosar las filas de trabajadores de la llamada
 industria del ocio. Debe pasar por un agencia empleadora especializada
 en el ramo.

 ``El proceso de ingreso al sector turístico debe alcanzar el mismo
 prestigio que tiene ante la población el ingreso a las universidades'',
 aseguró en días pasados el vicepresidente Carlos Lage, artífice de las
 cautelosas reformas en la isla que contemplan elementos de la economía
 de mercado.

 Las autoridades hacen constantes llamados a los empleados ligados al
 turismo a elevar la calidad de sus servicios, al tiempo que los conminan a
 conservar su conciencia revolucionaria.

 Una evaluación del ministerio de Turismo a instalaciones hoteleras reveló
 una falta de profesionalismo en los servicios a partir de una pérdida de la
 práctica de atención al cliente.

 Ese estudio señaló como deficiencias ``más graves'' de los empleados el
 ``no saber hacer feliz al cliente'' y ``el desconocimiento del producto que
 se vende''.

 Pero si el turismo es un alivio para la vapuleada economía, en el campo
 social es un dolor de cabeza para el régimen comunista y sus valores
 revolucionarios.

 Al turismo y a las reformas económicas se les culpa de los males sociales
 que están afectando a la isla, entre ellos el crecimiento de la prostitución
 (por años casi desaparecida), la delincuencia y un incipiente tráfico de
 drogas.

 La crónica roja, antes nula en la prensa local, está ganando terreno en los
 medios cubanos, todos bajo control del Estado. Y aunque se trate de
 delitos entre cubanos, el dedo acusador apunta casi siempre hacia las
 influencias que está teniendo el turismo extranjero en la sociedad cubana.

 La prostitución, que desde mediados de octubre es acosada por un
 fuerte operativo policial, es ligada al turismo, principalmente masculino.

 El propio Fidel Castro se lamenta de esta situación, generada por los
 cambios introducidos para salvar a la isla del naufragio.

 Esos cambios, dijo Castro en octubre, ``tienen su costo social, porque
 vivíamos en una urna de cristal, asepsia pura, y ahora estamos rodeados
 de virus, bacterias de la enajenación y del egoísmo que crea el sistema
 capitalista de producción''.

 ``De catarro murieron millones de indios porque no tenían inmunidad
 absoluta a los virus que llevaron los colonizadores; hoy tenemos bajas
 (sociales), pero vamos creando anticuerpos, tenemos que procurar vivir
 rodeados de virus y bacterias de todas clases'', señaló.
 

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