Hijo del pintor Fidelio Ponce vive en la miseria
WILFREDO CANCIO ISLA
El Nuevo Herald
Agobiado por las carencias materiales y los actos de robo y violencia
que
florecen junto a su cuartucho habanero, el hijo del famoso pintor cubano
Fidelio
Ponce de León (1895-1949) está solicitando a las autoridades
gubernamentales
de la isla que le permitan al menos acceder a ``un pequeño apartamento
con los
mínimos requeridos de habitabilidad''.
``Cedo mi casa, de más de 120 pies cuadrados, ubicada en uno
de los más
emblemáticos edificios de la Habana Vieja, Mercaderes #2, al
lado de la
Catedral [de La Habana] y frente al mar'', escribió Miguel Angel
Ponce de León
en una carta abierta al historiador Eusebio Leal y al Ministro de Cultura,
Abel
Prieto.
En la misiva, Ponce, de 56 años, agregó que su integridad
física y su vida están
en peligro, considerando recientes actos de agresión contra
su persona
protagonizados por delincuentes de la zona.
La carta y otras denuncias de Ponce aparecen recogidas en su libro Crónicas
desde La Habana, que acaba de aparecer en España bajo el sello
editorial de
Ars Millenii. El volumen, prologado por la novelista cubana Zoe Valdés,
reúne
más de 40 relatos periodísticos del autor, escritos entre
mayo de 1999 y
noviembre del 2000 como parte de su colaboración para la prensa
independiente
en la isla.
Ponce se describe a sí mismo como un cubano corriente, ``homosexual
y
acérrimo individualista'', que ha transitado los 40 años
del régimen castrista
``haciendo piruetas sobre la cuerda floja con tal de mantenerme independiente''.
``He pagado y aún sigo pagando por el precio de serlo'', acotó
el periodista.
``Marginalidad, hambre y prisión me hicieron aullar como un
lobo enfermo y
solitario''.
Ponce reside actualmente en una casona de Mercaderes convertida desde
hace
años en cuartería. El lugar, conocido como el ``solar
de los intelectuales'',
colinda con el Seminario de San Carlos y San Ambrosio y figura entre
los sitios
patrimoniales del casco histórico de La Habana.
Las crónicas de Ponce describen el sórdido ambiente habanero
del llamado
``período especial'' y cuestionan ``la terrible soledad que
produce la atomización
de la sociedad, inteligente planeada y llevada a efecto por nuestro
gobierno''.
``Este libro sin concesiones habla de lo que acontece detrás
de la fachada
turística que se ha erigido en la zona histórica de La
Habana Vieja, donde
imperan ahora las leyes del marginalismo rampante y la delincuencia'',
manifestó
el crítico y promotor literario Alejandro Ríos.
Ríos calificó Crónicas desde La Habana como ``un
testimonio inobjetable del
descalabro cubano'' y adelantó que estaría entre los
títulos valorados para
participar en la próxima Feria Internacional del Libro de Miami,
fijada para
noviembre.
Ponce desmiente las versiones oficiales de que su padre muriera de hambre,
y
afirma que al fallecer Fidelio, en 1949, personas relevantes de la
cultura cubana
favorecieron que su viuda --María del Carmen Fernández--
y su hijo vivieran con
una atención digna, otorgándoles incluso una pensión.
Según el testimonio, el gobierno castrista despojó a Fernández
(fallecida en
1961) y a su hijo de la ayuda monetaria y de los cuadros de Fidelio,
expropiados
a precios míseros. ``A mi madre, los ávidos demonios,
que todo lo hacen en
beneficio del pueblo, le sacaron al final las obras de Fidelio, o sea
nuestro
patrimonio'', escribe. Los cuadros de Fidelio Ponce se cotizan hasta
en
$100,000 en subastas internacionales.