Diplomercado negro es un buen negocio
Los diplomáticos están haciendo
negocios con la reventa de
productos a la población
GERARDO REYES
El Nuevo Herald
La Habana -- Un diplomático africano sale cargado de la
diplotienda de la calle 70 de La Habana con decenas de
cajas de cerveza y de aceite para cocinar.
¿Gran fiesta de independencia nacional? ¿Festival
gastronómico de algún país africano? ¿Provisiones
para un
ciclón?
Nada de eso, el diplomático es parte de la cadena del mercado
negro de
Cuba. Como él, muchos otros funcionarios extranjeros están
haciendo
negocio con la reventa a la población cubana de productos
de difícil
acceso como la cerveza y el aceite.
Según fuentes familiarizadas con el proceso y clientes
cubanos de los
diplomáticos, que pidieron no ser identificados, el negocio
funciona de la
siguiente manera: los representantes diplomáticos de un
país no pagan
impuestos a las ventas. En Cuba, estos impuestos son de un 30
por
ciento aproximadamente. Para tener derecho a la exención
tributaria,
cada representación diplomática recibe un número
determinado de
tarjetas de identificación del gobierno cubano. Una vez
que el funcionario
termina de hacer su mercado, presenta ante la cajera la tarjeta
que le da
derecho al descuento.
Aprovechándose de esa ventaja, y para redondear sus sueldos,
varios
diplomáticos se llevan los productos para sus casas y
los venden a un
precio más alto que el que pagaron en la diplotienda,
pero más bajo que
el de las tiendas de divisas del gobierno cubano. Otros hacen
negocio
con los paladares, restaurantes que funcionan en casas privadas.
La cerveza en Cuba es un producto escaso. La unidad cuesta entre
75
centavos y $1 y puede adquirirse en divisas.
El Nuevo Herald fue a un edificio de apartamentos en un barrio
de La
Habana, donde se le informó que un diplomático
asiático vende botellas
de aceite de cocina a $2 cada una. En varios barrios de la capital
transacciones como ésas son un secreto a voces.
Y al parecer es un buen negocio, pues en la diplotienda de la
calle 70 en
Miramar es difícil, casi imposible, encontrar una botella
de aceite de
cocina --no de oliva-- después del mediodía. La
situación está tan
``institucionalizada'' que las cajeras del supermercado advierten
a los
diplomáticos que el gobierno de Cuba no aceptará
más las tarjetas del
descuento a partir del próximo mes.
Algunos diplomáticos han propuesto que en lugar de cancelar
la exención
se debería fijar un límite de compra. Si la propuesta
es aceptada a partir
del próximo mes, los diplomáticos, como cualquier
cubano de a pie,
también tendrían libreta de racionamiento.