El Nuevo Herald
11 de octubre de 1998

Diplomercado negro es un buen negocio

 Los diplomáticos están haciendo negocios con la reventa de
 productos a la población

 GERARDO REYES
 El Nuevo Herald

 La Habana -- Un diplomático africano sale cargado de la
 diplotienda de la calle 70 de La Habana con decenas de
 cajas de cerveza y de aceite para cocinar.

 ¿Gran fiesta de independencia nacional? ¿Festival
 gastronómico de algún país africano? ¿Provisiones para un
 ciclón?

 Nada de eso, el diplomático es parte de la cadena del mercado negro de
 Cuba. Como él, muchos otros funcionarios extranjeros están haciendo
 negocio con la reventa a la población cubana de productos de difícil
 acceso como la cerveza y el aceite.

 Según fuentes familiarizadas con el proceso y clientes cubanos de los
 diplomáticos, que pidieron no ser identificados, el negocio funciona de la
 siguiente manera: los representantes diplomáticos de un país no pagan
 impuestos a las ventas. En Cuba, estos impuestos son de un 30 por
 ciento aproximadamente. Para tener derecho a la exención tributaria,
 cada representación diplomática recibe un número determinado de
 tarjetas de identificación del gobierno cubano. Una vez que el funcionario
 termina de hacer su mercado, presenta ante la cajera la tarjeta que le da
 derecho al descuento.

 Aprovechándose de esa ventaja, y para redondear sus sueldos, varios
 diplomáticos se llevan los productos para sus casas y los venden a un
 precio más alto que el que pagaron en la diplotienda, pero más bajo que
 el de las tiendas de divisas del gobierno cubano. Otros hacen negocio
 con los paladares, restaurantes que funcionan en casas privadas.

 La cerveza en Cuba es un producto escaso. La unidad cuesta entre 75
 centavos y $1 y puede adquirirse en divisas.

 El Nuevo Herald fue a un edificio de apartamentos en un barrio de La
 Habana, donde se le informó que un diplomático asiático vende botellas
 de aceite de cocina a $2 cada una. En varios barrios de la capital
 transacciones como ésas son un secreto a voces.

 Y al parecer es un buen negocio, pues en la diplotienda de la calle 70 en
 Miramar es difícil, casi imposible, encontrar una botella de aceite de
 cocina --no de oliva-- después del mediodía. La situación está tan
 ``institucionalizada'' que las cajeras del supermercado advierten a los
 diplomáticos que el gobierno de Cuba no aceptará más las tarjetas del
 descuento a partir del próximo mes.

 Algunos diplomáticos han propuesto que en lugar de cancelar la exención
 se debería fijar un límite de compra. Si la propuesta es aceptada a partir
 del próximo mes, los diplomáticos, como cualquier cubano de a pie,
 también tendrían libreta de racionamiento.